Las etiquetas tradicionales que agrupan laspieles por categorías, aunque en un primer momento creas que te va a facilitar tu rutina facial, realmente limitan y encasillan nuestra belleza. Cada piel es única y hay un camino perfecto para sacarle el máximo partido.
Desde hace décadas se ha encasillado a la piel con etiquetas como grasa, mixta, seca o piel sensible. ¿Esto es así? ¿Tantos millones de pieles pueden entrar en estas categorías cerradas? Reducir nuestras necesidades a tipologías tan genéricas no va hacer que cuidemos de nuestra piel tan bien como se merece. Desechemos pues estos tipos de piel que conocemos de siempre para dejar paso a una personalización en el cuidado de la piel.
¿Existen los tipos de piel?
Nuestra sociedad cada vez tiene más a la individualización, la exclusividad y la personalización. ¿No queda obsoleto el concepto de que la piel se encasilla en 4 o 5 tipologías concretas? La facialista y cosmetóloga Esther Moreno, fundadora de EM Studio, es partidaria de liberar a la piel de etiquetas y destapar su belleza natural sin limitarla. La piel es tan diversa que, asegura, debe tratarse de manera individualizada.
Esther afirma que “nos han enseñado a reducir nuestra piel a una tipología genérica y siempre intentamos darle aquello que encaja con esa etiqueta, sin pararnos a observarla, sentirla ni atenderla. Mi papel pasa diseñar una rutina adaptada a ti, no al tipo de piel que te han impuesto, valorando qué productos concretos te está pidiendo en este momento para crear una rutina cosmética que se adecúe a sus necesidades y características, así como, a tus objetivos y a tu estilo de vida”.
Olvídate de los tipos de piel tradicionales. Las circunstancias, nuestra ubicación, el estrés, el clima, el ciclo hormonal, nuestra alimentación… todo va a afectar directamente a nuestra piel que requerirá unos u otros cuidados en función de sus necesidades.
Cada zona del rostro requiere cuidados distintos
Si el autocuidado y la escucha interna han calado en estos últimos años en parte de la sociedad, observar el estado de nuestra piel y sus necesidades específicas debería entrar en ese ejercicio personal. ¿La generalización de las pieles de las últimas décadas tiene algún sentido? Si cada piel es única, ¿en un mismo rostro podemos detectar distintas necesidades?
Esther Moreno explica que "la piel de nuestros labios, por ejemplo, es increíblemente delicada y requiere un enfoque diferente al de nuestras mejillas o frente. Al mismo tiempo, nuestras áreas de los ojos son propensas a líneas finas y arrugas, por lo que necesitan una atención especializada y delicada. También, parte o la totalidad de nuestra piel del rostro puede cambiar por problemas de estrés, hormonales o por cambios climatológicos. Es imposible generalizar”. Tratar cada rostro como un elemento único, y prestar atención a sus necesidades, permite adaptar los ingredientes, los tratamientos y los productos para que sean más eficaces.
Por lo tanto, el uso de protocolos establecidos no sería la mejor opción para cuidar la piel, sino un cuidado personalizado adaptando los ingredientes y principios activos. “Utilizar ingredientes activos específicos para cada parte del rostro y teniendo en cuenta, no solo las agresiones externas, sino los hábitos, el momento personal y preocupaciones de cada cliente, no solo maximiza la eficacia del tratamiento, sino que también respeta la integridad de la piel. Esto es crucial para liberar la piel de etiquetas y permitir que revele su verdadera naturaleza”, señala la facialista.
Una apuesta por la libertad de la piel
Si evitamos las restricciones de las etiquetas impuestas por la industria de la belleza, el cuidado de la piel se torna algo exclusivo. “Al tratar cada área del rostro de manera única, y adaptar los tratamientos a las necesidades individuales de cada persona en un momento concreto de su vida, se logra que cada una se sienta más cómoda en su propia piel, sin importar el tipo o condición que la industria les ha impuesto”.
Como no tenemos siempre las mismas necesidades observa lo que tu piel pide en cada momento. Tal vez más hidratación y tendencia al enrojecimiento con la llegada del frío, para lo que vienen fenomenal activos como el ácido hialurónico y la niacinamida; falta de luminosidad que denota la necesidad de poner un antioxidante como la vitamina C en la rutina; arrugas o líneas de expresión que se tratan muy bien con retinoides; un tratamiento antiedad que refuerce la piel a base de péptidos, vitaminas… y tratar zonas delicadas como el contorno de los labios, las mejillas y el contorno de ojos con activos específicos.
Eliminemos las etiquetas y comencemos a escuchar lo que pide nuestra piel que está en constante evolución y cambio.