La Pascua es una celebración importantísima para los cristianos ortodoxos y para nuestra Reina Emérita, ortodoxa de nacimiento y luego convertida al catolicismo por matrimonio, sigue siendo una cita ineludible. Son fechas que los ortodoxos griegos viven como el triunfo de la vida sobre la muerte, la resurrección que da paso a la vida eterna y además es la bisagra para dar la bienvenida a la primavera, a los nuevos comienzos. Doña Sofía siempre ha celebrado esa fecha con emoción y con la ilusión de reunir a toda la familia para hacer un plan que era importante para ella.
Asistir a la misa de Pascua en Palma era todo un ritual para ella. Venían sus hijos, sus nietos, se reunían en familia, ella lucía su collar de huevos de pascua Fabergé que está cargado de simbolismo e importancia emocional y juntos recibían ese triunfo de la vida sobre la muerte. Pero en el año 2018 todo saltó por los aires. Con una familia ya bastante fragmentada por las cuestionables decisiones de su marido que cada vez lo apartaban más de su hijo, el Rey Felipe VI, unos hermanos enfrentados por los delitos cometidos por Urdangarin y unos Reyes que luchaban por mantener la institución a flote, la guinda se produjo en la Catedral de Palma.
Aquel domingo de Pascua los Eméritos y los Reyes, en compañía de la Infanta Sofía y la Princesa Leonor se dieron cita en el templo para vivir esta simbólica celebración. Pero aquel día algo flotaba en el ambiente, la Emérita y la Reina estaban tensas y todo se precipitó cuando a la salida de la misa Doña Letizia obstaculizó de forma deliberada el que su suegra, la Emérita Doña Sofía, pudiera hacerse una fotografía con sus hijas. Aquella gotita colmó el vaso de la paciencia de la Reina Letizia y por primera vez la vimos no ser ejemplar en público. Ahora, siete años después, con la ayuda de la psicóloga y autora de ‘Ni un capullo más’ (Grijalbo, 2025), Lara Ferreiro, analizamos cómo pueden afectar esas fechas a nivel emocional a la Reina Emérita.
Instantánea del momento en que Doña Letizia interfiere en la intención de la Emérita de fotografiarse con sus nietas en la Misa de Pascua de 2018 en Palma.
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“Fue la peor campaña de marketing”
Lo primero que Lara Ferreiro destaca es que “el 2018 hace siete años marcó un antes y un después en esta misa tradicional. O sea, el Domingo de Pascua era el posado primaveral más esperado. Era una tradición instaurada por la Reina Sofía en su reinado, que Letizia cortó radicalmente porque creo que fue la peor campaña de marketing para su propia imagen”. Y es que, en su opinión “la decisión de Letizia de declinar su presencia en este acto le ha servido para mandar un mensaje muy claro: Mallorca no le gusta”.
En la Pascua del año 2017 la imagen fue muy distinta, posaron juntos y sonrientes. Eso sí, sin el Emérito.
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Bajo el punto de vista de nuestra psicóloga de cabecera, “la pandemia le vino muy bien a Letizia para quitarse de en medio esta misa que aborrecía porque ella consideraba que eran sus vacaciones”. En la misma línea, Ferreiro desarrolla que “en el 2023 vimos a la familia Real en Chinchón en Semana Santa. Luego el año pasado en la iglesia de las de los Calatrava, sus planes ahora son otros”. En el contrapunto y bajo el punto de vista de Lara, “la Reina Sofía vivirá el recuerdo de esa misa con mucho dolor, porque al final, ella va a estar sola cuando era una de las pocas citas a las que acudía con toda la familia”.
Y es que, algunos medios apuntan a que podría acudir en compañía del Rey Felipe VI, “pero en mi opinión ese movimiento Letizia podría vivirlo como una especie de deslealtad y no estoy segura de que se produzca”. Según nuestra psicóloga, “para la Emérita esta cita será un recordatorio de su actual soledad. Es decir, han desaparecido sus nietas, han desaparecido sus hijas, ha desaparecido todo el mundo de la foto y entonces al final es un símbolo de la misa de Pascua de hace tantos años que eran una familia unida y ahora es una familia rota”.
“Es posible que Doña Sofía arrastre dolor como abuela”
La Emérita y la Reina son muy diferentes. “Letizia es una madre helicóptero, obsesionada con el control de sus hijas y su imagen. Y Sofía es de la vieja guardia de la monarquía, una mujer en segundo plano, discreta y muy pendiente de los suyos”. Según Ferreiro, “hay motivos de fricción entre Doña Letizia y su suegra y aunque han intentado mostrar esa imagen de unidad en público, esta claro que la realidad es otra”. “Hay señales de distancia entre ellas, pocas apariciones conjuntas, desencuentros, etc. Además, para Letizia, su familia es su núcleo más cercano. Leonor, Sofía, Felipe y sus padres y su hermana Thelma. La Reina Sofía queda en un segundo plano”, sentencia Lara.
Doña Sofía en la Pascua del año 2012, aun como Reina, luciendo su collar de huevos Fabergé.
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Como consecuencia de esta jerarquía familiar, “es muy posible que la emérita arrastre un dolor como abuela porque no tiene con sus nietas una relación tan cercana como le gustaría. Ella siente que es una abuela de segunda a pesar de ser Reina, y que la madre de Letizia tiene un papel mucho más presente”. Otro punto clave del estado emocional de la Emérita en estas fechas estaría en escenario de esta cita de Pascua para nuestra experta. “Mallorca durante muchos años fue el lugar favorito de la Reina Sofía, pero con el paso del tiempo se ha convertido en un recordatorio vivo de las peores etapas de su vida. El recordatorio del desencuentro con la Reina Letizia en la catedral de Palma, el recordatorio de la foto de familia menguante de Marivent de la que han ido desapareciendo los maridos de sus hijas, sus nietos, su marido… y, por último, el recuerdo de las deslealtades de su marido”.
Para Lara Ferreira, “aquel fue el peor momento público de Doña Letizia”. Porque “si lo que vimos fue la culminación pública de un desencuentro, podemos imaginar todo lo que debió ocurrir antes y después en privado para dejarse llevar de esa manera frente a todo el mundo. Esos recuerdos para ambas residen en Mallorca y de nuevo ir a Palma en estas fechas las hace enfrentarse a ellos”. Si a ese reencuentro con la isla se le añade la circunstancia de que la Emérita lo haga en solitario, bajo el punto de vista de nuestra psicóloga se incrementa la dureza. “Con el dolor de la Reina Emérita posiblemente convivirá el miedo. Miedo a la incertidumbre por el futuro, a no llegar a ver reinar a su nieta. Y cierta melancolía, pero ella traga en silencio por el bien de la corona, todo su dolor”. Para finalizar, Lara Ferreiro destaca la que posiblemente sea la gran ventaja de Doña Sofía ante la adversidad. “Aunque, por la jerarquía de lealtades que maneja la Reina Emérita, es posible que posicione el amor hacia sus nietas por encima de cualquier tristeza”.