Han pasado ya 11 años de la muerte de Sara Montiel. Fue el 8 de abril de 2013 cuando perdió la vida a los 85 años. Con su fallecimiento se nos fue para siempre la primera gran diva del cine español. Y es que, mucho antes que Penélope Cruz, la de Campo de Criptana se hizo un hueco en Hollywood. Gracias a su belleza única, su magnetismo ante las cámaras y su sensualidad  conquistó a artistas y cineastas de Estados Unidos antes de llegar a los 30. Fueron precisamente esos encantos lo que hizo que Anthony Mann quedara prendado de ella. 

Para entender cómo su destino se cruzó con el del director de cine es preciso recordar qué pasos dio Sara en el continente americano. Nacida en 1928 como María Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora Abad Fernández, despuntó de manera precoz en el mundo del celuloide. Con solo 16 años participó en su primera película. Sus preciosas facciones enseguida le abrieron las puertas. Fue el pasaporte que le permitió protagonizar filmes al lado de figuras de primera línea como Fernando Fernán Gómez.

Sara Montiel

Sara Montiel, portada de la revista SEMANA el 2 de mayo de 1944.

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En sus inicios no le costó mucho dar el salto a la fama. Sin embargo, no estaba del todo satisfecha con su carrera en España. No se conformaba con ser conocida y copar todas las portadas de las revistas. Siempre tuvo claro que quería llegar muy alto. Su ambición y su sed de triunfo la llevaron a probar fortuna en América. Hizo las maletas y, acompañada de su madre, -quien no se separó de ella hasta que se convirtió en un icono- voló a México y a Cuba, donde rodó 14 cintas en solo cuatro años. 

Ya era una actriz de éxito en España y en la península del Yucatán cuando aterrizó por primera vez en Estados Unidos. Sus interpretaciones en largometrajes como 'Cárcel de mujeres' y 'Piel canela' fueron el trampolín perfecto para darse a conocer en la industria cinematográfica norteamericana. En 1954 protagonizó el western 'Veracruz' a las órdenes de Robert Aldrich. En ellos trabajó con Gary Cooper y Burt Lancaster, dioses en el olimpo de Hollywood. Aquello fue tocar el cielo.

Pero la suerte tenía otro gran regalo aguardado para ella. Fue tal el impacto de su aparición en el filme de Aldrich que la llamaron para formar parte del elenco de 'Dos pasiones y un amor (Serenade'), una película musical basada en un relato de James M. Cain. Durante el rodaje de esta producción conoció a Joan Fontaine y Mario Lanza. Asimismo, puso su talento al servicio de Anthony Mann, el director de la película, quien se convertiría en su primer marido.

Sara Montiel

Sara Montiel, nacida en la localidad manchega de Campo de Criptana, debutó en el cine siendo una adolescente.

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Mann, un director de enorme reputación de la época, se quedó loco al verla. Cayó rendido a sus rasgos rompedores e hiper femeninos. También se enamoró de sus ansias de grandeza. Porque en aquel momento, Sara Montiel solo deseaba comerse el mundo. "Yo estaba en la plenitud de mi belleza y la verdad es que eso me abría muchas puertas, en todos los sentidos. Estaba para romper y no era fácil que un hombre se me resistiera", recordaba la propia actriz al diario 'El Mundo'. "Además Tony era un encanto y educadísimo".

Cuando Anthony Mann se topó con Sara Montiel tenía 50 años. Ella, 28. Justo ese año se había divorciado de su primera esposa, Mildred Mann, con la que contrajo matrimonio en 1936. Después de un año de noviazgo, el americano y la española se dieron el 'sí, quiero' en Los Ángeles. Corría el 29 de agosto de 1957. 

No fue una boda al uso, en absoluto. Se convirtieron en marido y mujer "en artículo mortis", ya que él "estaba gravísimo". Sufrió un infarto de miocardio del que pensó no saldría con vida. "Cuando me casé con Tony Mann, en Los Ángeles, me casé con mi otro pasaporte, el mexicano", relató la manchega. Al parecer, durante su estancia en el país azteca solicitó la nacionalidad mexicana.

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Sara Montiel, el día de su boda con Anthony Mann, en 1957.

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Una vez que él se recuperó se casaron por lo civil y por el rito judío (la madre de Mann era judía estadounidense de ascendencia judía bávara). Ella misma contó a quien escribe estas líneas que el papel del director de cine fue vital en su trayectoria. Porque él fue un "maestro de la vida" para ella. Le enseñó "a comportarse en sociedad, a saber cómo relacionarse en el mundillo del cine, a saber de qué hablar y a saber cuándo callar".

Incluso en materia sexual le abrió caminos que no conocía: "No era especialmente fogoso, pero sí muy experimentado. Conocía bien a las mujeres". La diferencia de edad entre ellos era abismal, pero Sara Montiel supo que Mann marcaría un antes y un después... Y así fue. "Era un caballero, me adoraba, aunque tenía algunos momentos en los que se mostraba celoso, sobre todo cuando veía el interés de algunas estrellas por mí", ha contado la artista.

