Que Virginia Troconis es una maestra del estilo es innegable, pues a lo largo de su vida y de sus apariciones públicas, nos ha dejado grandes estilismos que nunca olvidaremos. Su relación con la moda ha sido siempre más que estrecha, forma parte de su vida y de su día a día. No obstante, no todas las veces se puede brillar acertadamente con un estilismo, no habría mejores looks sin los peores. Hoy, analizamos tres de los highlights de moda de la esposa de El Cordobés y tres patinazos que hicieron que algunos se llevaran las manos a la cabeza.
Los looks que resisten a los embates del tiempo se vuelven aún más valiosos con el pasar de los años. De hecho, en muchas ocasiones, hay estilismos que pasan sin pena ni gloria por delante de nuestros ojos y no es hasta bien pasados los años cuando llegamos a entender las buenas intenciones de quien los llevaba. Sin embargo, no todos los looks envejecen con gracia. También pasa al contrario. ¿Quién no se ha arrepentido de haberse dejado llevar por las tendencias? Todas y cada una de nosotras. Algunos outfits quedan atrapados en el rincón oscuro de la irrelevancia, mientras que otros brillan como estrellas fugaces que dejan su huella, breve, en el cielo efímero y cambiante de la moda.
Uno de los mejores estilismos de Virginia Troconis: plumas y lentejuelas
Empecemos por el mejor. La influencer asistió de la mano de su marido a la celebración del 20º aniversario de Elle y lo hizo enfundada en este precioso vestido de Tot-Hom que a nadie dejó indiferente. La instagramer nos dejó completamente ojipláticas, gracias a la combinación perfecta de las paillettes centelleantes del diseño y las plumas en el bajo que añadían un toque de sofisticación y movimiento. El maquillaje y la peluquería fueron impecables, y los accesorios complementaron a la perfección este despliegue de estilo. El vestido se ajustaba a su silueta a la perfección: los hombros, el talle, el pecho, las mangas... parecía una segunda piel.
El vestido de novia dorado y escotado: ¿acierto o error?
Hace veinte años, su elección de vestido de novia causó revuelo por su atrevido diseño. Sin embargo, con el paso del tiempo todo se ve con otras gafas. La crudeza de las tendencias emerge impía y nos mira a los ojos con sorna. Aunque su escotazo rompió esquemas y abrió camino para las novias más arriesgadas, el acabado satinado y el color dorado del vestido resultaron ser demasiado extravagantes. Un derroche de brillo y adornos que, lejos de ser elegante, rozaba lo excéntrico. No obstante, hay que recordar que esta boda se celebró en febrero de 2004 y que, en pleno inicio de los dos mil este tipo de tejidos estaban muy en boga. No nos parecerá lo mismo, ni nos reiremos tanto, cuando la moda 2YK retorne a los ateliers de novia.
El escote infinito que adelantó tendencias
En el terreno de las alfombras rojas y los eventos de gala, Virginia Troconis siempre se ha movido como pez en el agua. Un ejemplo excepcional de esto fue cuando asistió a un evento organizado por Bvlgari en el que incorporó el escote plungingcon unlittle black dress que irradiaba elegancia y favorecía sus curvas de manera magistral. Este tipo de escote ni siquiera era una tendencia en alza por aquel entonces y hoy, no podemos sacárnoslo de la cabeza. Lo hemos visto en alfombras rojas, cenas de gala y en estilismos de grandes estrellas. Además, el escote Bardot parecía levitar en sus hombros y ajustaba perfectamente su busto.
Sin embargo, incluso las mujeres más inspiradoras pueden cometer errores, como este look con el que Virginia se pasó de frenada. Un vestido de lentejuelas escotado, con falda mini y bajo de tul que acompañó de una americana de terciopelo, bolso metalizado y sandalias de glitter plateado. Además, la sombra de ojos azul y su peinado que dejaron mucho que desear. Un conjunto que demostró que, a veces, menos es más y que el equilibrio entre todos los elementos es crucial para que el outfit brille por sí mismo.
La sencillez es un arma poderosa y el vestidor de Virginia Troconis sabe bien de lo que hablamos. Este vestido blanco a capas, con escote en pico y volantes plisados en forma de hombreras hicieron que Virginia deslumbrara de manera espectacular. Un ejemplo claro de que la elegancia no siempre se encuentra en la extravagancia, sino en la simplicidad cuidadosamente ejecutada.
En algunos looks casuales, Virginia se aventuró a mezclar más estampados de los que el ojo humano puede procesar con un solo vistazo. Un desliz que nos recuerda que, a pesar de su maestría, si nos dejamos llevar por el frenesí de tendencias que llaman a nuestra puerta todos los días, podemos estropear un estilismo bien encaminado.