Marta Riesco ha hablado abiertamente en el programa ‘Ni qué fuéramos Shhh’ donde colabora junto a otros tertulianos como Belén Esteban, Lydia Lozano, Victor Sandoval, Kiko Matamoros o Aída Nizar, sobre la ansiedad y los ataques de pánico que ha sufrido, episodios que han marcado su vida y que hicieron que visitara la clínica López Ibor en Madrid, centro especializado en salud mental.
Marta Riesco habla sin tapujos de sus problemas de ansiedad
A la pregunta de María Patiño en el programa ‘Ni qué fuéramos Shhh’ sobre si habían sentido alguna vez ansiedad al salir en televisión, los colaboradores contaron sus experiencias y Marta Riesco sorprendió a todos contando que ella sí que había sentido mucha ansiedad y que incluso había tenido ataques de pánico. La colaboradora no escatimó en detalles visibilizando un problema que es cada vez más frecuente y relató todo lo que vivió en un episodio que terminó con una visita a la famosa clínica López Ibor.
“Yo sí que he tenido ataques de pánico, de ahí me llevaron a la López Ibor. Lo recuerdo perfectamente, un día en ‘Ya son las ocho’ en una publicidad (todavía me pongo mal) tuve que llamar a mi madre porque estaba encerrada en el baño y no podía, no podía. Me dio un ataque de pánico, estaba con la situación totalmente desbordada, estaba en directo y en una publi el corazón boom boom boom, empecé a sudar, pensé que me desmayaba, pensé que me estaba dando un ataque al corazón”, relataba Marta.
¿Qué es un ataque de pánico?
Los ataques de pánico, también conocidos como crisis de ansiedad, son episodios repentinos de miedo intenso o malestar que alcanzan su punto máximo en pocos minutos. Durante un ataque de pánico, las personas suelen experimentar una combinación de síntomas físicos y emocionales abrumadores, como palpitaciones, sudoración excesiva, dificultad para respirar, mareos, sensación de irrealidad o incluso miedo a perder el control o a morir. Aunque un ataque de pánico suele durar entre 5 y 20 minutos, sus efectos pueden ser tan impactantes que quienes lo sufren temen volver a experimentar otro episodio, lo que puede derivar en un estado de ansiedad anticipatoria constante.
Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen, explica que aquellos periodos en los que se convive con mucha ansiedad, esta puede derivar en ataques de pánico, que se perciben de una manera muy desagradable e incontrolable. Se originan cuando al producirse niveles altos de ansiedad, el que lo sufre teme por su vida o su integridad, siente que algo malo le está sucediendo y que puede llegar, por ejemplo, a perder el conocimiento, a sufrir un ataque cardiaco y, peor, llegar a morir, por lo que la ansiedad inicial puede acabar en un ataque de pánico. El episodio puede iniciarse de manera súbita, en cuestión de minutos, y evolucionar con tal intensidad que conduzca a una sensación pérdida del control. La persona puede llegar a experimentar todos los síntomas antes descritos: palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de dificultad para respirar, sensación de ahogo, dolor molestia en el tórax, nauseas o malestar, sensación de mareo, escalofríos o sensación de calor, hormigueo, desrealización o despersonalización, miedo a perder el control o “volverse loco”, miedo a morir.
Estos episodios no siempre tienen un desencadenante claro y pueden ocurrir en situaciones cotidianas o aparentemente seguras. En algunos casos, los ataques de pánico están relacionados con trastornos de ansiedad, estrés elevado o traumas previos. Afortunadamente, existen tratamientos efectivos para controlar y reducir su frecuencia, como la terapia cognitivo-conductual, técnicas de relajación y, en algunos casos, medicación. Identificar el origen del miedo, aprender a gestionar el estrés y adquirir herramientas para enfrentar los ataques son pasos clave para recuperar el bienestar.
La salud mental en jaque
Cuando se experimenta un ataque de pánico como le ocurrió a Marta Riesco, se genera angustia y temor por que ese episodio pueda volver a repetirse, de hecho Marta al recordarlo ya siente ansiedad solo contándolo. Si esto ocurre, Pilar Conde recomienda pedir ayuda profesional ya que, en determinados casos, los ataques de pánico pueden derivar en trastornos de pánico y en agorafobia.
Según expone la experta lo más importante es que la persona entienda por qué se producen el pánico y la ansiedad, cómo funciona el sistema que los regula. Primero, “para relacionarse con la ansiedad de forma distinta y evitar así que escale a ataque de pánico”, después, “para aprender a gestionar las diferente situaciones de una manera adaptativa, para ello se requiere aprender estrategias cognitivas, emocionales y comportamentales”. Así, cuando se inicien los primeros síntomas estaremos ya en disposición de ponerle nombre a lo que nos ocurre y recordar que sus manifestaciones, si se comprenden, son desagradables pero no son peligrosas. En esos momentos, sentarse y respirar de manera pausada ayudará a regular la hiperactivación de la sistema nervioso autónomo.
Y también añade que es importante, en este punto, entender que en un periodo de tiempo, de entre cinco y veinte minutos, vamos a pasar por un proceso de hiperactivación que va a ir, de manera natural, reduciéndose poco a poco.
Hablar con el entorno de forma segura y clara, como lo ha hecho Marta Riesco, y buscar ayuda profesional, como también hizo ella, son los dos grandes pasos para “surfear” estos picos de ansiedad y conseguir las herramientas que ayuden a poder gestionar de forma eficaz estos episodios que, con terapia, se irán espaciando e incluso desaparecerán pudiendo lograr una gestión emocional más sana y consciente.