La Reina Letizia cumple 52 años el 15 de septiembre. Una cifra que no es redonda, pero no por ello es menos importante o 'especial'. Porque la soberana sopla una vela más en la tarta en un momento crucial de su vida, culminando un largo proceso en el que se ha alzado con fuerza una "nueva" Letizia: más libre, poderosa y a la vez más humanizada que nunca. Así es cómo ha conseguido dar la vuelta a la tortilla.
Podría decirse que todo es cuestión de actitud. Después de diez años en el trono, nos encontramos a una consorte que tiene mucho que decir, que no pasa por encima de las cosas, que se implica a fondo en diversas causas y que ha acabado tomando las riendas sin que nadie la tosa. Y siempre al lado del Rey Felipe, formando un equipo perfectamente sincronizado.
Letizia no es ninguna comparsa ni una secundaria de lujo. Muy al contrario. Y en eso su esposo, el jefe del Estado, también ha demostrado una gran generosidad y mucho ojo. Pocos apostaban por ella al principio, pero sí había alguien muy convencido, y ese era precisamente Don Felipe.
El gancho de la Reina Letizia con la gente de la calle
Letizia ha terminado por atraer hasta a aquellos escépticos que la criticaban al entroncar en la dinastía Borbón hace ya más de veinte años. Por plebeya, por periodista, por divorciada, por lo que fuera... Del plató de televisión al palacio, con sangre sudor y lágrimas en el proceso, pero al final con la mejor recompensa.
Letizia tiene gancho, tiene calle... No hay duda de que Letizia ha ayudado a comunicar mejor con la gente de a pie a una institución que venía acusando el desgaste de los últimos y convulsos años del reinado del Rey Juan Carlos.
Una Casa Real que se percibía como demasiado alejada, protocolaria y anquilosada, a la que no era fácil quitarle el polvo. Pero si hablamos de Letizia, a tozuda no la gana nadie.
Letizia cumple los 52 años coronada, contra todo pronóstico, como uno de los valores más firmes para la monarquía española.
Ahora Letizia se ha convertido en una 'autónoma' de la realeza, que actúa con una independencia conquistada a base de esfuerzo y disciplina. Te guste o no, su estilo la diferencia de todas sus predecesoras, incluyendo su "ejemplo impagable" de la Reina Sofía.
Su fuerte personalidad la ha impulsado a no seguir exclusivamente estelas ya trazadas y a avanzar por este difícil camino con ideas propias. Ella ni calla ni otorga. Ejerce, aporta, apoya, sugiere, habla, se moviliza...
No es la protagonista (lo sabe a la perfección), pero tampoco una secundaria de lujo. Hace valer su voz y su voto. Y más en esta nueva etapa del reinado de Felipe VI, una vez cumplida la primera década de complicada gestión en el trono.
Letizia viene del pueblo. Sabe bien dónde pisa y conoce lo que corre por los mentideros y lo que se espera de ella. No vivir de espaldas a la realidad del mundo supone una gran ventaja para una figura con un papel decisivo en la estabilidad de una institución a la que se mira con una lupa gigante.
Su mérito es haber inyectado todo esto en las venas de La Zarzuela, brindando otra perspectiva fuera de los círculos más elitistas. Esta actitud no solo se refleja en su vida oficial, sino también en la privada.
Ahora ya no resulta tan sorprendente encontrarse a los Reyes de paseo por el centro de Madrid, de cena en restaurantes, en el cine, de concierto... Palpando, en lo que se puede, el pulso de una cierta normalidad. Solos o en compañía de sus dos hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, que parecen tener muy presente este sentimiento.
Don Felipe es un perfecto aliado. Un monarca del siglo XXI que ha entendido que las virtudes de su esposa no podían relegarse a las sombras y que había que sacarle partido. Así se lo reconoció públicamente durante su discurso en el X aniversario de la Proclamación. Después de veinte años de matrimonio, no les hace falta hablar para entenderse.
Esta es la imagen de una familia ‘normal’, casi como la de cualquiera. Los Reyes también son unos padres con sus complicidades y preocupaciones.
Letizia, en su decisivo papel de reina y madre
En ese sentido, la Reina Letizia también es una madre muy presente. Ha guiado con mano firme los pasos de Leonor y Sofía hasta verlas convertidas en dos mujercitas responsables. Y ahora sigue alerta ante los próximos retos en su etapa adulta. Las chicas empiezan a volar solas (Leonor volcada en su formación militar; Sofía en un internado en Gales) y son el fruto de una esmerada educación en profundos valores.
