La Reina y la Infanta Elena cambian sus zapatos de tacón por unos cómodos botines en el último adiós a Constantino de Grecia.
Este lunes, la Catedral Metropolitana de Atenas ha acogido el funeral por Constantino de Grecia, fallecido el pasado 10 de enero a los 82 años. Tras la misa oficiada en la Catedral de la Anunciación de Santa María, la Familia Real griega estuvo arropada de su familia y de un buen número de royals en en entierro, que ha tenido lugar en el cementerio de Tatoi. Allí hemos visto imágenes para el recuerdo, como el dolor del rey Felipe VI, arropado por su mujer en el último adiós a su querido tío, o el precioso gesto de cariño que ha tenido Miguel Urdangarin con su madre, muy afectada en el funeral tras perder a su adorado tío. Además, nos hemos percatado de un detalle que ha demostrado la capacidad de adaptación de la Reina Letizia y de su cuñada, la Infanta Elena. Y es que no han dudado en cambiarse de calzado para recorrer el camino hasta el cementerio donde reposan los restos mortales del fallecido.
Tal y como se puede ver en las imágenes, la Reina ha lucido un atuendo sobrio para el para ir al último adiós a Constantino de Grecia, con zapatos de tacón clásicos. Por su parte, la hija mayor de los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía llevaba un traje de dos piezas y unos zapatos de tacón de punta redonda en color negro. Ambas se ataviaron con un look sobrio y de luto muy similar al que han llevado la mayoría de las invitadas... y con tacones clásicos. Sin embargo, cuando los asistentes a la despedida del exmonarca se trasladaron al cementerio de Tatoi, la Reina y la Infanta decidieron cambiar de zapatos. Y entonces pudimos ver a la primera con las mismas botas altas de medio tacón que llevó en su reciente visita a Menorca, y a su cuñada, con unos botines negros que no han pasado desapercibidos.
La Reina y la Infanta Elena hacen alarde de su carácter práctico en el último adiós a Constantino de Grecia
Cabe recordar que el Palacio de Tatoi, situado junto al palacio homónimo y frente al mar, se encuentran a unos 30 kilómetros al norte de Atenas. Allí están enterrados los padres de Constantino, la reina Sofía y la princesa Irene, los reyes Pablo I, fallecido en 1964, y Federica, fallecida en 1981, y sus abuelos y bisabuelos. También se encuentra en este lugar la tumba del padre del duque de Edimburgo, Andrés de Grecia y Dinamarca, bisabuelo de Constantino, fallecido en 1944. Tras el regreso del exilio de la Familia Real griega el palacio de Tatoi se convirtió en la residencia permanente del clan, un paraíso de paisajes idílicos, que marcó la infancia de los príncipes Constantino, Sofía e Irene, y del que guardan muy buenos recuerdos. Todo parece muy idílico, pero lo cierto es que este lugar está rodeado por un frondoso bosque de pinos y eucaliptos, y está enclavado a los pies del monte Parnés. Por tanto, recorrer el camino que conduce a la zona donde están los féretros entraña cierta dificultad, especialmente si se llevan zapatos de tacón alto. Esto explica que tanto la Reina como la hija mayor de los reyes eméritos se hayan deshecho de su calzado 'formal' para plantarse unos zapatos más cómodos botines con los que poder caminar más cómodas y desahogadas.
Una vez que los asistentes al funeral han abandonado el cementerio, ubicados en unos terrenos de 4.200 hectáreas de extensión, la Infanta ha vuelto a enfundarse sus zapatos de piel 'oficiales'. A práctica no le gana nadie.
Constantino de Grecia quiso ser enterrado "donde las tumbas están sombreadas por árboles de nogal en flor"
Cabe recordar que el palacio de Tatoi fue construido en 1870 por Jorge I, segundo rey de Grecia, quien se inspiró en el palacio de Peterhof, en San Petesburgo. Su esposa, la reina Olga, decidió erigir un templo y un cementerio en la finca, tras la muerte de su hija Alexandra. Desde finales del siglo XIX, este ha sido el lugar de enterramiento de reyes y príncipes helenos.
Tatoi fue también la casa familiar del Duque de Edimburgo, marido de la Reina Isabel II, hasta que huyó al exilio con su familia con tan solo 18 meses. Antes de su muerte, Constantino de Grecia dejó claro que quería ser enterrado aquí: «A mi familia no le gusta cuando hablo de eso, pero he elegido el lugar... Esa parte donde las tumbas están sombreadas por árboles de nogal en flor, más abajo y un poco a la izquierda de mi padre. Mirando hacia el mar», decía.