Durante el tiempo que estuvieron casados, -seis años en total-, Sara Montiel disfrutó del sueño americano. El hogar que formó con el realizador era el epicentro de fiestas y reuniones con la élite de la meca del cine. "Gracias a Tony conocí a todo el mundo de Hollywood que se pasaba por nuestra casa a diario. Era como estar en un estreno de cine por el que pasaban todas las estrellas", diría ella.

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La mieles de aquel idilio no duraron demasiado. Y es que Anthony Mann cuidaba con tanto esmero a Sara que llegó a hacer que se sintiera asfixiada: "Era encantador, culto, bueno, generoso (...) pero no me dejaba ni a sol ni a sombra. Me acompañaba a todos los sitios siempre que podía". Era, tal y como ella misma expresó, "mucho" para ella. 

A pesar de sentirse oprimida, Sara, criada en el seno de una familia tradicional, soñaba con ser madre. Se quedó en estado, pero perdió el bebé que esperaba cuando estaba embarazada de ocho meses. "Me caí de culo por unas escaleras y pensé que no había pasado nada más que aquel susto. Al llegar al hospital me dijeron que el niño estaba muerto. Me lo tuvieron que sacar. Fue terrible", me explicó la actriz en una entrevista realizada en su ático de Madrid en 1999, un año antes de publicar sus memorias, 'Vivir es un placer'.

Perder a ese bebé tan deseado fue un duro varapalo para Sara Montiel. Tras aquel episodio "quedó estéril" y nunca más tuvo opciones de tener un hijo biológico. Su relación con Mann fue cayendo en picado. Cabe recordar que antes de su matrimonio había estado expuesta al control férreo de su madre. Luego pasó a ser una especie de 'posesión' para su primer esposo. Llegó un momento en el que necesitaba oxígeno. Y emprendió vuelo de nuevo...

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Sara Montiel, portada de la revista SEMANA en el año 1964.

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Así, en 1957, dio un paso al frente. Avalada por su éxito en Estados Unidos hizo las maletas y regresó a España. Necesitaba volver a casa. Fue una decisión sabia, ya que pudo volar más alto de lo que nunca imaginó. Protagonizó 'El último cuplé' con Juan de Orduña, y sin esperar a su estreno, regresó a Estados Unidos para filmar su tercera película con sello 'made in USA': 'Yuma', de Samuel Fuller. Inmersa de lleno en el rodaje, jamás imaginó que el éxito de 'La violetera' fue tan grande que se viera en salas de cine de todo el mundo. Pasó de ser una estrella del cine a ser un icono internacional.

Lo que vino después fue el encumbramiento total como actriz. Sara Montiel firmó un contrato multimillonario para participar en cintas de producciones europeas (hispano-francesas-italianas), Se convirtió así en la estrella de habla castellana mejor pagada de la década. Quién lo diría. En aquel momento, su fama era muy superior a la de su marido, con el se casó siendo una 'segundona' en la industria del cine anglosajón.

Otro taquillazo similar llegó con 'La violetera', en 1958. Su caché estaba tan alto que cobraba unos 40 millones de pesetas de la época. O lo que es lo mismo: un millón de dólares. Una cantidad astronómica que solo ganaban actrices como Liz Taylor, Sophia Loren o Audrey Hepburn (el caché de esta última era inferior al de la manchega: 750.000 dólares).

Sara Montiel: sus mayores romances de su vida

Sara Montiel en 'La Violetera', en 1958.

Ante toda esta vorágine, Anthony Mann no se quedó al margen ni en un discreto segundo plano. Todo lo contrario: sacó partido de ello. De algún modo, se nutrió de los beneficios que le reportó estar casado con una figura de talla internacional. Aprovechando las nuevas conexiones que le ofrecía la actriz, trabajó dentro de nuestras fronteras. Aceptó la propuesta del productor Samuel Bronston y dirigió el largometraje de 'El Cid', en 1961. Una cinta que narra la vida del guerrero castellano Rodrigo Díaz de Vivar. La figura cautivó tanto a Mann como la dulce voz y el poderoso atractivo de su esposa.

Anthony Mann "se enamoró de los paisajes de España"

"Era un personaje muy importante para él", contó la actriz. "Se enloqueció con España. Fue a buscar exteriores por Valencia, a la playa de la Malvarrosa. Estuvo en La Pedriza, en Madrid, en Soria. en Segovia... Se enamoró del personaje y de España. Se enamoró de los paisajes de España".

No cabe duda de que Anthony Mann no solo estaba enamorado de Sara: también de España. Tuvo muy a su favor que Francisco Franco le dio todas las facilidades del mundo para hacer su trabajo. Y puso a su disposición castillos, conventos, ciudades,, pueblos, campos y hasta caballos del ejército para aportar su granito de arena en otra de sus grandes películas, 'La caída del imperio romano', rodado en nuestro país y estrenado en 1964... un año después de la separación de la pareja.