Letizia, como madre, es un referente y una maestra para sus hijas. Aunque impuso un férreo control sobre su infancia, ahora que la Princesa y la Infanta ya son mayores, ella ha destensado la mano dándoles el empujoncito necesario.
En este aspecto, el último año ha sido especialmente importante para la soberana, con sus dos hijas fuera de La Zarzuela y el síndrome del "nido vacío" acechando. Pero aquí no valen lamentos ni ñoñerías. Esto es lo que toca. Y Letizia no se ha puesto a llorar y se ha reinventado con sus mejores armas: trabajo, naturalidad, cercanía...
Ella es la que saluda con energía a la gente que espera fuera de cada acto, es preguntona (no ha perdido su alma de periodista), incluso se atreve a rapear en público si con ello llama la atención sobre la salud mental y estrena prendas confeccionadas por exprostitutas para apoyar su reinserción.
Su asistencia a los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París ha sido una excelente prueba de este carisma. La Reina no ha dejado atleta español sin animar con arrollador entusiasmo, todo un recital expresivo entre besos, abrazos y palabras de apoyo Made in Letizia. Sudando la camiseta, sí señor.
En uno de sus últimos compromisos, en la inauguración del nuevo curso escolar en un colegio de Azuqueca de Henares (Guadalajara), la Reina se puso a jugar con los niños y tuvo un especial acercamiento con un pequeño autista, lo que denota sensibilidad e implicación por encima de supuestas poses. Su impulso a los colectivos más vulnerables es algo que destacan todas las ongs con las que colabora.
La Letizia que antaño caía mal, hiciera lo que hiciera, poco a poco ha ido callando bocas desplegando un alto sentido de exigencia y responsabilidad con el cargo. Su mayor éxito es gozar de un reconocimiento que hace años parecía impensable.
La Reina Letizia, más popular entre los jóvenes
La Reina Letizia cumple 52 años, pero resulta curioso que su popularidad haya aumentado precisamente entre los más jóvenes. Ella se entiende bien con los 'millenials' y la Generación Z. Será porque se muestra cercana, natural, a gusto con ellos. Seguro que sus hijas tienen mucho que ver en esta apertura de horizontes.
Lo vemos cuando acude a los eventos de la Fundación Princesa de Girona, en temas de educación, de fomento de la lectura, en el acceso responsable a Internet y la información digital, en alertar sobre el peligro de las drogas y en su reinserción tras sufrir una adicción, y por supuesto, en la lucha por visibilizar la lucha por la salud mental.
Es ahí cuando brilla una Letizia desencorsetada, al margen del rígido protocolo, fuera de las galas con tiara. En su salsa, ya sea preguntando directamente a la gente un informal "¿cómo estás?", ya prestándose sin problema a los 'selfies' que le piden. Letizia conquista en las distancias cortas, de tú a tú.
A la Reina no le pesan los años, ni mucho menos. Letizia está en forma, tan en forma como siempre. Una soberana de brazos tonificados, abdominales firmes y un cerebro muy activo. Ha llegado a un punto de relajación y seguridad en sí misma en el que ya no le importa salir a la calle a cara lavada, sin apenas maquillaje, y bajarse de los altísimos tacones. Su metamorfosis se ha completado hasta sentirse plena en su espacio.
Letizia, Doña Letizia, la Reina de España, es una persona en constante evolución, que no descansa ni claudica. Una reina que se ha desprendido de la máscara para ejercer al fin como dueña y señora.
La fiesta de 52 cumpleaños de la Reina Letizia
En sus cumpleaños no suele hacer nada especial de cara a la galería. Eso sí, como mucho su aniversario suele coincidir con algún acto de la agenda oficial de la Casa Real, lo cual se aprovecha para felicitarla y cantarle el Cumpleaños Feliz.
Otra cosa será cómo lo celebrará en La Zarzuela, o donde sea. Seguro que con la familia y amigos, rodeada de ese estrecho círculo íntimo que la protege con mimo y vehemencia. En esto Letizia continúa inflexible: siempre se reserva un hueco de privacidad donde no entra el ojo público. Un ejemplo de esto es la insistencia en no revelar jamás el destino de sus "vacaciones "privadas" de los Reyes cada verano.
La Reina Letizia sopla una vela más del pastel y cruza la meta recogiendo los laureles, en su mejor momento, o si acaso solo con los pies un poco más cansados.