Hablamos con una psicóloga para analizar si nuestra actitud puede ser un elemento que interviene en la suerte que tenemos (o dejamos de tener) en la vida.

Algunas personas creen que pueden influir en la suerte con rituales, amuletos o actitudes, mientras que otras la aceptan como algo inevitable y fuera de su control. ¿Podemos hacer algo para tener suerte? ¿Qué pasa con la mala suerte? Analizamos este fenómeno con una experta.

¿Podemos llamar a la suerte o a la mala suerte?

Hablamos de la suerte como una entidad que se encuentra entre nosotros y se pone de nuestro lado en ocasiones, al igual que la ‘mala suerte’. Pero ¿existe la suerte? Sofía Rademaker, directora del Centro Psicológico SMC, psicóloga general sanitaria, especializada en psicología clínica y de la salud, además de terapeuta Gestalt, explica a SEMANA que: “podríamos decir que es una cuestión de fe, de creencia. El ser humano tiene una tendencia espiritual que a veces se manifiesta con este tipo de creencias, que alivian la presión de la responsabilidad, y nos genera una ilusión misteriosa que creemos no poder controlar”.

La experta expone que en psicología a la suerte la llaman de otras formas como, por ejemplo, profecía autocumplida. Entendiéndolo así, sí podríamos decir que podemos llamar a la “suerte” y es que la profecía autocumplida se refiere a la capacidad que tenemos de influir sobre nuestra vida, para bien o para mal, en base a nuestros pensamientos. Este proceso a menudo es inconsciente. Si piensas que te vas a manchar la camisa blanca de tomate, seguramente te mancharás. ¿Porque tienes mala suerte? No, sino que al pensarlo ya te pones algo más nervioso. Tenemos el poder de influir sobre nuestra realidad, pero eso conlleva una responsabilidad que a menudo, no queremos aceptar. Pensamos ‘es que tengo mala suerte’ que es más fácil de interiorizar.

También forman parte de estas profecías la ‘energía’ que genera cada persona, en base a sus emociones y sus pensamientos. “Hay gente muy sensible a estas energías que las perciben como la impresión que alguien genera en ellos; y eso les hace reaccionar en respuesta. Sería lo que algunas personas refieren como cuando alguien ‘no les da buena espina’ o cuando sientes inmediatamente que puedes confiar en alguien y le cuentas tu vida entera”, seña la psicóloga. A veces a las cosas que no podemos (o no sabemos) explicar le damos un razonamiento espiritual, como la suerte.

Cómo atraer la buena suerte
En psicología a la suerte la llaman de otras formas como, por ejemplo, profecía autocumplida. (Pexels)

¿Somos responsables de “atraer” en algunos casos a la mala suerte?

Muchas personas creen que si tienen una mala racha se debe a una falta de suerte. ¿Podemos atraer esos periodos de ‘mala suerte’? “En parte sí, porque tenemos la responsabilidad de que nos pasen cosas buenas o malas en función de nuestra actitud y nuestros pensamientos hacia una situación; y de la energía que eso genera, afectando a nuestro entorno”, advierte Rademaker. Y esta afirmación produce cierto desasosiego.

Si nuestra actitud, pensamientos y energía pueden influir en las situaciones que vivimos, ¿por qué hay veces que pasamos una ‘mala racha’, estamos atrayendo esa mala suerte? “Ya hemos establecido que la suerte no existe realmente como tal, por lo que no habría nada que atraer. De nuevo, a veces se usa como explicación a lo que no lo tiene, o de lo que no queremos responsabilizarnos”, argumenta la experta, y añade que: “Cuando a una persona le suceden cosas malas de forma seguida, ¡Vaya mala suerte tiene! O no... o simplemente ha coincidido que le han pasado varias cosas malas seguidas, que es una faena desde luego, que habría que ver en cuáles tiene parte de responsabilidad y en cuáles no. Sin embargo, nos deja más tranquilos tener a algo o a alguien a quien hacer culpable, y en este caso es a la suerte”.

