Como parte de su segundo año de formación militar, la Princesa Leonor lleva desde el mes de enero a bordo del buque Juan Sebastián Elcano en el que es su XCVII crucero de instrucción. Durante 6 meses, visitará ocho países, además de varios puertos españoles, lo que la mantendrá completamente centrada en su formación como futura capitana general de los Ejércitos. Tras dejar Valparaíso, ha puesto rumbo a El Callao (Perú), para continuar hacia Panamá y cruzar el Canal hasta el Caribe. Le seguirán Cartagena de Indias (Colombia), Santo Domingo (República Dominicana) y Nueva York, donde volará a España para embarcarse en una fragata hasta Ferrol, donde atracará el 9 de julio para continuar hasta la Escuela Naval de Marín.

La Princesa Leonor en el buque escuela Juan Sebastián Elcano

La Princesa Leonor en el buque escuela Juan Sebastián Elcano

Foto: Gtres

La presión a la que está siendo sometida es intensa. Las sus últimas imágenes de Leonor, dejan en evidencia un semblante triste y preocupado tras la publicación de sus fotos en bikini. La expectación mediática, sumada a la ausencia de sus seres queridos, puede resultar abrumadora. Paloma García Zubieta, psicóloga sanitaria en Clínicas Origen, habla con SEMANA acerca de las emociones y las herramientas que pueden ser útiles en momentos de encierro como los que vive la heredera. 

Las emociones del encierro

Paloma García afirma, que pasar mucho tiempo en un espacio reducido y con libertad limitada, aunque sea una elección voluntaria y en un entorno seguro como un barco, puede generar emociones intensas e incluso, a veces, contradictorias. “Al principio es común sentir motivación, sentido del deber o incluso ilusión por el reto que implica esa experiencia. Sin embargo, a medida que pasan los días, pueden aparecer sensaciones de frustración, cansancio mental, apatía, irritabilidad, sensación de estar desconectados del mundo exterior o una tristeza”. 

La experta compara esta situación con lo vivido durante el confinamiento por la pandemia: “Vi en consulta muchos casos que reflejaban esta misma dinámica emocional: personas que empezaron con fuerza y estructura, pero que luego se vieron superadas por la repetición de rutinas, la falta de contacto físico con los suyos o la sensación de no tener control sobre su entorno”. Recuerda que es algo que también ha visto en profesionales como militares en misiones largas, personal embarcado o sanitarios que trabajan en unidades cerradas. 

La psicóloga destaca que cuando el contacto social se reduce a un grupo pequeño y constante, y no hay espacios de verdadera intimidad, es normal que aumente la irritabilidad o que haya una especie de 'anestesia emocional', donde todo empieza a sentirse igual. A esto se suma una posible presión por estar siempre bien, especialmente si eres una figura pública. “En el caso de Leonor, hablamos además de una joven que representa a toda una generación, que crece en un entorno de máxima exposición pública y con un nivel de exigencia emocional muy elevada. Su estabilidad emocional no es solo importante a nivel personal, sino también simbólicamente”.

Herramientas para mitigar estas emociones

García Zubieta señala que la clave está en encontrar pequeños espacios de autocuidado emocional y recomienda mantener rutinas flexibles, como una de las herramientas más poderosas: “horarios que estructuren el día, pero que no sean tan rígidos como para generar sensación de encierro. Incorporar momentos que den sentido —aunque sean pequeños—, como escribir un diario, practicar mindfulness o escuchar música, puede marcar la diferencia”. 

Pequeños gestos o rituales que nos hagan sentir vinculados con los demás, como videollamadas, escribir cartas o incluso llevar un objeto significativo, es otra de sus recomendaciones, algo que en psicología llaman ‘ventanas de conexión emocional’. La actividad física regular, establecer metas semanales alcanzables, practicar ejercicios de respiración o de relajación y, muy especialmente, poder compartir cómo nos sentimos con alguien de confianza, ayudan a mantener el equilibrio emocional en entornos exigentes.

La Princesa Leonor, en el buque escuela Juan Sebastián Elcano.

La Princesa Leonor, en el buque escuela Juan Sebastián Elcano. 

Gtres

Prepararse para enfrentar lo mejor posible el aislamiento 

Para García Zubieta la preparación emocional antes de un encierro prolongado es tan importante como la logística. “Muchas veces pensamos en qué llevar, cómo organizar el tiempo o qué tareas se van a realizar, pero dejamos de lado la salud mental. Anticiparse, validar que puede haber momentos duros y entrenarse en habilidades como la gestión de la frustración o la regulación emocional es fundamental”. 

Comparte que en su trabajo con pacientes que van a enfrentarse a situaciones de alta exigencia (militares, sanitarios, opositores, incluso deportistas de élite), les ayuda en consulta a fortalecer su identidad, trabajar el diálogo interno y crear una ‘maleta emocional’ con recursos que puedan utilizar en momentos de bajón. “Van desde frases que les conecten con su propósito, hasta técnicas de respiración, anclajes positivos o espacios de expresión emocional como la escritura o el dibujo”. 

Es clave no exigirse estar bien todo el tiempo, y destaca que permitirse sentir, sin juzgar, encontrando un equilibrio entre el autocuidado y el compromiso con la tarea. “El bienestar no es solo estar feliz, es poder sostener las emociones cuando llegan, sin sentirse desbordado. Esa es la verdadera fortaleza: no negar lo que sentimos, sino tener herramientas para atravesarlo”. Concluye que lo importante no es evitar todo malestar, sino aprender a convivir con él sin que nos arrastre. “Con apoyo, preparación y herramientas internas, se puede transitar una experiencia intensa y salir de ella con mayor resiliencia y madurez”.