Cuidar la salud mental es uno de los desafíos más importantes de este siglo y visibilizar afecciones como la ansiedad, el estrés, la depresión o los trastornos de alimentación como el TCA (trastorno de la conducta alimentaria) por parte de la sociedad es de gran ayuda para hacerlo. Marta López Alamo ha hablado abiertamente en sus redes sociales de cómo superó su TCA y cómo vivió ese proceso hasta lograr olvidarse para siempre de la talla y ser feliz.

TCA, un trastorno muy común

En un mundo cada vez más conectado pero paradójicamente más solitario, los desafíos emocionales y psicológicos afectan a millones de personas. El estrés crónico, la ansiedad y la depresión se han incrementado significativamente, al igual que los TCA, sobre todo en mujeres jóvenes debido a factores como la presión social o los problemas de autoestima.

Un TCA es una alteración persistente en los comportamientos relacionados con la alimentación, que afecta negativamente tanto la salud física como la mental de la persona que lo padece. Entre los TCA más comunes se encuentran la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón, aunque existen otros menos conocidos, como el trastorno evitativo/restrictivo de la ingesta de alimentos.

Marta López Álamo ha respondido a algunas preguntas que le han hecho sus seguidores y una de ellas ha sido si después de superar su TCA ha sentido más inflamación. Marta ha respondido con sinceridad y total naturalidad a esta pregunta explicando su vivencia: “Estaba tan ocupada volviendo a vivir que yo sé precisamente que superé en su momento el TCA porque no volvía preocuparme por las calorías, por el peso y por la talla nunca más. Sí que vi que desde que lo superé en 2016 o así, hasta 2019 o 2020, tardé como tres años en volver como a mi cuerpo normal”.

Marta López Álamo

@martalopezalamo

Estos trastornos no se limitan a los hábitos alimenticios, sino que tienen raíces emocionales, sociales y psicológicas, frecuentemente vinculados a factores como la presión social, la baja autoestima, el perfeccionismo y los ideales de belleza poco realistas. Marta señala que observó cambios físicos y emocionales tras superar su TCA: “Sí que vi que desde que lo superé en 2016 o así, hasta 2019 o 2020, tardé como tres años en volver como a mi cuerpo normal. Ahora, de hecho, me cuesta muchísimo coger peso, es algo que yo siempre, mis amigos lo saben, no busco para nada adelgazar, al contrario, tampoco coger peso pero sí que coger músculo, coger algo de grasa, con el tiroides, por lo que sea, me cuesta muchísimo coger peso y me obligo a comer muchas veces que no tengo hambre. La gente dirá ‘si no tengo hambre, pues no como’ yo, como no coma, hasta luego”.

Marta López Álamo tras superar su trastorno de alimentación

Hoy en día vemos a Marta espléndida y felizmente casada con Kiko Matamoros, aunque aún recibe muchos comentarios sobre su delgadez, algo que ella ha comentado también en sus redes. Ella es delgada, al igual que existen otro tipo de cuerpos, todos igualmente válidos.

“Intento comer mucho, mucho hidrato… pero no, no me noté muy inflamada tampoco”, explicaba Marta contestando a la pregunta que le habían hecho en Instagram, añadiendo “lo que noté es que después de superarlo cogí 20 kilos de golpe, simplemente porque empecé a comer y llevaba cuatro años sin comer, o cinco, entonces algo aumentas. Pero no lo pasaba mal, al contrario, lo pasaba bien porque volví a disfrutar y lo que menos me preocupaba era la talla”, afirma.

La modelo tardó un poco en regularse pero, una vez superado, su cuerpo se reguló y su ansiedad por la comida despareció: “Ya llegó un momento que yo paré de tener esa necesidad imperiosa de comer muchísimo, tampoco nunca consideré que tuviera un trastorno por atracón, pero sí que necesitaba comer un montón y estaba súper ansiosa por comer, pero para mí no suponía un problema. Volví a comer normal y mi metabolismo se reguló solo. No me obsesioné, ni me he obsesionado nunca luego. Soy feliz”.

El TCA y sus señales de alarma

Muchas personas, sobre todo mujeres jóvenes, están viviendo con un TCA. ¿Cómo podemos darnos cuenta de que estamos ante un TCA? Ana Morales, psicóloga experta en nutrición emocional y autora del libro “¡Qué Buena Estoy! Tira las dietas a la basura y vive con salud emocional” (Ed. La Esfera de los Libros), explica que “Los TCA no son solo un tema de comida, son una lucha emocional que afecta cómo vives y te relacionas con los demás. No siempre es fácil darse cuenta de que algo va mal, porque los TCA no siempre “gritan”, a veces solo susurran y no es tan sencillo como parece”.

Pero si empiezas a notar que tus pensamientos giran casi exclusivamente en torno a la comida, el peso o la forma de tu cuerpo, es momento de prestarle atención. La experta indica que debemos prestar atención si:

  1. Tu relación con la comida está cargada de emociones negativas: ¿Sientes culpa o ansiedad después de comer? ¿Tienes miedo a engordar, aunque estés dentro de un peso saludable?
  2. Tu mente es una calculadora constante de calorías y la comida o el peso ocupan la mayoría de tus pensamientos: Planificas tu día según lo que puedes comer, te comparas con cuerpos ajenos como si fuera un deporte olímpico, o el número de la báscula tiene más poder que tu jefe... esto no es normal, cariño.
  3. Cambias comida por castigo: Saltarte comidas, darte atracones, vomitar, usar laxantes o matarte en el gimnasio no son conductas sanas. La comida no es tu enemiga ni tu campo de batalla.
  4. Tu cuerpo está hablando, pero no lo escuchas: Caída de cabello, cansancio extremo, cambios de humor que ni tú soportas, irregularidades menstruales o peso que sube y baja más que tu autoestima. El cuerpo avisa, escúchalo.
  5. Te escondes y evitas situaciones sociales por miedo a comer en público o a ser juzgada: Cuando los eventos con comida te generan estrés o prefieres quedarte en casa para evitar enfrentarte a ellos, es hora de reflexionar.
  6. Atención a los pensamientos que pasan por tu mente: Incluso “mantras” del estilo “hoy no merezco comer” o “no puedo comer esto porque engorda” son banderas rojas que no deberías ignorar.