Los días del confinamiento siguen, con medidas más o menos restrictivas según el proceso de desescalada en cada país, y poco a poco se retoman algunas actividades. En el caso de los reyes Guillermo y Máxima de Holanda han podido salir de su palacio para presidir la tradicional Ceremonia de Recuerdo, que tiene lugar cada año para conmemorar el fin de la Segunda Guerra Mundial y rendir homenaje a los caídos durante este conflicto y, desde 1961, también incorporando a las víctimas de las guerras posteriores. Eso sí, el acto se ha celebrado de una manera muy distinta a la habitual. En la Plaza Dam de Ámsterdam, sin público presente, y con apenas unos pocos invitados. Máxima destacaba en este histórico espacio toda vestida de negro en señal de luto, con un estilismo algo barroco y complicado, en el que sobrevolaba la emoción por tantas cosas.
Tocada con sombrero de tipo Fedora, de largo y con una pashmina cubriéndose, Máxima de Holanda parecía toda una aparición en medio de la plaza completamente vacía. Es la más importante de la capital de los Países Bajos y su lugar de origen en el siglo XIII. El Palacio Real es el edificio más emblemático y también el Monumento Nacional, que se alza en el centro. Hasta allí se dirigieron los reyes, acompañados por el Primer Ministro, Mark Rutte; la alcaldesa de la ciudad, Femke Halsema; y la presidenta del Comité Nacional, Gerdi Verbeet.
Guillermo y Máxima, junto al resto de presentes, se dirigieron hasta dicho monumento para depositar una corona de flores. A continuación guardaron un par de minutos de silencio en señal de respeto. Aparte de ellos, solo las palomas que pululaban por la plaza eran testigo de este momento tan especial.
Los reyes de los Países Bajos están siendo de los más activos de la realeza en el marco de esta pandemia. No solo participan en reuniones telemáticas con distintas autoridades y organizaciones, sino que también han podido bajar a pie de calle para conocer de cerca la situación de algunos colectivos, especialmente el sanitario. Además han tenido ocasión de hacer gestos que su pueblo ha valorado mucho, como salir con sus tres hijas a aplaudir al balcón de su residencia en Huis ten Bosch y, más recientemente, el pasado 27 de abril, mostrarse en familia mucho más relajados durante el posado oficial con motivo del 53 cumpleaños del monarca.
Eso y otras actividades de despacho nos ha facilitado ver los interiores de su residencia oficial, en la que se instalaron hace un año y medio tras cuatro años de intensas (y millonarias) reformas. Un estilo colorista, moderno e incluso atrevido que rompe con las reglas clásicas de las monarquías para este tipo de viviendas. Casi a la par con el estilo de la propia Máxima de Holanda, mujer de reconocidos gustos barrocos, quien esta vez aparcó los colores vivos por el sobrio negro. Eso sí, luciendo un conjunto nada sencillo haciendo honor a lo que siempre esperamos de ella.