El general Manuel Barrós, quien estuvo ligado al Palacio de la Zarzuela durante 30 años, 14 de ellos como Jefe de Seguridad de la época de Don Juan Carlos y Doña Sofía, ha fallecido en la madrugada de este jueves al viernes a los 70 años a causa de la esclerosis lateral amiotrófica, más conocida como ELA.
Un duro golpe para los eméritos, quienes siempre han mostrado un gran cariño y admiración hacia él, ya que además de una relación profesional, también les unía una personal fundamentada en décadas de servicio. Desde el año 1999 hasta 2013, Barrós fue el Jefe de servicio de Seguridad de Casa Real. Decidió dejar su puesto para ascender a general del Ejército de Tierra un año antes de que Don Juan Carlos decidiera abdicar a favor del Rey Felipe VI.
El que fuera jefe de seguridad de los eméritos durante 14 años abandonaba su cargo sin imaginarse que poco tiempo después se le diagnosticaría de esta enfermedad que le ha costado la vida. Cuando cesó como jefe de Seguridad, en el Real Decreto del cese, el Rey emérito le agradeció "los muchos años de servicios prestados con gran lealtad, dedicación y eficacia". Y es que Barrós fue el gran protector de Don Juan Carlos y Doña Sofía, además del resto de miembros de la familia, cuando los tiempos eran muy convulsos y el terrorismo les amenazaba día sí y día también.
La capilla ardiente se instalará en el Tanatorio de Tres Cantos, en Madrid, y no sería de extrañar que algún miembro de la familia real española acuda a darle el último adiós. Esto ha supuesto un duro golpe para todos, pero, en especial, para Doña Sofía, quien durante los últimos años fue un gran apoyo para Barrós.
Doña Sofía, muy implicada con Manolo Barrós
La última vez que se les vio juntos en público fue el pasado mes de diciembre, durante la presentación del proyecto de investigación sobre ELA, que llevaba el nombre del ya fallecido Manolo Barrós. La Reina Sofía quiso financiar este proyecto a través de la fundación que lleva su nombre, la Fundación Reina Sofía.
Con este gesto, la emérita confirmaba su implicación en el estado de salud de su gran amigo y el que fuera su protector durante tantos años. Además de darle visibilidad a esta enfermedad, de la que se diagnostican en España unos 900 casos al año. Cabe recordar que más del 90% de ellos fallece antes de los diez años desde su aparición y, la esperanza de vida no supera los cinco años.
Aquel acto terminó con unas palabras del general Barrós, que leyó su hija Raquel, y estaban dirigidas a la Reina Sofía: "Durante más de 30 años, fui testigo de su cooperación por apoyar proyectos de ayuda a los demás. Lo que nunca imaginé es que, años más tarde, un proyecto de investigación podría llevar mi nombre, lo que me hace sentir muy honrado. Desde lo más profundo de mi corazón, muchas gracias y a sus órdenes".
La emérita, muy comprometida con las enfermedades neurodegenerativas
La triste muerte del general llega tan solo unos días antes que se celebre el I Congreso Internacional sobre la ELA Manolo Barrós, organizado por el Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas (Fundación CIEN), dependiente del Instituto de Salud Carlos III, en colaboración con la Fundación Reina Sofía, el Ayuntamiento de Almería y la Diputación.
Un congreso que está previsto para finales de junio y que se celebrará en Almería. Está previsto que Doña Sofía acuda a esta convención, que se convertirá en el epicentro del debate científico y se ha creado como un hito crucial en la lucha contra una enfermedad neurodegenerativa aún sin cura.
Don Juan Carlos no podrá acudir a darle el último adiós a su amigo
Quien también ya es conocedor de la noticia ha sido Don Juan Carlos. El emérito continúa en su "exilio" en Abu Dabi, por lo que no podrá despedirse de él como le hubiera gustado. Los miles de kilómetros y su situación personal le impide viajar hasta España en tiempo récord para dar el último adiós a la persona que veló por su seguridad y la de su familia durante tantos años.
De momento, desde Casa Real no se han pronunciado tras la muerte del que fuera jefe de Seguridad de Zarzuela durante 14 años y otros 16 más al servicio de los eméritos. Sin embargo, ha supuesto un profundo dolor y una gran tristeza a todos los que conocieron a Manolo Barrós, ya que fue un hombre muy querido que sabía combinar a la perfección la alta exigencia de su puesto de trabajo con la bondad y amabilidad.