La boda de Alexia de Grecia y Dinamarca y Carlos Morales, celebrada el 9 de julio del año 1999, no solo fue un encuentro de la realeza europea en la pintoresca Catedral de Santa Sofía en Londres, sita en Moscow Road, sino también una ceremonia a la que no le faltaron los contratiempos y algunas decisiones 'estilísticas' que dejaron huella. Entre los más recordados momentos, perdura aún en nuestra memoria el atrevido -y controvertido- look que lució la Infanta Elena, quien decidió romper con las normas del protocolo y robar, quizás sin quererlo, el protagonismo a la novia. La ceremonia reunió a una lista de invitados exclusiva, entre los que figuraban royals de alto perfil como la Reina Sofía y el Rey Juan Carlos, Isabel II de Inglaterra, y por supuesto, gran parte de la familia real española. Sin embargo, fue la elección de la Infanta Elena la que acaparó los titulares de la prensa, pues desafió las convenciones sociales y nos regaló un momentazo inolvidable.
Este fin de semana Teodora de Grecia y Dinamarca contraerá matrimonio con Matthew Kumar en la majestuosa Catedral Metropolitana de la ciudad, aunque algunos la conocen como la Catedral de la Anunciación de Santa María. Se trata de un evento que promete reunir a gran parte de las familias reales europeas. Desde la boda de su hermano en 2020, el príncipe Philippos, la familia griega no se vestía de boda. Ahora, de nuevo se reúnen para celebrar el amor y sabemos que tanto la elegancia como el glamour estarán a la altura de las grandes ceremonias reales que otrora disfrutamos. No obstante, hoy recordamos uno de los estilismos que más marcó la boda de su hermana Alexia.
El enlace de Alexia, que aspiraba a ser un cuento de hadas mediterráneo, estuvo marcado por varios incidentes que amenazaron con aguar la fiesta. Días antes de la boda, los novios sufrieron un accidente náutico en el que la Princesa Alexia, hija primogénita de los Reyes de Grecia, se fracturó la clavícula. Esta situación casi le impidió lucir su vestido de novia con la majestuosidad que requería la ocasión, aunque finalmente se quedó en un susto y pudo recuperarse para andar hacia el altar con un precioso diseño escotado. A pesar de la lesión, Alexia se mostró radiante y no permitió que el accidente opacara uno de los días más importantes de su vida. El suceso, sin duda, cubrió con una capa de dramatismo al evento y generó muchísima expectación alrededor de la celebración. El mundo entero estaba pendiente de cómo sería la gran aparición de la novia, pero hubo una invitada que, casi casi, retó a Alexia con su look: la infanta Elena.
La llegada de la Infanta Elena deja en 'shock' a los asistentes a la boda de Alexia de Grecia
La Infanta Elena, acompañada por Jaime de Marichalar y un recién nacido Felipe Juan Froilán, apareció en la puerta de la iglesia con un look que dejó a todos los presentes boquiabiertos. Las cámaras enfocaron rápidamente su pamela blanca de proporciones descomunales, adornada con plumas que parecían desafiar las leyes de la gravedad. Este accesorio no solo robaba el protagonismo a cualquiera que pasase a su lado, sino que también eclipsaba a la propia novia. En un ambiente en el que las normas de protocolo suelen ser estrictas, y donde se espera que ninguna invitada haga sombra a la estrella del día, Elena decidió ir a contracorriente y convertirse en la comidilla del evento y no solo por ese hiperbólico accesorio. Aunque tenemos que admitir que se veía muy chic.
Los accesorios que eligió para quitarle fuerza al blanco de su tweed
El resto de su estilismo tampoco pasó desapercibido. La Infanta optó por un conjunto de dos piezas en tweed blanco, con ribetes de flores que daban un aire primaveral y festivo a las solapas de su blazer. El 'problema' estaba, precisamente, en el color: el blanco. En el estricto código de vestimenta para bodas, el blanco es un tono reservado exclusivamente para la novia, lo que generó una ola de críticas y comentarios sobre si la elección de Elena había sido desafortunada o, simplemente, un reto deliberado a las normas establecidas. La prensa especializada se dividió entre quienes alabaron la valentía de su elección y quienes consideraron que había cruzado una línea roja, opacando el protagonismo de la princesa Alexia.
Para disimular un poquito su cándida elección, la Infanta Elena añadió a su conjunto unos guantes rosas que contrastaban con el resto de su vestimenta. Los guantes destacaban por su vivacidad, casi tanto como otro de los elementos que portaba la Infanta: una cámara de fotos. Sí, en un acto de lo más peculiar, la Infanta Elena decidió llevar consigo una cámara, lo que le dio un aire casual y desenfadado en una boda tan solemne.
El bolso Lady Dior que nunca pasa de moda
Para poner la guinda a su estilismo, la Infanta Elena decidió llevar un bolso que, curiosamente, sería también un adelanto de lo que veríamos en el futuro en su hija, Victoria Federica. Se trata del icónico Lady Dior, en esta ocasión en un delicado color azul bebé. Este accesorio, que nació en 1995 y fue bautizado en honor a Lady Di, es un símbolo de la elegancia y sofisticación francesa, y ha sido visto en los brazos de incontables personalidades de la realeza y el mundo del entretenimiento. Para este enlace la infanta lo incorporó a su look de manera impecable y lo combinó con unos salones estampados con motivos florales. Ahora su hija Victoria Federica de Marichalar se ha convertido en una gran embajadora de esta luxury brand.
Este detalle nos habla de cómo las tradiciones de estilo y buen gusto se heredan y reinterpretan a lo largo de las generaciones, y cómo un accesorio clásico puede seguir siendo relevante más de dos décadas después. El Lady Dior ha sobrevivido al paso del tiempo, y ahora es una de las piezas más codiciadas por las nuevas generaciones, incluyendo a las royals más jóvenes.