Su nombre real era María Antonia Abad Fernández pero ha pasado a la historia como Sara Montiel, una de las mayores estrellas de nuestro país que se convirtió desde muy joven en un ícono del cine y también de la música. Su carrera comenzó en los años 40 pero no fue hasta la década de los 50 que no eclosionó brillando con toda su fuerza, sobre todo después de participar en la película “El último Cuplé” en 1957 que le brindo fama internacional.
Una carrera fulgurante
Nuestra Sara dejó una huella imborrable en Hollywood y en la industria cinematográfica de México. Actúo junto a grandes estrellas como Gary Cooper o Burt Lancaster en varios films al otro lado del charco.
Su vida amorosa también fue muy intensa. Se casó en 4 ocasiones y adoptó dos hijos: Thais y Zeus Tous. Su muerte dejó un gran vacío en el mundo del espectáculo pero su legado perdura y sigue inspirando a día de hoy. Su voz y su presencia en pantalla cautivaron a generaciones y, aunque se llevó consigo muchos secretos, hemos podido rescatar algunos de sus mejores trucos beauty.
El ‘filtro’ que utilizaba Sara Montiel
Fue una pionera y era famosa por llevar siempre consigo unas medias de Dior que actuaban como filtro en la era preinstagram para sus entrevistas. De esta manera salía impecable en sus apariciones en televisión y en sus fotografías.
Sara Montiel se conocía mejor que nadie y sabía que era lo que favorecía y que no hacía. Como era misión imposible que los técnicos de iluminación atendieran a todas sus peticiones, Sara llevaba consigo unas medias que colocaba en la cámara a modo de filtro. Al colocar las medias se creaba ese ‘efecto filtro’, esa aura de old Hollywood y ese difuminado sutil que hacía que la piel se viera luminosa, aterciopelado y sin imperfecciones. ¡Toda una adelantada a su tiempo!
Las medias que llevaba a las entrevistas televisivas eran las número 9 de Christian Dior en color gris. Pedía que las colocaran en el objetivo de la cámara y así se creaba la magia, un halo de glamour y misterio y bye, bye a las arrugas y líneas de expresión.
Sara fue un auténtico bellezón que conquistó la meca del cine, aunque llegó un momento en el que la protagonista de “El último Cuplé” ya no recurría a las medias de Dior sino que aireaba sus intimidades en platós de programas del corazón en televisión como en el desaparecido ‘Tómbola’, algo que hizo que terminara por volverse un verdadero icono kitsch.
Así se cuidaba Saritísima
Sara Montiel acudía al cirujano Antonio Tapia para mantenerse joven y bella y, aunque el doctor nunca quiso desvelar los retoques que le hizo en su momento a la artista, sí que declaró que Sara “tenía una piel de melocotón. La única que he tocado que era de ese modo”, sentenciaba.
La artista también acudía a la clínica del Dr. Planas para seguir sus consejos de nutrición y seguía las dietas que le diseñaba para adelgazar y mantener su peso.
Según su amigo y peluquero, Manuel Zamorano, Sara Montiel se desmaquillaba con aceite de oliva. De esta manera eliminaba las impurezas grasas del rostro como el exceso de sebo y el maquillaje. Después de aclara la piel lo que hacía la artista era utilizar una crema hidratante ¿qué crema usaba? Según Zamorano la protagonista de ‘La Violetera’ utilizaba, nada más y nada menos, que una crema de toda la vida, la crema de la lata azul de Nivea.
Una amante del exceso
Ella declaró en una entrevista que se lavaba habitualmente la cara con agua y jabón y que cuando se le acababa la crema, y se le había olvidado comprar, se ponía mantequilla o aceite de oliva en el rostro. No sabemos si esto lo dijo en serio o realmente era lo que ella hacía.
Aunque era aficionada a las pelucas tenía muy buen pelo que solía teñir de color rojizo. Utilizaba muchos anillos, cuantos más mejor porque Sara no era una mujer precisamente minimalista. Ella era excesiva, en la ropa, el maquillaje, los adornos y en todo en su vida. Cargar sus manos de anillos le ayudaban a esconderlas o disimularlas ya que a la artista no le gustaban demasiado.
Fue una mujer muy bella que mantenía hábitos nada recomendables como el tabaco pero que siempre hizo lo que quiso y que vivió la vida que soñó, que la llevó desde Campo de Criptana (Ciudad Real) hasta Hollywood. Es innegable que fue y es todo un mito, y que Saritísima ya es eterna. Para siempre nos quedarán sus películas y su talento y belleza irrepetibles.