Palma siempre resulta para la reina Sofía el retiro que necesita para afrontar el verano. En Marivent se ve a sí misma en cada rincón de palacio, ya que desde su adquisición a mediados de los años setenta ha puesto esmero en dar personalidad a cada estancia de la residencia imprimiendo para ello su carácter en cada detalle. Además, una de sus inspiraciones para decorar Marivent fue Tatoi, el palacio ateniense donde pasó parte de su infancia y adolescencia. Este hecho hace que le guarde un cariño si cabe mayor a esta residencia.

Además, Palma para la reina Sofía significa reencuentros con amigas a las que no ve durante todo el año por distintos motivos. En la isla durante sus estancias veraniegas Sofía ha sabido ir formándose su propia corte integrada por aquellas personas con las que mejor se lleva. Hoy descubrimos quién forma parte de esta camarilla especial de la reina emérita en la isla balear.

Una corte sin españolas

Las voces más críticas con la reina Sofía siempre han dicho que nunca se había integrado en España, que a pesar de ser reina no se sentía interesada por el país y que nos veía a los españoles como a extraños. Incluso se ha llegado a decir que no había aprendido el idioma correctamente en sus más de sesenta años en España. Si bien algunas de estas afirmaciones pueden parecer exageraciones malintencionadas, algo de cierto habrá en ellas ya que el entorno más próximo a la reina Sofía está formado en su inmensa mayoría por mujeres de origen extranjero, como ella. Es llamativo que en seis décadas en España no haya habido ninguna persona con la que haya entablado tanta confianza como para formar parte de su círculo más cercano.  

La reina Sofía y su hermana Irene de Grecia en la entrega de un premio de pintura en 2012

La reina Sofía y su hermana Irene de Grecia en la entrega de un premio de pintura en 2012

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La primera componente de esta corte inseparable en los veranos de Sofía es, obviamente, Irene de Grecia. La hermana menor de Sofía, a la que llaman cariñosamente “tía pecu”, ha sido prácticamente toda su vida ha sido un binomio inseparable junto a la emérita. Ambas crecieron a la sombra del varón de la familia y heredero al trono griego, Constantino, lo que las hizo unirse aun más si cabe. Por distintas vicisitudes de la vida, Irene no llegó a casarse, así que vivió primero con su madre hasta su fallecimiento y luego con Sofía. En la actualidad la emérita está volcada en que a su hermana no le falte ninguna atención necesaria para ella en esta etapa de su vida en la que se enfrenta a una enfermedad de la memoria. Irene tiene en Palma su propia residencia privada dentro del complejo que conforma Marivent.

Una prima que es casi una hermana

Tatiana Radziwill es otra de las inseparables de la reina Sofía. Tatiana y la emérita son primas, ya que la abuela materna de Tatiana, María Bonaparte, estaba casada con Jorge de Grecia. Las dos princesas son amigas desde su más tierna infancia cuando vagaban por países africanos en el exilio tras la invasión nazi de Grecia. Tatiana, Sofía e Irene compartían juegos mientras cambiaban de país todo el rato huyendo de la guerra. En su biografía, escrita por Pilar Urbano, la reina emérita recuerda como tanto Tatiana como ella tenían su propia muñeca para jugar, pero solamente un único carrito para pasearlas. La princesa Radziwill forma parte de sus recuerdos desde los años en que jugaba con muñecas.

Tatiana Radziwill, de rayas azules en silla de ruedas, junto a la familia real

Tatiana Radziwill, de rayas azules en silla de ruedas, junto a la familia real 

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Más tarde Tatiana fue una de las damas de honor de su boda con el joven Juan Carlos de Borbón. En aquellos años Tatiana también tuvo un affaire que la pudo llevar a convertirse en reina, pero que finalmente no siguió adelante. El príncipe que con el que tuvo más que palabras era Harald de Noruega. La vida de Tatiana fue por otros derroteros y acabó casándose en 1966 con un popular cardiólogo francés con el que tuvo dos hijos y con el que aun hoy sigue casada. En las más de ocho décadas de amistad con la reina emérita ambas han compartido los momentos más importantes de la otra, es por esto que no es raro verlas compartir vacaciones de verano en la isla balear.

Reinas sin corona

Las últimas componentes de la corte de Sofía en Palma tienen en común que son, al igual que la emérita, reinas sin corona. La primera de ellas es Ana María de Grecia. Tanto Sofía como Irene siempre han tenido una relación muy estrecha con Ana María, la viuda de su hermano Constantino. Ana María, hermana de Margarita de Dinamarca, conoció al príncipe Constantino en una visita oficial de los reyes griegos a Dinamarca y volvieron a coincidir en Noruega cuando Federica, la madre de la emérita, hacía esfuerzos para conseguir que cuajara un romance entre Harald y Sofía. Constantino y Ana María estuvieron casados casi sesenta años hasta el fallecimiento el pasado año de Constantino. La reina tiene una excelente relación tanto con ella como con sus cinco hijos y es por ello que es muy común verlos compartir tiempo en Palma en los veranos.

Noor de Jordania y la reina emérita Sofía paseando por Palma de Mallorca

Noor de Jordania y la reina emérita Sofía paseando por Palma de Mallorca

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La última pieza de esta especial camarilla de la reina emérita la conforma la antigua reina de Jordania, Noor. La reina viuda de Jordania y la emérita se conocieron por la amistad de sus maridos, Hussein I y Juan Carlos I. Desde un primer momento ambas se cayeron bien, pero fue al morir Hussein en 1999 cuando los lazos entre Sofía y Noor se hicieron más fuertes y desde ese momento han sido muchas las ocasiones en las que se han encontrado ambas reinas, algunas de ellas entre los muros de Marivent en Palma de Mallorca.