En nuestra búsqueda del bienestar sabemos que más allá de comer bien y hacer ejercicio de manera regular, también debemos atender todas las áreas de nuestras vidas, de ahí que hayamos entendido que los hogares deben ser espacios que nos hagan sentir bien, que faciliten estados de ánimo placenteros en los que podamos dejar atrás el estrés y las preocupaciones diarias.

Mayte Litton es interiorista y experta en Feng Shui y nos explica que esta disciplina milenaria de origen chino estudia la energía no tangible —conocida como Qi— de los espacios. Su objetivo es observar, interpretar y armonizar esta energía para crear entornos que favorezcan nuestro bienestar, nuestras emociones y nuestras decisiones diarias.

“Partimos de la base de que todo lo que nos rodea nos influye. Los espacios que habitamos no solo tienen una función práctica, también generan sensaciones, estados emocionales y formas de pensar. Y es precisamente desde esos estados mentales y emocionales desde donde tomamos decisiones importantes en nuestra vida. Si vivimos en un entorno equilibrado, que nos hace sentir bien, tendremos más claridad, más energía, y seremos más capaces de alcanzar lo que deseamos”.

Según la experta, uno de los principios esenciales del Feng Shui es que no existe una energía “buena” o “mala” en sí misma, sino que se comporta de forma diferente según el uso del espacio y las personas que lo habitan. “Existen configuraciones energéticas más favorables o menos armoniosas, pero siempre pueden trabajarse y redirigirse a nuestro favor”. En la práctica, el Feng Shui se traduce en analizar y armonizar elementos concretos como la orientación de los espacios, los colores, la distribución del mobiliario, los materiales y la ubicación de áreas importantes como el descanso o el trabajo. “Todo ello forma un sistema energético que, al ser optimizado, actúa como un trampolín para nuestras metas, sueños y bienestar” y recalca que el Feng Shui no es magia ni superstición “es una herramienta poderosa y tangible para mejorar nuestra vida a través de los espacios que habitamos”. 

Feng Shui para espacios con bienestar

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Cómo puedo saber si mi casa tiene un buen Feng Shui

Litton expone que una de las primeras formas de evaluar el Feng Shui de una casa es observar el equilibrio entre las dos energías fundamentales: el Yin y el Yang. Estas energías son opuestas y complementarias, y deben estar en armonía según el uso de cada espacio.

“Por ejemplo, un dormitorio ideal debería tener una energía más Yin: tranquila, acogedora, con colores suaves, buena ventilación pero sin corrientes, y una iluminación tenue que invite al descanso. Si, por el contrario, el dormitorio se encuentra en una zona muy ruidosa, con luces exteriores que impactan directamente, colores muy intensos o decoración excesiva, se trataría de un espacio Yang, poco favorable para el sueño”. En cambio —dice—, una zona como el salón o el comedor —espacios destinados a la comunicación, la actividad y la vida social— debería tener una energía más Yang: luz natural abundante, buena ventilación, colores vivos o neutros claros, cortinas que permitan la entrada de luz, y una disposición que invite al movimiento y la interacción. Si estos espacios tienen poca luz, colores muy oscuros o están demasiado cerrados, están dominados por energía Yin, lo cual no es lo más adecuado.

Cómo crear un espacio que invite a la calma y transmita seguridad

El primer paso es evitar el ruido visual. Para ello debemos eliminar el exceso de objetos decorativos, colores muy intensos o mobiliario que obstaculiza el paso o genera caos a la vista. “Apostar por el orden y la simplificación nos ayuda a que el espacio respire”. La interiorista destaca que además de lo estético, la disposición de los muebles tiene un papel clave, sobre todo cuando hablamos de transmitir seguridad. “En Feng Shui, recurrimos a los principios de la Escuela de las Formas, una de las más antiguas, que utiliza representaciones simbólicas de cinco animales para analizar la configuración ideal de un espacio”.

Señala que dos de ellos son fundamentales cuando queremos sentirnos protegidos y en calma:

  • La tortuga negra, que simboliza la protección y el respaldo.
  • El ave fénix, que representa la visión y la apertura hacia el futuro.

“En la práctica, esto se traduce en cuidar lo que hay a nuestra espalda y frente al ubicarnos en un sofá, en una silla de trabajo o en cualquier espacio donde pasamos tiempo.
La espalda debe estar protegida —idealmente por una pared o un respaldo sólido— para evitar esa sensación inconsciente de vulnerabilidad. Estar de espaldas a una puerta o a una ventana, por ejemplo, puede activar nuestros sistemas de alerta, generando más cansancio, tensión e incluso irritabilidad”. Frente a nosotros, en cambio, debe haber apertura: un espacio amplio, despejado o con una vista agradable, que nos dé sensación de perspectiva, amplitud y libertad. 

Feng shui para el bienestar

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Los imprescindibles para una casa en armonía

  • Alinea el Yin y el Yang:
Busca el equilibrio entre energía activa (Yang) y energía pasiva (Yin) según el uso del espacio. Luz, color, texturas, materiales… todo comunica una energía. La armonía nace de ese ajuste fino entre lo que un lugar necesita y cómo está construido.
  • Protege tu espalda, abre tu visión:
Ya sea en el sofá o en tu escritorio, asegúrate de tener un respaldo sólido y una vista abierta al frente. Esta pequeña acción transmite seguridad, firmeza y claridad mental.
  • Deja que la luz natural entre (y circule):
La luz es energía vital. Asegúrate de que las cortinas no bloqueen la entrada de luz natural, ventila cada día y permite que la energía se mueva con libertad. Estancamiento de aire = estancamiento emocional.
  • Cuida lo que no se ve, pero se siente:
Hay energías sutiles que no se ven pero se notan. Evita vivir con objetos rotos, luces fundidas o rincones descuidados. Todo eso comunica abandono.
  • La armonía no es perfección, es coherencia: Tu casa no tiene que parecer una revista. Tiene que parecer tuya. Que sea reflejo de lo que vives y anhelas en tu vida.