Cada enero vuelven los buenos propósitos, a veces es una lista escrita y otras veces simplemente pensados como comer mejor, hacer más ejercicio o aprender idiomas, que son los propósitos más comunes. Estas tareas autoimpuestas a menudo quedan en la lista de tareas pendientes no llegando nunca a concretarse o son abandonadas por falta de adherencia, generando frustración, ansiedad o tristeza. ¿Por qué ocurre esto?

Los propósitos truncados

¿Es falta de voluntad? ¿Miedo al fracaso? ¿Resistencia al cambio? ¿Por qué mucha gente no es capaz de cumplir sus buenos propósitos de Año Nuevo? Silvia Dal Ben, Clinical Manager de Unobravo, explica que “El comienzo de un nuevo año nos impulsa a reflexionar sobre el futuro e imaginar una ‘mejor versión’ de nosotros mismos. Sin embargo, esta proyección, inicialmente llena de entusiasmo y determinación, a menudo choca con la realidad cuando los buenos propósitos, que al principio eran motores de cambio, comienzan a mostrar los primeros signos de flaqueza”.

¿Qué ocurre en enero para convertirse en una montaña rusa emocional en la que empezamos con mucha energía que va decayendo a lo largo del mes? “Ya se ha convertido en una costumbre hablar del Blue Monday, el tercer lunes de enero, tradicionalmente considerado el día más triste del año. De hecho, es precisamente a partir de la segunda mitad de enero cuando nuestros buenos propósitos empiezan a tambalearse. Nos damos cuenta de que, probablemente, los objetivos que nos habíamos fijado, impulsados por el deseo de una “nueva vida”, eran quizás demasiado ambiciosos. Esta toma de conciencia puede generar en nosotros una sensación de fracaso y desencadenar ansiedad, tristeza y frustración”, señala la experta.

Propósitos

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¿Cuál es la clave del éxito?

Es habitual fijarnos algunas metas cuando comenzamos el año, como si fuese un reseteo y un momento de cambio. ¿Hay alguna forma para poder cumplir los objetivos que nos fijamos con la llegada del nuevo año? Del Ben comenta que “el primer paso hacia el éxito es plantearse metas realistas, alcanzables y, sobre todo, que realmente se deseen. Muy a menudo, al elaborar nuestra lista de buenos propósitos, nos enfocamos en lo que creemos que queremos, en lugar de lo que realmente deseamos, lo que nos lleva a fijar objetivos que no reflejan quiénes somos de verdad. Así, terminamos fracasando porque, en el fondo, ese propósito no nos pertenece, sino que está influenciado por condicionamientos externos”.

¿El fracaso de los nuevos propósitos puede tener que ver con el miedo o la resistencia al cambio? “Es fundamental estar realmente dispuestos a abrazar el cambio. Esta apertura implica tener la voluntad de ponerse a prueba, explorar perspectivas desconocidas, afrontar nuevos retos, salir de nuestra zona de confort y superar posibles miedos o resistencias. De hecho, solo al abandonar nuestra zona de confort podemos abrirnos a nuevas oportunidades y transformar los temores asociados al cambio en una fuerza impulsora para nuestro crecimiento personal”, afirma Silvia.

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La importancia de salir de la zona de confort

El término ‘cambio’ significa transformación y en psicología se entiende como la transformación de la persona en un proceso de autorrealización o bien como el resultado de una tendencia al cambio o a las posibles resistencias ante él. Toda nuestra vida está sujeta a cambios que transforman nuestras circunstancias y con los que evolucionamos.

Si el cambio es un proceso tan positivo y nos ayuda a crecer ¿por qué es difícil de aceptar e incluso puede dar miedo? “El cambio, en todas sus facetas, representa un momento crucial en la vida de cada uno de nosotros. Incluso cuando es deseado y buscado, es completamente normal y fisiológico experimentar preocupaciones al enfrentarlo. El proceso de cambio nos impulsa, de hecho, a proyectarnos hacia lo desconocido, lo incierto y lo nuevo, obligándonos inevitablemente a dejar atrás una parte de nosotros mismos y a abandonar algunas de nuestras certezas y puntos fijos”.

La experta expone que ese miedo al cambio procede de la dificultad de salir de la zona de confort, algo que, a largo plazo, juega en nuestra contra porque nos estanca e impide el crecimiento personal. “Salir de nuestra zona de confort contribuye a fortalecer la confianza que tenemos en nosotros mismos y en nuestras capacidades, elevando la autoestima y el sentido de autoeficacia, abriendo así las puertas a un mundo de oportunidades previamente inexploradas”, explica Silvia Dal Ben.

Miedo

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El miedo al cambio

Es cierto que todos los cambios suelen ser incómodos porque hay que mirar cara a cara a la incertidumbre y nos movemos en un hábitat que no es el que conocemos hasta el momento. Según los expertos esto puede generar cierta resistencia que tal vez lleve aparejada ansiedad o miedo.

¿De dónde surge este miedo? Dal Ben argumenta que “el miedo al cambio es un fenómeno complejo que puede originarse por diversos factores. A menudo está relacionado con el temor a lo nuevo y a lo desconocido, dimensiones que representan un desafío para nuestra necesidad innata de estabilidad y previsibilidad. Esta ansiedad hacia lo que no conocemos está estrechamente vinculada al miedo de perder el control y de no poder prever los resultados y los efectos que el cambio inevitablemente tendrá en nuestra vida”.

Pero no es el único miedo al que tenemos que enfrentarnos con los cambios. Seguro que has oído hablar del síndrome del impostor o la falta de creencia en la propia valía. De ahí surgiría el miedo a fracasar y a ser una decepción, tanto para los demás como para uno mismo. “Este temor suele alimentarse de una baja autoestima que podría hacernos pensar que no somos lo suficientemente capaces o no estamos a la altura para enfrentar el cambio de manera eficaz y provechosa”.

En la otra cara de la moneda se encontraría el miedo al éxito, el miedo a alcanzar los objetivos que nos hemos fijado. ¿Por qué ocurre esto? La experta apunta que “a veces, este miedo también puede ser provocado por el temor de no poder experimentar esa felicidad que esperábamos obtener cuando nos habíamos fijado la meta a alcanzar. La percepción de ser juzgado por los demás o el miedo a la soledad durante el proceso de cambio también pueden constituir frenos”.

Es normal sentir miedo ante los cambios y fijarse unos objetivos al comienzo del año suponen eso mismo, un cambio, una modificación de rutinas, de costumbres y una meta muchas veces difícil de alcanzar. Comienza por objetivos realistas y abraza el cambio, piensa que salir de tu zona de confort va a enriquecerte y a ayudarte a crecer. Sentir miedo es natural pero que no obstaculice tu camino, que no limite tus pasos, solo así podrás avanzar y tener éxito en tus objetivos.