La tonadillera ha reaparecido en la capital y ha respondido a la cuestión sobre cómo le han sentado las últimas declaraciones de Fran Rivera.
Vídeo: Europa Press
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Isabel Pantoja no atraviesa uno de los mejores momentos de su vida. El distanciamiento con algunos de sus miembros de su familia y las deudas con Hacienda han hecho que el bienestar de la tonadillera esté contra las cuerdas. Por si fuera poco, a estos dos factores se ha sumado también la reciente entrevista de Fran Rivera en ‘¡De Viernes!’, la cual dejaba en muy mal lugar a la que fuera esposa de Paquirri. Pero ni estos pequeños baches han conseguido afectar en absoluto a la intérprete de ‘Marinero de luces’, que ha sido captada por los medios de comunicación mientras salía del hotel en el que se aloja en Madrid.
Fue el pasado martes, 26 de diciembre, cuando Isabel Pantoja voló desde Jerez de la Frontera hasta Madrid en un avión privado para comenzar los ensayos de los conciertos con motivo de su gira por el 50 aniversario. Sin embargo, no ha sido hasta ahora cuando la prensa ha podido fotografiar a la cantante, que tapaba una parte de su rostro con el cuello de su jersey y con unas gafas negras. Una táctica con la que evitaba que pudiera salir a la luz cualquier gesto que hiciera y que dejara entrever que el momento anímico en el que se encuentra no es del todo favorable.
Cuando los periodistas han preguntado a la madre de Kiko Rivera cómo se encuentra y le han deseado una feliz Navidad, Isabel ha respondido. Lo ha hecho asintiendo con la cabeza y revelando que está “bien”, aunque sin querer dar más detalles sobre cómo lleva la preparación de los conciertos y la polémica venta de su casa en Fuengirola. Precisamente, por esta última su nombre ha vuelto a copar titulares, ya que el comprador no esperaba encontrarse con un inmueble completamente diáfano. Esto se debe a que, antes de entregarlo, la tonadillera se ha quedado con lavabos e incluso puertas, probablemente para después venderlos por Wallapop.
Fran Rivera atacaba duramente a Isabel Pantoja en 'De Viernes': "Ella irá al infierno"
De esta manera y con tan solo una palabra, Pantoja ha contestado a la duda que miles de españoles tienen desde hace semanas. El testimonio de Fran Rivera en el nuevo programa de los viernes de Telecinco podría haber dinamitado por completo la paz de la sevillana y, lejos de hacerlo, ha provocado que esté aún más focalizada en sus compromisos profesionales.
Durante su intervención en el espacio televisivo presentado por Santi Acosta y Beatriz Archidona, el hermano de Cayetano Rivera fue claro respecto a su enemistad con Isabel: “No creo en el karma, pero creo en Dios y no me gustaría estar en su pellejo cuando, el día que se muera, se encuentre a mi padre para pedirle explicaciones, aunque sea un ratito, porque luego ella irá al infierno”, revelaba.
Por si fuera poco, Fran aseguró que la actitud de la tonadillera tanto con él como con su hermano nunca fue la mejor: “Es que mi padre se murió enamorado de mi madre y claro, para castigar a mi madre, ella castiga a sus hijos (…) Es tanto el daño que esa mujer nos ha hecho… Ha tenido muchas oportunidades para darnos cosas sin valor económico, solo sentimental, muchas personas que han estado cerca de ella le han pedido que nos dé las cosas de mi padre y ella lo que contestaba es que las cosas no se iban a mover de Cantora”, indicaba con total rotundidad.
Si algo está claro, es que todo apunta a que Fran e Isabel nunca van a acercar posturas ni tienen intención de hacerlo. Aunque en un primer momento el hijo de la cantante lo hizo con su hermano mayor tras emitirse ‘Cantora, la herencia envenenada’, más tarde volvían a distanciarse, y esta vez parece que de manera definitiva.
Además, el torero tampoco goza de una muy buena relación actualmente con Cayetano. Él mismo definía su amistad con el también diestro como: “No somos Caín y Abel, pero tampoco los hermanos Marx”. Unas declaraciones que quedaban claras cuando Fran definía a su hermano como “torpe” y "flojo" a la hora de ponerse ante un toro, mientras que el que fuera marido de Blanca Romero prefería permanecer ajeno a la polémica y no echar leña al fuego.