Lo cierto es que esa cinta supuso un 'via crucis' para ellos. Existen diferentes versiones sobre la intrahistoria personal de esta cinta, pero se dice que Sara Montiel deseaba para sí el papel de Jimena en la cinta. Finalmente el rol se le asignó a Sophia Loren, su 'rival' italiana. Eso hizo florecer los celos entre ambas divas. 

"Tony era como un padre para mí", reconoció la actriz

"Yo quería mucho a Tony, pero nunca fui una mujer segura de mí misma ni he sido fuerte. Siempre he tenido mucho sentido de la responsabilidad. Y siempre he sentido mucho miedo", admitiría la intérprete. "Yo he sentido la falta de mi padre. Y Tony era como un padre para mí". 

El ataque de celos de Sara Montiel por la buena sintonía de Anthony Mann con Sophia Loren

Hay que tener en cuenta que la Loren hizo muy buenas migas con Anthony Mann. Durante el rodaje de la peli de romanos, ella iba a recogerlo cada mañana en su coche. Y lo esperaba pacientemente en el portal del domicilio que este compartía con Sara Montiel, en pleno centro de Madrid, concretamente en el número 117 de la calle San Bernardo. Una mañana, harta de tanto 'feeling' con la italiana, la manchega montó un numerito de celos y Anthony decidió irse de casa. 

Sara Montiel y Gary Cooper

La película 'Veracruz', que protagonizó con Gary Cooper fue su primera incursión en Hollywood.

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Se marchó y alquiló un piso en la capital española hasta que terminó el rodaje de la película. Muy a su pesar, esta resultó un fracaso en taquilla. El fiasco forzó su salida de España, donde tan bien le había ido al lado de la actriz.

La actriz manchega y el director de cine Anthony Mann se separaron en 1963

En 1963 Sara Montiel y Anhtony Mann pusieron fin a su matrimonio. El divorcio fue amistoso. Sara no le pidió una pensión acorde a su gran fortuna. Todo transcurrió de manera cordial, a pesar de su relación estuvo marcada por un fuerte sentido de la posesión y los celos por parte de él. "Nunca me desenamoré de mi marido", reveló la artista. "En realidad casi nunca terminamos porque, aunque nos separamos y nos divorciamos, nos seguimos queriendo muchísimo".

Tras anular su vínculo, el director encontró rápidamente otro amor: en 1964 se casó con la bailarina Anna Kuzko. Tres años más tarde murió de un ataque al corazón en Berlín mientras dirigía una película de espionaje, 'Sentencia para un dandy'.

Para entonces, Sara Montiel se había instalado definitivamente en España. Había cerrado su etapa en Estados Unidos, -donde vivió cinco años en total-, y siguió cosechando éxitos de taquilla a nivel internacional. Cuando se enteró de la muerte de su primer marido estaba rodando una película en Italia junto a Giancarlo Viola (otro de sus amores).

"Cogí el periódico, lo abrí y lo vi en la página central. Decía: 'El esposo de la vedette española Sara Montiel ha muerto en Berlín de un ataque al corazón. Me puse muy nerviosa y me desmayé. Sentí un shock muy fuerte. Me sentí muy mal. Tony tenía cosas muy buenas, fantásticas y siempre lo recordé con mucho cariño", relató Sara. Poco después le sorprendió el bonito detalle que tuvo con ella. 

Anthony Mann dejó una suculenta herencia a Sara Montiel: 50.000 dólares, joyas, acciones y beneficios de sus películas

En el testamento de Anthony Mann, este le dejó 50.000 dólares, una cantidad de dinero nada desdeñable para la época. También le dejó en herencia algunas joyas ("un broche de su madre de brillantes", tal y como destacó ella), acciones de diferentes empresas y hasta un coche de lujo: un Mercedes. Quizás el más suculento de sus regalos póstumos fueron los porcentajes de beneficios de sus películas más importantes.

En el momento del fallecimiento de Anthony Mann, Sara Montiel sumaba una cuantiosa fortuna, no dependía económicamente de nadie. Ella siempre lo recordó como "un marido ejemplar que no sabía cómo complacerme". Los lazos entre ellos fueron más bien el de un padre y una hija. Puede que él no estuviera a la altura como marido, pero compensó sus carencias con una herencia generosa y llena de amor.

"Tony me aplacaba, me daba tranquilidad", confesó Sara Montiel al hablar de su primer marido

Con estas palabras recordaba Sara Montiel -en una entrevista en TVE- el verdadero legado que le dejó su primer marido: "Casi todo lo que sé en mi trabajo me lo enseñó él. Como mujer, me enseñó muchas cosas, como a querer de otra forma. Y a ser más pacífica. Yo era muy joven, muy impetuosa. Me aplacaba con él. Me daba tranquilidad y me ayudaba a ver las cosas de otra manera... Era un amor fraternal. Estaba muy protegida por él".