Habrás notado el poder sanador de la música. Recuerda ese día que, estando atrapada en el tráfico, pusieron tu canción favorita y conseguiste dejar a un lado el enfado para sumergirte en un estado de felicidad plena. Por exagerado que parezca, sus efectos han sido estudiados por la ciencia, concluyendo que más allá de ser un mero entretenimiento, la música tiene una incidencia en nuestras emociones y capacidades cognitivas. De hecho, queda de manifiesto su capacidad para moldear nuestro ánimo y aumentar nuestro bienestar, al activar áreas cerebrales vinculadas con el placer y el movimiento.

Más allá del impacto emocional que la música tiene en nuestras vidas, sendas investigaciones han demostrado que cuando escuchamos esas canciones que nos gustan, se produce una reacción en el cerebro que involucra neurotransmisores asociados al placer y la recompensa. Esto sucede en el núcleo accumbens, donde se libera dopamina, mientras la corteza motora prepara al cuerpo para moverse rítmicamente, incluso si estamos quietos. Este fenómeno, descrito por Srini Pillay, neurocientífico de Harvard, explica por qué ciertas canciones actúan como interruptores emocionales.  

Pero además del placer que provoca la música, investigadores como Luca Kiss y Karina J. Linnell, de la Universidad Goldsmiths de Londres, demostraron en 2020 que escuchar música de fondo reduce la divagación mental en un 40%. ¿La razón? Con los patrones sonoros familiares, el cerebro deja de buscar estímulos nuevos y dirige recursos hacia tareas específicas, como resolver un problema o concentrarse en esa tarea pendiente. Es como si las notas musicales eliminaran esa niebla mental que a veces nos impide concentrarnos.

escuchar música para ser feliz

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Otro de los beneficios que tiene la música es su capacidad para regular del estrés. Al escuchar una canción que nos emociona, el cerebro se activa de forma que se reducen los niveles de cortisol —la hormona del estrés—, generando una sensación de alivio y bienestar. Así, la música se posiciona como una herramienta natural para combatir las tensiones diarias y promover la felicidad.

La elección adecuada: clave para potenciar la felicidad

Sin embargo, no todas las melodías tienen el mismo efecto en nuestro cerebro, por lo que seleccionar la música adecuada resulta clave para potenciar sus beneficios. Según Pillay, el truco está en adaptar la música a nuestro estado emocional. En situaciones de estrés, por ejemplo, se recomienda optar por canciones que tengan un efecto calmante. Temas como Flowers de Miley Cyrus o Big Green Tractor de Jason Aldean, pueden actuar como bálsamo para el ánimo, proporcionando una sensación inmediata de calma y reconexión con uno mismo.

Por otro lado, en momentos en los que nos sentimos más decaídos o enfadados, podemos recurrir a canciones más enérgicas que nos ayuden a canalizar esas sensaciones de forma positiva. Los investigadores proponen temas tan icónicos como Smells Like Teen Spirit de Nirvana o Lose Yourself de Eminem, para una playlist que nos haga transformar la rabia en una fuerza productiva. Esta flexibilidad musical nos demuestra que, dependiendo de nuestras necesidades, es posible seleccionar un repertorio que nos oriente hacia un estado de mayor bienestar y felicidad.

El rol de la familiaridad en la música

Otro aspecto fundamental que ha resaltado la investigación es la importancia de la familiaridad con la música que escuchamos. Las canciones conocidas no solo evocan recuerdos y emociones profundas, sino que también activan regiones del cerebro relacionadas con el movimiento. Este fenómeno genera lo que algunos expertos denominan “un enfoque de cuerpo completo”, en el que anticipar ritmos y letras crea una experiencia multisensorial y placentera. 

La familiaridad actúa, además, como un ancla emocional. Cuando nos encontramos en un momento de tristeza o melancolía, una canción que ha acompañado recuerdos felices puede ser lo que necesitamos para revertir esas sensaciones negativas. Temas clásicos, como Adagio in G Minor de Albinoni, han demostrado ser efectivos para liberar tensiones acumuladas y reconectar con sentimientos positivos, permitiéndonos superar malos momentos.

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Por otro lado, más allá de su impacto en el estado emocional, la música tiene aplicaciones sorprendentes en ámbitos tan diversos como la productividad. En entornos laborales, se ha observado que la música de fondo puede potenciar el rendimiento y la creatividad. Al disminuir la distracción y fomentar la concentración, las melodías adecuadas permiten que nuestro cerebro se enfoque en la tarea que tenemos entre manos. Por ello, elegir el género y el ritmo correcto puede ser determinante para alcanzar un mayor rendimiento en el trabajo.

Lo cierto es que la música es una de las herramientas más eficaces para alcanzar la felicidad. Nos ayuda a reconectar con nuestras emociones y nos invita a transformar cualquier situación en una experiencia profundamente positiva. La próxima vez que sientas que el día se torna gris, permite que la música actúe como ese rayo de sol que disipa las nubes, y descubre el secreto para vivir con más alegría y plenitud.