Raquel Sánchez Silva ha sido incapaz de volver a vivir en la misma casa en la que murió Mario Biondo. El piso, situado en el madrileño barrio de Tirso de Molina, estuvo durante años cerrado a cal y canto, pues no era fácil alquilar o vender un inmueble en el que había fallecido alguien en tales circunstancias. Mucho menos si el caso era tan mediático. Aunque ahora lo tiene arrendado a un centro de meditación, durante varios años se convirtió en "una auténtica pesadilla" para la presentadora. Así lo repetía a su círculo, siendo precisamente un amigo quien se lo alquiló durante varios años. "No le quedó más remedio que alquilárselo a alguien cercano. Perdía dinero, pero fue su única opción", nos cuenta alguien cercano a Raquel. Para ella fue una pesada losa, una vivienda de la que no ha conseguido desprenderse y a la que inevitablemente sigue atada una década después de la muerte de su marido.
Raquel Sánchez Silva durante años alquiló la casa a un amigo
Se trata de un apartamento de alrededor de 100 metros y que está ubicado en un edificio del año 1915. "Es llamativo que nadie ha vivido allí desde entonces. Solo se ha alquilado a negocios. Raquel pudo alquilar la casa a un compañero periodista por la mitad de lo que costaba en el mercado. El amigo montó una agencia pequeña de comunicación, pero con la pandemia se volvió a quedar vacío", cuentan a la revista SEMANA. A pesar de que en esta zona los precios de mercado son altos, Raquel Sánchez Silva llegó a un acuerdo con él, por el que por menos de 1000 euros mensuales sería suyo. Dicho y hecho.Durante varios meses el piso en el que fue hallado sin vida Mario Biondo quedó precintado. Atado con una pasmina a una estantería, fue encontrado en su salón, una imagen que Raquel Sánchez Silva no ha podido sacar de su cabeza. Por ello, decidió abandonar la casa y no volver a entrar por la crudeza y los escalofríos que le producía el que había sido su hogar. Lo compró en el año 2010, tres años antes de la trágica muerte de su marido, y lo hizo con toda su ilusión. Entonces, nada hacía presagiar lo que terminaría viviendo en sus muros. Fue precisamente tras el fallecimiento del italiano cuando desesperada habló con un amigo, un acuerdo que compensó a ambos y con el que pudo pagar los gastos de esta céntrica casa.
Durante varios años Raquel Sánchez Silva pudo olvidarse o al menos dejar a un lado esta casa maldita. Fue en el año 2020 cuando España se paró en seco, lo que llevó a esta agencia a abandonar la que había sido su oficina. La presentadora se quedó sin inquilino y en el año 2021 encontró a alguien que se fijó en su propiedad, la cual había adquirido con sus ahorros y cuyo precio estaba fijado en 360.000 euros. Fue un centro de meditación llamado zen Mokusan Dojo Zen, el que se estableció allí, eso sí, desconocían por completo la historia que aguardaba la casa. Por ella pagan 2.000 euros mensuales, el doble del alquiler que Raquel consiguió para su piso durante años y cuya cantidad ella considera suficiente.Este negocio continúa abierto en la actualidad en el que fue el domicilio de Raquel y Mario Biondo, la casa en la que saltó todo por los aires, incluidos sus sueños. Los arrendatarios aseguran encontrarse bien, "sin fantasmas" y con una buena energía, a pesar de lo sucedido el 30 de mayo del año 2012 en su interior. Desde aquel momento ya nada ha vuelto a ser lo mismo para ninguno. Ni para Raquel Sánchez Silva ni para la familia de Mario Biondo. Los padres del italiano no han abandonado su lucha para tratar de demostrar que la muerte de Mario no fue un suicidio, sino un asesinato. Ahora vuelve a la palestra mediática su caso con el documental 'Los últimos días de Mario Biondo', serie que los íntimos del protagonista no aprueban, tampoco su perito judicial.
Puestos en contacto con su productor, Guillermo Gómez, quien a su vez fue representante de Raquel Sánchez Silva hasta el 2022, se niega a hacer declaraciones al respecto. No quiere entrar en polémicas y así se evidencia en su nerviosismo nada más atender la llamada de esta revista.