Hay imágenes que no solo capturan el tiempo, lo trascienden. Corre el verano de 1991. Marbella bulle de sol, de viseras y de helados de fresa y nata. En un porche a la luz del atardecer, Isabel Preysler posa con Miguel Boyer y su hija Ana en un retrato que resume una era; unas vacaciones, y un armario que parece sacado de un editorial de moda. En ese instante, Isabel no lleva un vestido vaporoso ni un traje; apuesta por lo que en su día fue considerado un guiño atrevido al color y a la comodidad. Su elección, en retrospectiva, roza lo visionario. Un look que gritaba verano y que ahora podemos recrear si nos dejamos caer por el buque insignia de Inditex, Zara. 

Isabel Preysler y Miguel Boyer de vacaciones con  sus pantalones de pinzas rosas 

Isabel Preysler y Miguel Boyer de vacaciones con  sus pantalones de pinzas rosas 

(Gtres)

La blusa de Isabel Preysler: flor de un día 

Comencemos por el top. La blusa que lucía Isabel Preysler no solo armonizaba cromáticamente con el entorno (pensemos en buganvillas, cócteles fresquitos y brisas marinas), sino que encapsulaba todo lo que hoy seguimos buscando en una prenda de verano: estructura, feminidad y una estudiada fluidez. De manga corta abullonada —lo que algunas llaman una silueta “lantern sleeve”— y botonadura frontal, el diseño encontraba el equilibrio perfecto entre lo romántico y lo moderno. El estampado floral, en tonos empolvados que aportaban dulzura a su look sin llegar a caer en lo cursi-primaveral. 

Los pantalones rosas de Isabel Preysler que están disponibles en Zara por menos de 29 euros

Los pantalones rosas de Isabel Preysler que están disponibles en Zara por menos de 29 euros

(Gtres)

Los pantalones: el rosa chicle más veraniego

Pero es en los pantalones donde Isabel decide escribir en mayúsculas. Porque sí, eran rosas. Pero no un rosa tenue o discreto, sino un rosa chicle vibrante, jugoso, que pedía a gritos atención. De tiro alto, con pinzas marcadas y confección fluida —probablemente en lino, ese tejido que huele a verano —, estos pantalones no solo estilizan, alargan y cuentan una historia. Es un diseño que sin duda llevarán esas mujeres que no le temen al color, que dominan la estructura de  sus looks sin necesidad de ceñirse; que no fallan a la hora de incorporar accesorios. El detalle de las pinzas bien planchaditas a raya es algo que no dejamos de ver, sobre todo en nuevos diseños con doble pinza o pinza capa.

Las bailarinas de escote almendra

Y luego estaban los zapatos. Porque una mujer que pisa con tanta seguridad necesita unas bailarinas que no parezcan escolares ni aburridas. Las suyas, con empeine 'almendra' y un discreto tacón bajo que también parecen salidas de una colección de 2025. Ni ostentación ni logos: solo diseño, silueta y proporción. En su justa medida. Las bailarinas de Isabel no se rendían a la tendencia, la definían.

 

Pantalón pliegue de Zara 15,99 euros

Pantalón pliegue de Zara 15,99 euros

Zara

Pantalón pliegue de Zara 15,99 euros

Zara, oráculo contemporáneo de las tendencias, rescata (¿o reinterpreta?) ese mismo pantalón rosa chicle con pinzas. Lo lanza en su nueva colección por el módico precio de 15,99 euros. Y lo más interesante no es el coste (que también lo es), sino su capacidad para volver a poner en circulación un código estético rescatado de un álbum familiar. En un mundo saturado de microtendencias que duran lo mismo que  un abrir y cerrar de ojos, este pantalón irrumpe como salvador en nuestro armario de vacaciones. Su tiro alto, su tejido fluido y su paleta cromática no apelan al trending topic, sino al armario ideal.

Hay pantalones que funcionan, y luego están los que cuentan cosas. Estos hacen ambas cosas. Su silueta, revisada a través del tamiz noventero que Isabel anticipó con naturalidad, no solo estiliza el talle, sino que sugiere un diseño chic que puede pasear de la mañana a la noche sin que desentone. Combinado con una blusa blanca y sandalias de tiras finas, puede colarse en una cena de verano sin esfuerzo. Con una camiseta básica de algodón y alpargatas, te acompaña a un mercadillo. Y si decides sumarle un top satinado y un par de mules, se convierte en la estrella inesperada de cualquier evento donde se requiera el temido "arreglada pero informal".

Y aquí es donde se abre el debate interesante: ¿estamos ante una tendencia, o ante un ejemplo del eterno retorno de lo que simplemente funciona? Lo desconocemos, pero treinta años después, sigue teniendo sentido.