Estos días el mundo está conmocionado por el intento de asesinato que ha sufrido Donald Trump en uno de sus mítines en Pensilvania. El destino ha jugado en favor del líder republicano que no solo consiguió esquivar la bala por milímetros, si no que de un balazo se ha convertido en (casi con toda seguridad) el próximo presidente de Estados Unidos. El impacto electoral de este incidente parece ser imparable para quién sea que pudiera ser el candidato demócrata dispuesto a hacerle frente en los comicios.

Hoy recordamos la vez que Carlos III, por aquel entonces, príncipe de Gales se vio envuelto en un tiroteo durante uno de los actos de su visita a oficial a Australia en 1994. Por suerte el desenlace no fue el deseado por el atacante y aquello no quedó más que en un susto que provoco que reforzaran la seguridad en torno al heredero, pero en los primeros minutos se temió lo peor.

1994, un desafío para Carlos

La burbuja del cuento de hadas de Carlos y Diana había estallado en 1992 con el anuncio de la separación de los príncipes de gales. Las réplicas de aquel estallido todavía no habían parado, la última y muy sonada había sido la confirmación de que Carlos había simultaneado su relación con Camilla Parker Bowles con su matrimonio con Diana gracias a la publicación de una conversación privada donde Carlos confesaba a Camilla que necesitaba tenerla en su cama varias veces por semana. En medio de aquel clima público, la idoneidad de Carlos para algún día llegar a reinar se cuestionaba día sí, día también. Motivos para ello no faltaban. Además, en uno de los estados miembro de la Commonwealth despertaban de nuevo ansias republicanas y Buckingham quiso acallarlas enviando a Carlos en visita oficial.

Carlos y Diana en uno de sus últimos actos como matrimonio en 1993

Carlos y Diana en uno de sus últimos actos como matrimonio en 1993.

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De este modo Carlos partió en enero de 1994 en visita oficial a Australia con el fin de encandilar de nuevo al pueblo de las antípodas con algo del brillo real de la familia Windsor. La ocasión parecía también ideal para reforzar la imagen pública del heredero sirviendo el viaje para darse un baño de masas que lo colocase a ojos de los australianos como una suerte de pariente lejano la mar de encantado, vamos, un campechano. Con este fin, desde Buckingham se pidió al gobierno australiano que las medidas de seguridad alrededor de Carlos fuesen todo lo laxas posibles para que la imagen que se transmitiera fuera de cercanía.

Dos disparos que impactaron en Buckingham

Era la mañana del miércoles 26 de enero de 1994 y Sidney se despertaba con un ambiente primaveral. Cielos despejados y 25º para recibir al heredero de la corona británica. Esa mañana Carlos de Gales tenia que visitar Darling Harbour, una calle peatonal a las afueras del centro de Sidney destinada al ocio. La visita arrancó sin mayor problema. El príncipe fue recibido por autoridades locales y los curiosos se agolpaban en las vallas que delimitaban el recorrido de la real visita. Una banda de música amenizaba el acto que terminaba en un escenario desde el que Carlos debía dar un pequeño discurso dedicado a quienes allí se reunían.

Justo en el momento en el que el príncipe de Gales iba a tomar la palabra de entre el público salió corriendo un joven que empuñando un arma realizó dos disparos en dirección a Carlos. En aquel instante el personal de seguridad allí presente evacuó al hijo de Isabel II a un lugar seguro y redujo al atacante, que fue detenido allí mismo. Poco después se supo que la pistola era de fogueo y que los dos disparos efectuados no habían impactado en nadie porque eran solo balas destinadas a hacer una simulación de disparo con únicamente impacto acústico. El atacante, David Kang, de 23 años, explicó que se trataba de un acto de protesta que buscaba poner de relieve el maltrato del estado de Australia a los refugiados camboyanos, país del que había tenido que huir él también.

¿Por qué contra Carlos?

Según lo que el propio Kang contó tiempo después, el joven había escrito al príncipe de Gales pidiéndole, sin éxito, que se posicionara en el conflicto que tocaba de lleno a uno de los países miembro de la Commonwealth. El joven finalmente fue condenado a realizar trabajos en beneficio de la comunidad. Aquel susto provocó que el resto del viaje se desarrollara entre estrictas medidas de seguridad, pero, aun así, sirvió para reforzar la imagen de Carlos. Los medios británicos alabaron el estoicismo del príncipe de Gales que se mostró imperturbable sobre el escenario ajustándose los puños de su camisa mientras David Kang se abalanzaba sobre él con un arma.

Fotograma del momento en el que David Kang es reducido tras atacar al príncipe Carlos

Fotograma del momento en el que David Kang es reducido tras atacar al príncipe Carlos

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El príncipe Carlos nunca quiso hacer declaraciones sobre ese incidente, pero la que sí se pronunció en su momento fue su hermana, la princesa Ana, que calificó de “inevitable” ese tipo de percances. Cabe recordar que ella misma había padecido en 1974 un intento de secuestro y sus agresores en esa ocasión empuñaban auténticas armas de fuego. La prensa de la época señaló que la “bala esquivada” por parte de Buckingham había sido doble: la de fogueo y la de tener que dar a Diana un papel más relevante en la familia con el eventual fallecimiento del príncipe de Gales.