Señoras y señores, ¡el Rey Juan Carlos! En plenitud, feliz, radiante, sonriente, cumpleañero estupendo a los 86 cortando su tarta con un sable rodeado de su particular corte en Abu Dabi. Ya lo estábamos echando de menos. Fuera corsés y reprimendas. En estado puro. La imagen no se me quita de la cabeza. Sería un excelente arranque para una película, o mejor aún una serie, porque algo así necesitaría un desarrollo en profundidad del personaje. O quizás no. Y es que esta imagen se siente reveladora: es el principio del fin de todo un mundo.
Don Juan Carlos, el padre del Rey Felipe VI, el emérito tras su abdicación hace casi una década, se resiste a desaparecer así como así. Él sigue reivindicando su derecho histórico a ser y estar, y en esta creencia por sus 40 años "de servicio a España" le ha vuelto a salir su legendaria campechanía borbónica. Desea que sus méritos (algunos indudables) se eleven por encima de las meteduras de pata, de sus escándalos legales, de sus olvidos con el fisco, de sus amantes... Se lo deben. Pero hace tiempo que el velo cayó, aunque él parece no verlo. Más grave es que su entorno le siga riendo las gracias.
Porque sí, la fiesta por su 86 cumpleaños más parece otra más de sus 'pequeñas travesuras'. Pero no lo es. Qué bien llegar a esa edad y gozar de tu familia y amigos, qué bien poder soplar las velas, qué bien todo... Sí, ¿pero mostrarlo a la vista de todos? ¿En las páginas de la revista Hola? Quizás los allí presentes, precisamente por el cariño hacia su persona, no supieron decirle que no, que exhibirse a todo color no procedía.
Adiós a la discreción solicitada por su hijo, el Rey Felipe
La Casa Real que dirige su hijo le pidió a Don Juan Carlos más discreción tras aquella primera tumultuosa visita a España (léase Sanxenxo), en junio de 2022, después de retirarse en Abu Dabi en agosto de 2020. Con la lección aprendida, en sus siguientes viajes ha cumplido sin problemas. Incluso reapareció junto a todo el clan Borbón en el cumpleaños de su primogénita y favorita, la Infanta Elena, celebrado el pasado 20 de diciembre en un restaurante en Madrid. Ni siquiera aquel día trascendieron fotografías en público de la entrañable reunión. ¡ Y mira que nos hubiera encantado! Ver a padre e hijo reencontrados, al veterano matrimonio bien avenido y perdonado, a suegro y nuera brindando juntos... Todo quedó sellado en la intimidad.
A sus puertas el anciano monarca manifestaba que "debería haber más" ocasiones como estas. Y tanto. Tenía ya todo preparado para su propio festejo de aniversario. Solo que con una lista de invitados más reducida, más exclusiva, en la que se iban a caer tótems como su esposa, la Reina Sofía, y su propio heredero, el Rey Felipe, y su familia. Suponemos que sí les cursó invitación, pero ¿una fiesta en Abu Dabi con la que está cayendo? No, gracias.
La corona en una dulce tarta de aniversario
Felipe VI ha procurado poner freno a los antiguos desmanes y salvaguardar la institución por su bien y el de su heredera, la Princesa Leonor. Recordemos que justamente la heredera al trono debutaba un día después del cumpleaños de su abuelo en la Pascua Militar y que ambos eventos conviven en las páginas de nuestras revistas. Lo que se conoce como una contraprogramación en toda regla.
Una cosa es la Familia Real y otra la familia del Rey, pero es inevitable que ambas sean permeables y que sus acciones acaben afectando a todos. Todos lo saben o deberían saberlo. La tarta de cumpleaños del Rey Juan Carlos cubierta por un paño de fondant que reproducía su propio guion y escudo real (algo que solo debería usarse en ocasiones oficiales y no banalizarse), a punto de ser cortado por el soberano empuñando un primoroso sable con mango de marfil e inscripciones árabes en la hoja, es 'too much'. Demasiado.
La 'corte' paralela del Rey Juan Carlos en Abu Dabi
Hasta Abu Dabi viajaron sus mejores amigos, alrededor de un centenar de 'juancarlistas' profesionales, los devotos, los leales... Mucho tiempo atrás su padre, Don Juan de Borbón, recibía a sus partidarios durante su exilio en Estoril (Portugal). La situación no es la misma (ni el emérito está exiliado ni vive en Emiratos Árabes obligado), pero el recuerdo nos hace torcer el gesto. Allí había altos empresarios, aristócratas, una antigua amor y hasta el primer marido de Corinna Larsen, su otrora "amiga entrañable" y causante de su último quebradero judicial. Vinito, flamenco y Los del Río cantando la Macarena y posando en una foto con el homenajeado cogido de sus manos... ¿Perdón?
Entendemos a sus dos hijas y a los nietos, orgullosos del padre y del abuelo, encantados de hacerle feliz en su día. Totalmente comprensible en lo humano, pero qué raro, qué irresponsable en el fondo. A la realeza se le presupone un sentido del decoro que ha brillado por su ausencia.
Al Rey Juan Carlos se le ve emocionado y disfrutón, cómo no. Hubo discursos y palabras de reconocimiento y agradecimiento. Por fin su 'séquito' le rendía los honores que merece y que otros le niegan (ser apartado en los actos institucionales de la jura de la Constitución de su nieta Leonor le ha dolido y mucho). ¿Acaso es esta una pataleta tras sus recientes visitas fugaces a Madrid, en las que no se le ha permitido dormir en La Zarzuela?
Un monarca 'celebrity'
Una vez reconoció haber cometido un error, dijo sentirlo mucho y prometió que no volvería a ocurrir. Entonces fue por un elefante en Botsuana y una desafortunada caída que le rompió una cadera. Pero el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y si algo sabemos de Don Juan Carlos es que es muy humano. Todo comenzaba a pintar muy bien tras el cumpleaños de la Infanta Elena para 'normalizar' las cosas y, sin embargo, ahora parece que volvemos a la línea de salida otra vez. Esto ha logrado con su preciosa fiesta de cumpleaños. O mejor dicho, con la promoción de la misma, como si se tratara de una 'celebrity' más.
La estampa chirría, bascula peligrosamente entre la ternura y la risa nerviosa. El elefante en la habitación o temblando sobre el alambre. Es un cuadro con toques surrealistas. Como de otra época, una anacronía que pertenece a una galaxia muy lejana del siglo XXI. Esta 'dulce' Corona en el pastel se nos ha quedado bastante amarga.