La Vermutería San Jaime en Mallorca fue testigo de un incidente poco común el pasado martes. Rosa Alonso, residente de Mallorca desde hace 36 años, aunque nacida en Sotoserrano, provincia de Salamanca, decidió llevarse la silla en la que el Rey Felipe VI acababa de comer. "Quise sentar mi culo donde se había sentado un Rey. Ahora pido perdón por haber hecho algo que no debe hacerse", ha confesado.
A pesar del acto impulsivo, Alonso ha manifestado su deseo de redimirse: "hablar con el dueño del restaurante y devolverle la silla, pero me ha desbordado la noticia. Quiero pagarle o retornarla". Además, desea que la silla sea subastada, y que los fondos vayan destinados a una institución para niños con síndrome de Down. El robo, aunque impulsivo, no fue fortuita. Según se relata en una entrevista al Diario de Mallorca, Alonso esperó casi dos horas a cuarenta grados para que Felipe VI dejara la mesa. “Vigilo como un lince hasta que se marcha Nuestra Majestad, entonces cogí la silla como si fuera a ponerla en otra mesa, y cuando no miraban me la llevé a casa, el corazón me hizo pum pum todo el camino”, relató.
La intención detrás de este acto, según Alonso, fue personal, y se debió a su respeto y admiración por el monarca y la Familia Real. A su vez, Alonso cree que la difusión de la noticia favorece sus propósitos monárquicos: “Una vez que ha trascendido, quiero que se sepa que es una forma de dar la bienvenida al Rey y de agradecerle todo lo bueno que ha hecho por Mallorca".
"A ver si vienen más a Mallorca"
La Reina Letizia incluso se ha referido al suceso con buen humor, algo que Alonso siente con cierto orgullo: “A ver si gracias a esto vienen más los Reyes a Mallorca. Y si su agenda se lo permite, que conozcan también mi ciudad natal de Sotoserrano. Un saludo para su alcalde, Miguel Ángel”.
Aunque Rosa ha bromeado sobre su acto y los comentarios que ha suscitado, su intención ahora es clara: no busca dinero ni fama, sino simplemente encontrar una salida digna y beneficiosa a un acto impulsivo.
“Me siento superbién, pero con el miedo a pagar una multa, a nadie le gusta tener que hacerlo”, expresó Alonso, quien ahora espera que la tormenta pase. Pero lo que queda claro es que este incidente se recordará como una anécdota curiosa en la historia reciente de España, y como un testimonio del inesperado impacto que Felipe VI pueden tener en la vida cotidiana de sus súbditos.