La Infanta Cristina ya es una mujer libre. Lo es y lo ha sido siempre, aunque estos dos últimos años ella misma se haya forjado una especie de cárcel emocional, ejerciendo como 'presa' de una alianza de casada que lanzaba un grito desesperado: ella seguía siendo la esposa de Iñaki Urdangarin. El padre de sus cuatro hijos, el hombre del que se enamoró y con el que pensó pasar el resto de su vida. Aquellas fotos con él de paseo por una playa invernal de la mano de otra mujer (Ainhoa Armentia) fueron una traición a todo, pero más cruenta todavía porque se hizo pública. ¿Sabía ella? ¿Intuía, sospechaba? ¿Consentía? Una vez descubierto el pastel, la hermana del Rey Felipe ha continuado llevado su dorado anillo en su mano derecha, dedo anular. Un detalle que durante este tiempo se ha elevado como un símbolo de resistencia. Ahora todo ha terminado. Los ex duques de Palma de Mallorca han firmado su divorcio. Y todo el mundo exclama: ¡Al fin!

Cristina, divorciada y presa de una alianza: la infanta que no quería su libertad
La Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, durante el juicio en Palma de Mallorca (Gtres).

Pese a las facilidades que en la actualidad se dan para poner término legal a un matrimonio, el de Cristina e Iñaki parecía sujeto a otras poderosas fuerzas. Las del corazón y las del bolsillo. La cosa se ha alargado demasiado y ella parecía rehuir su libertad. También estaban en juego otras consideraciones. Y es que las condiciones de una pareja con un pasado difícil (arrastrando la condena en prisión de Urdangarin a raíz del Caso Nóos) debían pactarse con sumo cuidado. La conexión de la Infanta con la realeza suponía otro punto conflictivo. Complicado olvidar a la hermana del monarca español sentada en un banquillo ante un juez, declarando múltiples veces que "no le constaba" nada de las actividades de su esposo...

La Infanta Cristina no pasará pensión a Iñaki Urdangarin

Finalmente, en el acuerdo de divorcio, ella no pasará una pensión a su exmarido, pero sí se ocupará de los gastos de sus hijos mientras estos no sean independientes, dado que ella disfruta de una situación económica más holgada que la de Urdangarin.

Dicho esto, volvemos al anillo. El dichoso anillo que Cristina ha mantenido con obstinada actitud, brillando pese a que su ya exmarido estaba normalizando su relación con su nueva pareja a la vista de todos. Dicen que se debe a sus profundos sentimientos religiosos. Cristina se ha tomado su tiempo para asimilar la situación, suponemos.

La Infanta Cristina en el cumpleaños de su hermana, la Infanta Elena
La Infanta Cristina, en el cumpleaños de su hermana, la Infanta Elena, en un restaurante de Madrid, tapando su anillo en su mano (Foto: Gtres).

No obstante, es de reconocer la loable actitud de la que la Infanta Cristina ha hecho gala durante este proceso. Tras unos primeros tiempos oscuros, en los que se la captaba a duras penas por las calles de Ginebra (Suiza), más delgada y cariacontecida, la Infanta resurgió entre sonrisas, luciendo un nuevo corte de pelo, en plena forma y hasta extirpándose la verruga que daba carácter a su rostro. Aquella mujer no quería sufrir más y seguía adelante con su vida. Los cambios físicos, a mejor, se asocian íntimamente a los periodos de crisis. Y la suya fue de campeonato.

La agitada nueva vida social de la Infanta Cristina

La Infanta Cristina con una chaqueta de lentejuelas.
La Infanta Cristina, con una chaqueta de lentejuelas en París (Foto: Gtres).

Desde entonces la hemos visto cumpliendo con su trabajo en la Fundación La Caixa, viajando a España invitada a bodas de amigos, de escapada con sus hijos en Córdoba para celebrar su 58 cumpleaños, ejerciendo de madre forofa animando a Pablo en sus partidos de balonmano, feliz en la graduación de la benjamina Irene, acompañando a su padre a París en el ingreso en la Academia Francesa de Mario Vargas Llosa, celebrando en Madrid el 60 cumpleaños de la Infanta Elena y hace poco soplando las velas junto a Don Juan Carlos en su 86 aniversario en Abu Dabi... La Infanta Cristina ya no se esconde.

Hasta novio le quisimos poner, aunque aquello quedara en agua de borrajas. El anillo será clave para saber en qué punto se encuentra. Lo cierto es que ha ido y venido, cambiándoselo a veces de la derecha a la mano izquierda. Ahora que ha firmado el divorcio ante un notario de Barcelona puede dar carpetazo a 25 años de matrimonio. Punto y final. Un anillo así deja huella, y a veces cuesta sacarlo cuando se ha hecho callo y se atasca en nuestra mano. Recomendamos relajarse, girar un poco, vaselina y jabón. Listo.