La exposición que conlleva ser miembro de la familia real británica ha jugado malas pasadas a varios de sus miembros a lo largo de los años. La princesa Eugenia, hija menor del Príncipe Andrés de Inglaterra y Sarah Ferguson, ha hablado, como invitada en un podcast, sobre la exposición pública y sus consecuencias, además de algunas anécdotas de su familia.
Presión social desde la cuna
En el famoso podcast Table manners de Jessie y Lennie Ware, que tiene como enfoque principal la comida, tema en la que giran las conversaciones con sus invitados, la hija de los duques de York habló abiertamente de su relación con la comida y de la presión que ha soportado desde su infancia al ser miembro de la familia real británica.
¿Cómo se vive cuando estás constantemente en el punto de mira de los medios de comunicación al pertenecer a la familia Windsor? La princesa Eugenia relató que no es nada fácil ya que la presión desde la más tierna infancia es más que evidente. Expuso que “el mundo no necesita saberlo todo sobre nosotros”, que su crianza fuera objeto de examen por la opinión pública a Eugenia le parecía demasiado y prefirió siempre mantenerse con un perfil bajo de exposición. Recibir críticas por su apariencia física y por sus estilismos acabó pasándole factura.
La princesa Eugenia y sus problemas con la comida
Eugenia de York es madre de dos hijos y, aunque cuenta con 34 años, un feliz matrimonio con Jack Brooksbank, y una bonita familia, confiesa que no todo ha sido un camino de rosas “supongo que todo el mundo tiene esa presión si estás en el ojo público” relata, y recuerda como a sus 13 años ya recibía críticas por su corte de pelo o por su peso, hecho que afectó a su autoestima. “Creo que aquello definitivamente me ha causado algunos problemas con la comida”, señala.
Admite que ha sido durante años muy crítica con ella misma como consecuencia de esa presión que ha recibido toda la vida al tener que estar sobreexpuesta por su posición social. Reveló en el podcast que le afectan las críticas que recibe y que sigue teniendo inseguridades. Un tema en el que está trabajando y que trata de ir superando.
La princesa también habló sobre la presión de las mujeres para recuperar su figura después del parto y confesó que a ella le está costando mucho deshacerse de los kilos que ganó durante el embarazo de su segundo hijo, Ernest. “Supongo que la sociedad nos dice que debemos adelgazar”, relata. Una presión para ella por partida doble, por ser mujer y por pertenecer a la familia real británica.
Anécdotas de la princesa de York
La hermana menor de Beatriz de York pasa temporadas en Portugal por el trabajo de su marido y es allí donde puede hacer una vida más anónima. “Portugal es un sueño. Allí puedo ir al supermercado con mi ropa deportiva y el pelo recogido sin importarme. No me importa, a nadie le importa”, todo un refugio para una ‘royal’ que quiere pasar desapercibida y que necesita un respiro. Algo así vivió en los dos años que vivió en Nueva York alejada de los focos donde experimentó esa libertad y las bondades del anonimato.
En el programa también habló de otras cosas que le hacen feliz como, por ejemplo, cantar en karaokes. También le gusta mucho beber tequila con hielo.
La escoliosis, el problema de salud que marcó a la princesa
Y no solo físicamente, también fue una experiencia que fortaleció su salud mental gracias sobre todo a su madre, Sarah Ferguson, a la que no ha dudado en agradecerle en sus redes su papel después de su operación cuando tenía 12 años.
"Mi madre detectó mi escoliosis temprano y tuve la suerte de obtener la ayuda que necesitaba a los 12 años. Se lo agradezco mucho y también le agradezco la confianza que me dio su orgullo por mi cicatriz. Ella eliminó todo el estigma alrededor de tener escoliosis, mostrando con confianza a la gente lo que había pasado y me quitó todo el miedo y la ansiedad de ser diferente a una edad tan temprana. Estoy eternamente agradecida por eso y deseo que todos estén orgullosos de sus cicatrices”, compartía con sus seguidores en Instagram.
La nieta de Isabel II se sometió a los 12 años a una compleja cirugía de ocho horas para corregir la curvatura de su columna vertebral (escoliosis), lo que dejó una cicatriz significativa pero también le permitió llevar una vida normal. El papel de Sarah como madre fue fundamental para que Eugenia aceptase y se enorgulleciera de sus cicatrices, tanto que en su boda incluso lució cicatriz en el escote de su vestido de novia. Eugenia ha participado activamente en campañas de concienciación, demostrando que la verdadera belleza y fortaleza van más allá de las apariencias físicas.