Si ya parece complicado que un espía al servicio de un país extranjero consiga pasar formar parte del círculo más intimo de la Familia Real Británica, el hecho de que haya pasado por lo menos dos veces convierte esta historia en un auténtico disparate. El punto extra para hacer de esta historia de espías un auténtico escándalo es la circunstancia de que le ocurre al miembro más polémico de la familia de Carlos III: el proscrito Príncipe Andrés. La semana pasada un tribunal británico reveló su relación con un supuesto espía chino y la posibilidad de que la seguridad nacional se haya visto vulnerada está ahora sobre la mesa.
El Príncipe Andrés que durante años se sintió impune para cultivar amistades que le permitieran todo tipo de atrocidades, como mantener relaciones sexuales con menores a las que luego indemnizó para no llegar a juicio, vive ahora sus días como una suerte de garrapata de su hermano Carlos III. Atrincherado en una de sus propiedades en el Royal Lodge desoyendo las reclamaciones de su hermano para abandonar el complejo de su propiedad y, ahora, despojado de su asignación anual a cargo de todos los británicos. El poco honorable Andrés ahora suma un problema legal a nivel internacional a su listado de salidas de tono.
Pero esta circunstancia, como antes os contaba, no es la primera vez que se da en la Familia Real Británica, aunque sí es la primera que se duda de si el miembro con el que el supuesto espía tuvo contacto estaba en connivencia con el agente doble o si desconocía su circunstancia.
Andrés y el supuesto espía chino
Según una reciente investigación ha revelado, un agente secreto chino al que han apodado “H6” desarrolló lazos de amistad con el Príncipe Andrés llegando incluso a visitar Buckingham como invitado privado del Príncipe en al menos dos ocasiones que hayan podido constatar, además también estuvo presente en eventos privados en el Palacio de Saint James y en el de Windsor también por expreso deseo del hermano de Carlos III. Ahora se sospecha que este supuesto empresario trabajaba para el régimen chino como un agente doble suministrándoles información relevante sobre la geopolítica británica desde el corazón del establishment inglés. Por el momento se han recabado pruebas de contacto con al menos dos ex primeros ministros con los que se le habría fotografiado: Theresa May y David Cameron.
La relación entre el príncipe y el empresario espía había nacido en 2010 cuando Andrés actuaba como enviado comercial de Gran Bretaña en China y por ese motivo viajaba de forma frecuente al gigante asiático en expediciones comerciales. En este sentido, voces como la del Lord laborista Lord George Foulkes o la actual ministra de Interior se han alzado pidiendo más explicaciones. “A la luz de las recientes revelaciones, resulta aún más urgente que se examinen en detalle sus relaciones con los funcionarios chinos", solicitaba Foulkes. Esta complicada situación habría hecho que desde Buckingham Andrés haya recibido presiones para declinar su presencia en las celebraciones familiares de estas fechas navideñas.
Un agente del KGB en el círculo íntimo de Isabel II
Pero esta circunstancia tan peliaguda no es la primera vez que se da en la corte de los Windsor, claro que, la anterior ocasión contaba con algunas salvedades que no se dan en esta. Eran los años de la Guerra Fría y se podría decir que el mundo se dividía en dos grandes bloques, occidente y los temidos comunistas de más allá de los limites de Europa: la URSS y China. Gran Bretaña temblaba ante la posibilidad de que el recién elegido primer ministro, Harold Wilson, pudiese haber sido captado como espía para el KGB en sus años de juventud en los que había viajado a Moscú, pero la realidad era mucho peor. Mientras la opinión pública fantaseaba con la terrible idea de tener a un espía sentado en el 10 de Downing Street, lo tenían sentado cómodamente en Buckingham.
Uno de los más estrechos colaboradores de la Familia Real Británica, con una excelente relación con Isabel II y su marido, Felipe de Edimburgo, jugaba a dos bandas facilitando documentación con todo tipo de información confidencial al KGB ruso. Sir Anthony Blunt, conservador de la colección de pintura de Buckingham desempeñaba tareas de espionaje desde la comodidad del Palacio de Buckingham. Cuando el pastel se descubrió la vergüenza tanto de Palacio como del Gobierno fue tal que, a pesar de la gravedad, se optó por no tomar represarías contra Blunt por la gravedad que supondría admitir tal brecha de seguridad a ese nivel.
No fue hasta 1979 que Thatcher admitió en sede parlamentaria que el funcionario de Buckingham y caballero por designación de Isabel II había facilitado información confidencial a Rusia durante al menos dos décadas. Años más tarde Blunt fue condenado por alta traición en un proceso judicial que no supuso condena alguna para él ya que por su avanzada edad no podía ser enviado a prisión. Sobre el por qué de su cercanía a Stallin y su régimen, Sir Anthony Blunt dijo en sede judicial que “puse mi conciencia por encima de la lealtad a mi país”.