Sara Carbonero es una mujer valiente. Sobre todo, desde que hace cinco años la vida le asestara el mayor de los golpes. Fue diagnosticada de un cáncer de ovario que rompió por completo sus esquemas y que, a pesar de haberlo superado, sigue muy presente en su vida. Lo evidencia la sincera carta que acaba de ver la luz, un escrito analizado por la psicóloga, Lara Ferreiro, para SEMANA.
En ella habla, por primera vez, de los seis ciclos de quimioterapia. De los casi cuatro meses en los que fue incapaz de mirarse al espejo y de que su hijo dejó de reconocerla. "Mi hijo me dijo que no parecía yo", decía. No fue fácil, pero ¿cuál es la enseñanza de un proceso así? y ¿qué efectos psicológicos puede tener? La experta consultada por esta revista nos refleja el calvario que supone para alguien perder su propia identidad.
"Sara habla de su imagen y cuenta que en su sexto mes su hijo le dijo que no la reconoce. Esto es muy emotivo. Ella entra en un periodo de adaptación ahí. Estuvo cuatro meses sin mirarse en un espejo...Las partes más complejas son la emocional y, por supuesto, la de la apariencia física. Pierdes el cabello, las cejas, las pestañas y eso tiene un impacto profundo en quién eres porque no te reconoces. Pierdes tu identidad", señala la psicóloga.
"Es importante aceptar el proceso en el que estás"
La terapia a la que se sometió Sara Carbonero la dejó sin cabello y sin cejas, una alopecia oncológica que dejó heridas abiertas. También un rostro visiblemente cansado. Un cambio físico de 180 grados que le llevó a experimentar diferentes sentimientos, en definitiva, una montaña rusa constante. "Esto puede provocar ira, tristeza, preocupación. Es muy duro. Yo siempre digo a mis pacientes que si no se quieren mirar en el espejo que no lo hagan. Si a esa persona le ayuda no hacerlo no debe obligarse. Debe aceptar su proceso", asegura Lara Ferreiro.
"La caída del cabello puede provocar un estrés postraumático"
En el caso de Sara Carbonero ha podido desarrollar "un estrés postraumático". "Sin querer sientes vergüenza social e intentas evitar preguntas de qué te ha pasado. Hay quien se esconde en gafas de sol o turbantes porque hay un estigma en la sociedad. Se vive con emociones muy complejas y no debería de ser así", señala la psicóloga de la aplicación de citas, Ashley Madison.
Y, aunque ahora recuerda todo lo vivido con perspectiva, la periodista ha pasado por diferentes fases hasta la fecha. Así nos lo explica Lara Ferreiro, autora del libro 'Adicta a un gilipollas'. "Sara con esta carta nos dice en qué etapa se encuentra. Cuando a ella con 35 años se le rompe la vida porque le diagnostican ese cáncer primero estuvo en shock. Luego entras en una fase de tristeza, la culpa de 'si no me he cuidado'. Posteriormente llega la ira, el miedo a la muerte, la desolación. Ves cómo tu imagen física cambia...", comienza diciendo.
Sara Carbonero refleja valentía
Es tiempo después cuando "aceptas el diagnóstico" y empiezas un proceso de adaptación. "Desde la serenidad y después de estar curada, reflejas valentía. Eso refleja ella. Ella es muy hermética y le ayuda a conectar con el resto", explica sobre Sara.
Además, Ferreiro destaca un punto fundamental cuando te diagnostican esta enfermedad: verbalizar qué te pasa. Es precisamente este tipo de confesiones en redes sociales las que permiten a otros sentirse identificado. "Es fundamental poder hablar sin tapujos", desliza. Suele hacerse en la última de las fases, generalmente cuando todo ha salido bien. "Hace un efecto llamada, que es que otras personas hablen de su cáncer. Apoyas a otros pacientes que estén haciendo frente a esta enfermedad y rompes estigmas. Es como una terapia de grupo".
Y, aunque es importante hablarlo, todavía lo es más si eres un rostro conocido. Y es que tienen una grandísima responsabilidad debido a su influencia, por lo que deben mandar un mensaje "positivo". "Visibilizar el cáncer promueve la empatía, hace que les veamos como personas auténticas y responsables".
Otra cuestión muy relevante en este tipo de enfermedades es la actitud, esa que te ayuda a vencer la batalla del cáncer. Eso sí, no todo el mundo lo hace del mismo modo, tal y como asegura Lara Ferreiro.
"Es importante contar que hay cuatro maneras de enfrentarte al cáncer. La negacionista, en la que decides no cuidarte y hacer una vida loca. La número 2 que es la catastrofista, está relacionada con gente que no sale de casa, se encuentra fatal y piensa que no va a salir. En tercer lugar tenemos la ambivalente, que es que unos días están bien y otros mal. Por último, la luchadora que es la que ha tenido Sara. El 50 % es la lucha psicológica, algo fundamental. Es un proceso y cada uno puede tener la actitud que quiere...Se recomienda hablar, pero eso es según sientas tú", apunta.
Fue en el año 2019 cuando diagnosticaron a Sara Carbonero un tumor maligno en su ovario, etapa que vivió intensamente desde Oporto (Portugal). Allí logró alejarse del foco mediático, midiendo al máximo sus reapariciones en redes sociales. Eso le permitió cumplir sus tiempos y, por supuesto, la manera en la que quería contarle a sus dos hijos que estaba enferma y que su intención era curarse.
Cómo contarle a tu hijo que te enfrentas a la mayor batalla de tu vida
Un proceso especialmente duro en el que todo depende de la edad de los niños. Hay varios puntos y claves a tener en cuenta, hecho que nos relata a continuación la psicóloga consultada por SEMANA. "Ir llorada cuando se lo cuentes a tu hijo. Hay que tranquilizarle y explicarle que habrá cambios en tu cuerpo. Dependen de la edad que tengan se tomarán de un modo u otro", cuenta la experta.
"Los que tienen de 3 a 5 años suelen pensar que el cáncer es como una gripe y que es contagiosa. De los 6 a 11 lo entienden mejor...hay libros para explicarlo. Estos muestran más sus emociones. Tienen miedo que su madre se separe de ellos y hay que tener seguimiento desde el colegio. Hay que controlarles. Para los adolescentes, en cambio, es súper complicado. Reaccionan con ira, rabia, pasan de la madre...Hay que adaptar las palabras en función de las edades", recomienda.
A Sara su enfermedad "le ha ayudado a relativizar y a vivir el presente". A perseguir sus sueños, pues ya dicen que "la vida cambia de un día para otro". Y ella esto último lo sabe bien.