La emérita Reina Sofía cumple 86 años en el que posiblemente haya sido uno de los peores años de su vida. De ella siempre se ha destacado su “profesional papel” como consorte del Rey Juan Carlos I, ahora que se van conociendo detalles de su matrimonio parece que esa profesionalidad pasaba por encajar como pudiera todo tipo de humillaciones sin dar un paso hacia detrás en sus funciones. Cuesta imaginar qué sino una educación exprofeso te hace no tener límites en la humillación personal con tal de no perjudicar a la institución a la que representas.
Quienes más la conocen destacan que detrás de este afán de Sofía de soportar no se escondía otra cosa que el asegurar que su hijo, Felipe VI, terminara sentándose en el trono. Posiblemente sea por esta razón que, desde la proclamación de su hijo han sido contadas las veces en las que ha vuelto a desempeñar su papel de mujer de Juan Carlos I. Ahora, rota ya el pacto de silencio en torno a la polémica figura del monarca, los detalles de sus múltiples infidelidades y reprochables comportamientos hacen un ruido atronador por el que Sofía se ve arrastrada.
Coincidiendo con su cumpleaños repasamos algunos de los episodios más desconocidos de sus 86 años de vida que nos dibujan la personalidad de la gran desconocida que se esconde tras la figura de la afable Reina Emérita.
De la anécdota de su nombre a la muerte de su madre
Doña Sofía nació la mañana del 2 de noviembre de 1938 en el palacio real de Psykhikó en el número 14 de la calle Diamantidou en Atenas. El día de su nacimiento fue festivo nacional y sus padres habían decidido para ella que se llamara Olga, pero al lanzarse desde el monte Licabeto las veinte salvas de honor que anunciaban el nacimiento de una princesa real, los curiosos que se congregaban a las afueras del palacio empezaron a gritar “¡Sofía! ¡Sofía!” pensando que los reyes mantendrían la tradición de llamar a la primogénita por el nombre de su abuela, así que los padres de Sofía decidieron llamarla de esta manera finalmente. Desde este momento, la vida de la Reina Emérita se llenaría de renuncias y gestos al servicio de su destino.
Una de esas ocasiones en las que Sofía se vio obligada a apartar a la persona para dejar paso a la Reina y velar por la institución fue en el fallecimiento de su madre. En febrero de 1981 la Reina Federica de Grecia se encontraba en Madrid para realizarse una pequeña intervención estética en los párpados mientras el resto de la familia disfrutaba de las vacaciones de pascua esquiando en Baqueira. En aquel quirófano a Federica le sobrevino la muerte por un infarto fulminante y cuando la noticia llegó al Valle da Arán comenzó una carrera contrarreloj para conseguir que el gobierno griego permitiera enterrar a la madre de Sofía en el Palacio de Tatoi de Atenas donde descansaban los restos fúnebres de su marido.
El cadáver de doña Federica hubo de reposar una semana en el Palacio de la Zarzuela hasta recibir la dispensa para recibir sepultura en Atenas. El Gobierno Griego permitió que la familia pisara tierra griega con la condición de abandonar el país antes de que se pusiera el sol. La Reina Sofía se vino abajo durante el entierro y lloró de rodillas junto a la zanja donde se enterraron los restos de su madre abrazada a Felipe, que por aquel entonces tenía 13 años. Aquella sería, seguramente, una de las pocas veces en las que la Reina Sofía se permitió ser presa de sus emociones en público.
La única vez que se permitió expresar opiniones y sus palabras prohibidas
Una de las máximas de cualquier monarquía parlamentaria es la de que el monarca, o sus consortes, no deben expresar una opinión que pueda ser entendida como una forma de expresión política. Hubo una ocasión en la que la Reina Sofía emitió una serie de opiniones políticas que causaron un gran revuelo. En octubre de 2008 la periodista Pilar Urbano, considerada la biógrafa de la Reina Sofía, publica el libro ‘La Reina Sofía muy de cerca’ (Planeta), supuestamente con el beneplácito de la Zarzuela. El revuelo fue mayúsculo cuando de sus charlas con la Emérita se desprendía que la Reina era especialmente conservadora con temas de absoluta actualidad política en el país. Concretamente, de su charla se deduce que está en contra del matrimonio homosexual y en contra del aborto.
Posiblemente su reaccionaria posición entorno al matrimonio entre personas del mismo sexo resida en una parte de su historia familiar que siempre la ha perseguido: la relación homosexual de su padre, el Rey Pablo con el gigoló Denham Fouts que fue retratada por el escritor Truman Capote en el superventas ‘Plegarias Atendidas'. Según cuentan, la Reina Emérita tiene tres palabras prohibidas para sí misma. Estas palabras que no se permite decir son “no me apetece” y son justamente las que debió pensar cuando vio que el libro de Urbano contenía esas polémicas citas que incendiaron la opinión pública y dibujaron una imagen de ella oscura y reaccionaria. Claro que, aquellos dramas son ahora muy lejanos, los 86 años la alcanzan en un momento complicado en lo personal pero que también ha hecho que, por otro lado, se desate una oleada de cariño y reconocimiento hacia su figura, seguro que inesperada para esta desconocida mujer griega que lleva con nosotros una vida entera.