El gran culebrón de este 2024, que ahora llega poco a poco a su fin, ha sido sin duda la revelación de los detalles que confirmaban uno de los grandes secretos a voces de nuestra historia reciente: la relación sentimental que Juan Carlos I mantuvo con Bárbara Rey en paralelo a su matrimonio con la Reina Sofía. El rumor que siempre había existido se materializaba con unos audios y fotografías de la propia interesada con el que fuera jefe de Estado por casi cuarenta años. Las pruebas reveladas no solo demuestran la relación entre ambos, sino la cotidianidad afectiva que entre ambos existió.

Esta misma semana Bárbara se sentaba con Santi Acosta en un especial en prime time de Telecinco para contar de viva voz detalles de esta relación y cómo afectó, según la vedette, de manera determinante a su carrera profesional. En esta misma charla la artista admitió, por primera vez, haber recibido una contraprestación económica por sus encuentros con Juan Carlos I y aludió al audio filtrado en el que se la escucha decir “si soy puta, seré la más cara del mundo”. Ahora, con la ayuda de nuestra psicóloga y experta en comunicación no verbal, Lara Ferreiro, desgranamos todo lo que Bárbara no dijo con palabras, pero sí con gestos.

El viaje emocional de Bárbara, de mostrarse agresiva a acabar derrumbada

“Empieza la entrevista de una forma completamente racional”, arrana analizando Lara Ferreiro, nuestra psicóloga de cabecera y autora del libro ‘Adicta a un gilipollas’ (Grijalbo, 2023). “Vemos que está muy agresiva en su gesto, se siente de alguna forma acorralada. Los hombros están hacia abajo en señal de rendición de “no puedo más”, pero la mirada es completamente felina”. La expresión corporal de la vedette sigue dándonos claves de sus sentimientos “siente que no se ha podido defender, las manos las tiene justamente a la altura del pecho como un escudo protector, como diciendo “ven, que yo me sé defender”, como preparada para hacer boxeo. En el fondo tiene miedo, esa mirada fría, retadora, esa rigidez en la postura…”.

Bárbara Rey en un momento de su entrevista en Telecinco con la manos en posición de defensa

Bárbara Rey en un momento de su entrevista en Telecinco con la manos en posición de defensa.

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El contrapunto llega al rememorar su infancia en Totana. “Cuando Bárbara habla de su juventud se desmonta y su mirada se viene abajo, se muestra vulnerable”. Llegados a este punto, Lara Ferreiro nos aporta una interesante reflexión. “Los hombres de su vida han sido cuatro: su padre, su marido, su hijo y el Rey”. Y añade que “hay mujeres que tienen ese síndrome de Electra y buscan reparar la figura dañada del padre a través de los hombres que van eligiendo en su vida”. El recuerdo del primer hombre de su vida descompone a la artista “coge un pañuelo cuando habla de su padre, quizás en el fondo se sienta culpable por haber dejado a su padre en Totana para irse a Madrid. Cuando habla de él mira hacia el cielo y se tapa la cara con el pañuelo, buscando quizás la protección de su progenitor”.

Bárbara y el Rey

“Intenta ser fuerte en su discurso, pero tiene claros traumas por todo lo que ha vivido. A veces da la impresión de que no ha podido pasar página, que es una mujer marcada por el dolor más absoluto de todo lo que ha vivido. Da la sensación de que su historia con el Rey no la ha compensado”. Esta es una de las conclusiones que nuestra psicóloga extra, pero no es la única. “En cierto modo su relación con Juan Carlos I fue una exaltación de su propio ego. Ella estaba en uno de los mejores momentos de su carrera y en el fondo que el Rey se fijara en ella era, de alguna manera, un premio. Se ve cómo Bárbara se enamora del emérito y aunque se sintiera no bien tratada, por otro lado, se sentía deseada y, por ende, especial”.

Cuando Bárbara habla del inicio de su relación con el emérito nuestra psicóloga lee en su comunicación no verbal que “se nota que había mucha pasión”. Continúa desarrollando que “se le pone cara erótica, mirada felina, su gestualidad cambia totalmente y da testimonio de que esta relación era muy física y con una carga sensual de alto voltaje”. En este punto del relato Lara Ferreiro extrae una de las conclusiones más llamativas: “saberse más deseada que la Reina Sofía es algo que, por su gestualidad, a Bárbara le gustaba”.

En el contrapunto de la Bárbara más sensual y seductora está la del dolor eterno que le produce hablar de Ángel Cristo. “Su comunicación verbal cambia por completo cuando habla de su ex marido. Es muy posible que nunca supere esta historia”, nos apunta Ferreiro. “Cuando relata cómo conoce al padre de sus hijos y siente que es el primer hombre que no la esconde en su gestualidad podemos ver que está siendo sincera, se muestra honesta”. Y es también en este punto de la charla donde para Lara Ferreiro “la vulnerabilidad de Bárbara es máxima cuando habla de sus deseos de ser madre”.

Bárbara Rey se derrumba en un momento de la charla con Santi Acosta

Bárbara Rey se derrumba en un momento de la charla con Santi Acosta.

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Por otro lado, apunta nuestra psicóloga que “cuando dice que no fue infiel a Ángel Cristo con el Rey da la sensación de que miente, instintivamente baja la mirada y realiza micro gestos que delatan que no hay honestidad en su mensaje en ese punto”. Y remata este bloque anotando que “cuando cuenta que rompe su relación con el Rey por Ángel Cristo da la sensación de que hay cierta decepción porque Juan Carlos no luchara por ella”.  

El final de su relación y el chantaje al Rey

El momento en el que Bárbara aborda la ruptura de su relación con Juan Carlos I “podemos ver cómo tuerce la boca, se muerde la lengua, justo cuando cuenta cómo fue uno de esos últimos encuentros en el que el emérito le dejó dinero en la mesita de noche tras mantener relaciones”. En ese instante para Lara Ferreiro “su gesto es literalmente el de morderse la lengua, en cierto modo no quiere recordar ese instante y no quiere decir lo que realmente sintió”. Además, añade, “hay pausas muy largas de Bárbara mientras relata cómo hacia el final de su relación el emérito le cuenta cómo mantiene relación con otras mujeres como Marta Gayà” y concluye que “esas pausas largas de Bárbara son un aviso una especie de manera de decir “valgo más por lo que callo que por lo que digo””.

Bárbara Rey en Marbella en el año 1998

Bárbara Rey en Marbella en el año 1998.

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Cuando Bárbara aborda el episodio de las fotografías a Juan Carlos, “su comunicación verbal denota que siente que dice la verdad, que no obligó a sus hijos a hacer las fotos, aunque sí muestra culpa, algo que deja la puerta abierta a que pueda sentir que no lo haya hecho del todo bien como madre”. Como conclusión final, Lara Ferreiro concluye “me atrevería a afirmar que, por su comunicación no verbal y sus reacciones, si volviera atrás, Bárbara no volvería a tener la misma relación con Juan Carlos I”.