“Lo que ocurre en momentos ordinarios determina tu futuro”, dice Shane Parrish, en su libro ‘Pensar con claridad’. A este exespía del servicio secreto de inteligencia canadiense lo llaman el gurú de Wall Street y es que a través de su blog, ‘Farnam Street’, así como de su boletín semanal ‘Brain Food’ y del pódcast ‘The Knowledge Project’, ofrece píldoras de sabiduría que oscilan entre el autoconocimiento, el liderazgo y la filosofía. Un dato: el 80% de sus suscriptores trabajan en la bolsa. 

Pero lejos de ser tan sólo uno más de los tantos que predica al respecto, Parrish nos invita a tomar el control de nuestra vida y nuestras decisiones, a fin de conseguir nuestros objetivos y vivir más felices y plenos. Confiesa que durante su trabajo en la agencia de inteligencia llegó a un punto en el que tuvo que formularse algunas preguntas que serían el punto de partida para lo que construyó décadas más tarde:

  • ¿Cómo podemos razonar mejor?
  • ¿Por qué las personas toman malas decisiones?
  • ¿Por qué algunas consiguen de manera constante mejores resultados que otras que disponen de la misma información?
  • ¿Cómo podrí acertar con más frecuencia y reducir la probabilidad de obtener un mal resultado cuando había vidas en juego?

“Si existía un método para pensar con claridad y tener una mayor capacidad de discernimiento, yo quería dominarlo”, confiesa, y esta fue la premisa que lo llevó a observar, estudiar y recopilar información acerca del proceso de cognición. “Mientras el resto de nosotros nos dedicamos a perseguir la victoria, los mejores del mundo saben que deben evitar perder antes de poder ganar. Y resulta que es una estrategia sorprendentemente eficaz”.

Cómo gestionar los errores

Para Parrish los errores como parte ineludible de la vida, aunque debemos indagar en ellos. “Cuando las cosas no salen como pensamos, la mayoría de nosotros suele culpar al mundo, en lugar de a sí mismos”, explica, y relaciona este fenómeno con el sesgo del autoservicio, lo que en psicología se conoce como una tendencia a evaluar las cosas de manera que protejan o realcen la imagen que tenemos de nosotros mismos. En lugar de atribuir el éxito a nuestra capacidad, y el fracaso a factores externos, la clave radica en no esquivar la responsabilidad de las decisiones que hemos tomado: “Una cosa que distingue a las personas excepcionales de la masa es su manera de manejar los errores y extraer aprendizajes de ellos para mejorar”.

Este gurú afirma que el error no es el problema, sino intentar encubrirlo y eludir la responsabilidad de asumirlo. “Admitir un error y cambiar tu línea de acción no sólo te ahorra tiempo, sino que te capacita para evitar cometer más errores en el futuro”, y añade que si extraemos aprendizaje de ellos, nos estaremos acercando a la persona que queremos ser. 

Libro pensar con claridad

Cortesía

Los cuatro pasos de Shane Parrish para manejar los errores de manera más eficaz son los siguientes: 

Paso 1: Aceptar la responsabilidad

“Si has tomado las riendas de tu vida, debes reconocer cualquier aportación que hayas podido hacer a la comisión de un error y asumir la responsabilidad por sus consecuencias. Aunque el error no sea solo culpa tuya, sigues siendo tu problema y tienes una función que desempeñar en deshacerlo”.

El experto arguye que ante los errores, la reacción emocional predeterminada se esfuerza por tomar el control de la situación, aunque deberíamos hacer lo contrario, asumir las riendas: “es dejar que el rumbo de tu vida lo determine un capricho emocional”. Aquí es esencial mantener las emociones a raya. “Si no has trabajado en reforzar esta virtud, no tendrás demasiado margen de maniobra. Por eso es importante la práctica constante”.

Paso 2: Aprender del error

Nos invita a reflexionar sobre cuál ha sido nuestra aportación a la comisión del error, explorando los diversos pensamientos, sentimientos y acciones que nos han conducido hasta este momento. Si no identificamos las causas del problema, no podremos resolverlo, ni hacerlo mejor en el futuro, al contrario, estamos condenados a repetir el mismo error una y otra vez. “Si llegas a esta fase culpando a otras personas o diciendo cosas como ‘¡No es justo!’ o ‘¿Por qué me pasa esto a mí?’, entonces no has aceptado la responsabilidad por el error. ¡Vuelve al paso 1!”

Paso 3: Comprometerse a mejorar

“Formula un plan para hacerlo mejor en el futuro. Puede ser cuestión de reforzar una virtud, como asumir una mayor autorresponsabilidad o desarrollar la seguridad en ti mismo. O también puede consistir en instalar una salvaguarda. En todo caso, necesitas trazar un plan para mejorar en el futuro, y aplicarlo. Solo entonces podrás cambiar las cosas y evitarás repetir los errores del pasado”.

Paso 4: Reparar el daño lo mejor que puedas

“La mayoría de las veces es posible reparar el daño provocado por un error. Cuanto más larga sea la relación con la persona o más coherente haya sido tu comportamiento, más fácil resultará repararlo”, señala Parris, aunque nos recuerda que esto no sucede en el acto y, a menudo, debemos dejar pasar tiempo para que sanen las heridas y esforzarnos para mejorar en lo sucesivo. No obstante, algunos errores tienen consecuencias irreversibles: “La clave en este caso consiste en no dejar que una mala situación empeore”. 

Shane concluye diciendo que si no asimilamos los errores, estos actúan como anclas y, aunque no podemos cambiar el pasado, sí que podemos trabajar para deshacer las consecuencias que hayan podido tener nuestros errores, en el futuro. “La historia más potente del mundo es la que te cuentas a ti mismo. Esa voz interior tiene el poder de hacerte avanzar o de anclarse en el pasado. Elige con inteligencia”.