El papel de la superstición 

¿Qué pasaría entonces con las tan extendidas supersticiones? “Desde estas creencias llevamos a cabo conductas, realmente irrelevantes, con el objetivo de intentar controlar esa posible mala suerte. Que no se te cruce un gato negro, no pasar por debajo de una escalera, tocar madera... ¿Cual es tu pensamiento supersticioso? Si has comprado un décimo de lotería seguramente has comprado un numero que sabes te dará ‘buena suerte’, ¿No? ¿Sientes como esto te da una falsa sensación de control, de ilusión, creyendo que tienes más probabilidad de ganar la lotería?”, nos cuenta la psicóloga.

Las supersticiones intentan controlar la llamada "mala suerte"
Las supersticiones intentan controlar la llamada "mala suerte". (Pexels)

En la vida hay cosas que podemos controlar, y que dependen de nosotros, y cosas que no, que son la mayoría y que, por lo tanto, requieren que sepamos gestionar la incertidumbre, y que nos sepamos adaptar a las circunstancias. ¿Tiene algo que ver la capacidad de gestión de la incertidumbre con la superstición? “Si no se me da muy bien esta adaptación, y encima no soy consciente de lo que sí puedo controlar en mi vida,  tendré una mayor tendencia a creer en la suerte y a generar mecanismos compensatorios de superstición”, asegura la experta.

La paradoja entonces es que lo que no podemos controlar queremos controlarlo y lo que sí podemos controlar responsabilizándonos preferimos ignorarlo y llamarlo destino o suerte.

¿Ser más positivo o tener la mente abierta influye en nuestra suerte?

Puede que en tu suerte no, pero en tu vida sí. Sofía Rademaker expone que las características de personalidad claves en este aspecto serían el locus de control y el optimismo. El primero, el locus de control, determina las valoraciones que hacemos de una situación y dónde colocamos la responsabilidad. Personas con un elevado locus de control interno se suelen preguntar cuál ha sido su papel en la situación, y que podrían hacer para cambiarla. Por el contrario las personas con un elevado locus de control externo tienden a pensar que las cosas que les pasan se deben a aspectos ajenos a ellas, es decir, a la suerte, entre otras.

Por otro lado estaría el optimismo. Las personas con un estilo optimista de personalidad tienden a tener la expectativa de que las cosas les van a ir bien, no porque tengan suerte, sino porque se sienten más capaces de resolver las situaciones, y confían en sus recursos, por lo tanto, efectivamente, las cosas les suele salir bien. No significa que no les pase cosas malas, porque esa es la vida, pero el malestar les dura menos; suelen ser personas más resilientes y con mayor capacidad de gestión de situaciones complejas. Las personas optimistas tienden a luchar más por sus objetivos, y a tener más confianza en sí mismas, así como ser más creativas y flexibles mentalmente por lo que, en muchas más ocasiones, lo consiguen. ¿Eso es tener buena suerte? Su trabajo les ha llevado.

Por todo esto se dice que, dentro del optimismo, hay tres elementos fundamentales para el éxito: la confianza en uno mismo, en los demás y en el futuro; la autoeficacia como fuente de motivación y la autoestima.

Una persona optimista tiene más suerte
Las personas optimistas tienden a pensar que las cosas le irán bien porque se sienten más capaces de resolver las situaciones. (Pexels)

Estrategias para atraer la buena suerte

  • Trabajar en uno mismo. Eres tu mejor talismán. No nos damos cuenta del poder que tenemos y vamos malgastando energía en cosas que no se traducen en nada real, en vez de poner los esfuerzos en las áreas concretas que sí podemos controlar. 
  • Diálogo interno. Si no te tratas bien en tus juicios sobre ti mismo va a ser muy complicado que empieces a atreverte a hacer las cosas de forma diferente, y además vas a estar generando una energía negativa que se puede percibir desde fuera.
  • Plasmar los pensamientos. Puedes escribir tus pensamientos en forma de diario, o en una lista, o simplemente prestando atención a lo que te dices tras una situación. ¿Le dirías a alguien que quieres lo que te dices a ti? Si la respuesta es que no, ese diálogo interno necesita de un cambio.

Como decía Jung: “hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y lo llamarás destino” o suerte.

hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y lo llamarás destino”