Lucía Rivera Romero con tan solo 25 años es un ejemplo de resiliencia y superación, ha hablado sin tapujos de su vulnerabilidad, de sus problemas de ansiedad y de las secuelas que estos le han dejado. La modelo cuida mucho su imagen por su trabajo y por su bienestar emocional alimentándose de forma saludable y cuidándose sin necesidad de pasar hambre.
Lucía Rivera y la importancia de la salud mental
La hija de Blanca Romero se sinceró públicamente compartiendo sus problemas de salud mental. Lucía reveló a finales del pasado año sus problemas de trastorno dismórfico corporal y TCA. También confesó sus problemas de ansiedadmostrando las secuelas que le había dejado en su cuerpo cuando tenía “días complicados” enseñando en redes sociales su espalda con arañazos que se hacía ella misma por la noche sin darse cuenta.
Lucía Rivera explicó a Cosmopolitan sobre su trastorno de conducta alimentaria que todo comenzó por las críticas que recibía por sus piernas demasiado delgadas, algo que hizo que comenzará a tomar batidos de proteínas. Pero llegó un momento en que para los demás estaban demasiado “gordas”, esto hizo que quisiera volver a adelgazar y ahí comenzó esta peligrosa rueda y su relación tóxica con la comida.
Pesar más de 50 kilos era para ella un drama, por eso la modelo restringía en su dieta alimentos como el arroz y la pasta en favor de ingredientes como el brócoli. Todo mejoró con la terapia y empezó a comer sin sentirse culpable, a ir al gimnasio no para adelgazar sino para sentirse mejor y estar más sana.
Hoy en día, aunque confiesa que su ansiedad sigue latente, Lucía come de forma sana y equilibrada, se siente mejor con ella misma, con más seguridad y confianza. Una valiente que ha mostrado su vulnerabilidad y que con ello estamos seguros de que ha ayudado a muchas jóvenes en su misma situación al darle visibilidad a este problema, por desgracia, tan frecuente.
El desayuno saludable de Lucía Rivera
Lucía ha compartido con sus seguidores un desayuno contundente y muy saludable: una tosta de tomate y aguacate acompañada de un huevo, semillas, un poco de queso, aceite de oliva y un toquecito de picante.
El desayuno que muestra Lucía es sanísimo y una manera de empezar el día con mucha energía y darle al cuerpo “combustible” de calidad. Proteína de calidad, grasas saludables, hidratos de carbono, fibra, lácteos… un plato nutritivo y completo que es saciante y delicioso.
El aceite de oliva, las semillas y el aguacate aportan grasas saludables neuroprotectoras y esenciales para mantener el corazón sano reduciendo los niveles de colesterol “malo” (LDL). Además, las semillas y el aguacate son una excelente fuente de fibra que favorece la sensación de saciedad y ayuda a regular el tránsito intestinal y la eliminación de toxinas. Añadir aguacate al desayuno puede mejorar la absorción de otros nutrientes liposolubles presentes en el plato y proporciona una dosis sostenida de energía para afrontar el día.
Los huevos son una excelente fuente de proteínas de alta calidad, lo que ayuda a mantener la saciedad durante más tiempo y promueve la construcción y reparación de los tejidos musculares. Son una opción estupenda para incluir en el desayuno, además aportan mucha energía para empezar el día de la forma más saludable. Lucía le añade un poquito de picante, un gesto que no solo ayuda a aumentar la tasa metabólica, lo que puede contribuir a la pérdida de peso, sino que también tiene propiedades termogénicas, esto quiere decir que promueve la quema de calorías incluso después de haber terminado de comer.
Cómo llevar una alimentación sana y consciente
La psicóloga Ana Morales, experta en nutrición emocional y autora del libro “¡Qué Buena Estoy! Tira las dietas a la basura y vive con salud emocional” (Ed. La Esfera de los Libros), explica a SEMANA que es más sencillo de lo que parece conseguir tener una relación saludable con la comida y nos da unas pautas para lograrlo:
- Tómate un respiro antes de empezar: Antes de comer, haz una pequeña pausa para apreciar tu comida y centrarte en la experiencia que estás a punto de tener.
- Disfruta cada bocado: Mastica lentamente, saboreando cada sabor y textura, lo que no solo mejora tu digestión, sino que también te ayuda a registrar cuándo estás realmente satisfecho.
- Fuera distracciones: Deja de lado tu teléfono y apaga la televisión para que puedas concentrarte en tu comida.
- Presta atención a tus señales corporales: Sé consciente de las señales de hambre y saciedad de tu cuerpo. Aprende a distinguir entre hambre física y emocional.
- Evalúa tus emociones: Antes de picar algo, pregunta si tu hambre es física o emocional. A veces, el estrés o el aburrimiento nos empujan a comer sin necesidad.
- Involúcrate en la cocina: Preparar tus alimentos puede ser una extensión de la alimentación consciente, ayudándote a conectar aún más con lo que comes.
- Opta por porciones razonables: Usa platos más pequeños para ayudarte a controlar las porciones y evitar comer de más.
- Documenta tu experiencia: Si te gusta analizar, llevar un diario de tus comidas puede ofrecerte insights sobre tus hábitos alimenticios y emociones asociadas.
- Conviértelo en un hábito: La alimentación consciente, como cualquier otra habilidad, mejora con la práctica. No te frustres si al principio te cuesta un poco.
Y sobre todo, apunta la experta, recuerda, esto no va de ser perfecta, sino de ser amable contigo misma. Si un día no lo haces tan bien, comes más de lo previsto o tu atención flaquea, no pasa nada, no te castigues. La alimentación consciente es más sobre disfrutar del viaje que sobre cumplir a la perfección.