El 2 de agosto de 2004 la vida de Rocío Jurado cambió para siempre. El verano estaba transcurriendo como uno más, con trabajo, pero también con días de descanso en su querida casa de ‘Mi abuela Rocío’, en Chipiona, donde la artista se desprendía de los brillos del escenario y se convertía en la matriarca de una gran familia.

Fue precisamente estando en la localidad gaditana preparándose para unos conciertos que tenía pendientes, cuando comenzó a sentir unos fuertes dolores abdominales. Fue al médico en Cádiz, quien le dijo que inmediatamente viajara a Madrid.

Era el 30 de julio cuando ingresó en la Clínica Montepríncipe con el siguiente cuadro que se facilitó en el parte médico: "Rocío Mohedano Jurado se encuentra ingresada con motivo de la realización de un estudio diagnóstico por padecer ictericia de origen no filiado. Se le están efectuando exploraciones para completar el estudio, requiriendo mantener el ingreso hospitalario".

Rocío fue intervenida el 2 de agosto y permaneció durante dieciocho días en el hospital. Unos días en los que no dejaron de aparecer rumores sobre la verdadera realidad de su estado de salud.

Rocío Jurado, Ortega Cano y Rocío Carrasco

Rocío Jurado, Ortega Cano y Rocío Carrasco a la salida del hospital Montepríncipe donde fue operada el 2 de agosto de 2004.

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La rueda de prensa en su casa de La Moraleja

La misma valentía y claridad que había mostrado en todos los aspectos de su vida, también quiso demostrarla con su enfermedad. Rocío se debía a su público y siempre había mantenido una magnífica relación con los medios de comunicación, por ello, consideró que debía ser ella misma quien tenía que atajar todos los rumores.

Una soleada mañana de septiembre convocó a la prensa en su casa de La Moraleja, una de las urbanizaciones más lujosas de Madrid. En su jardín, sentada ante una mesa de cristal, perfectamente peinada y maquillada por su cuñada Rosa Benito, con un elegante conjunto de pantalón blanco y top de seda estampado en tonos naranja y rodeada de micrófonos, como había sucedido a lo largo de su exitosa carrera, 'La más grande' se enfrentó a la peor noticia de su vida.

Rocío Jurado

Rocío Jurado en su casa de La Moraleja, el 17 de septiembre de 2004, cuando anunció que tenía cáncer de páncreas.

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El coraje y la valentía de Rocío Jurado

Aferrada a su medalla de su querida Virgen de Regla que colgaba del cuello y por momentos aflorando en sus ojos las lágrimas, pronunció la palabra maldita y narró cuál había sido el diagnóstico de los médicos nada más llegar al hospital de Madrid:  "Rocío hay que operar de urgencia. Tienes un tumor maligno. Un cáncer muy difícil de detectar porque tiene el nivel primario, un nivel 2, y hay que quitarlo de inmediato".

Rocío ponía fin a las especulaciones y también anunciaba que al día siguiente, precisamente el mismo  día de 61 cumpleaños, ponía rumbo a la clínica Anderson de Houston para seguir con el tratamiento.

Rocío Jurado y Rocío Carrasco

Rocío Jurado y su hija Rocío Carrasco,

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A su lado, aunque en un discreto segundo plano, se encontraban su marido, José Ortega Cano, su hija mayor, Rocío Carrasco, y su hermano, Amador Mohedano, quienes durante los días previos habían intentado mantener la calma y contestar con cautela a todas las preguntas de los medios.

Fue Rocío quien quiso contar su historia sin ambages, llamando a las cosas por su nombre, y su familia se plegó a sus deseos. Así la artista mostraba, una vez más en su vida, su fuerza, determinación y coraje.

Pero Rocío también dejó traslucir el lógico miedo y la incertidumbre del duro camino que tenía por delante: "Nunca he sabido lo que es el pánico y ahora sí puedo decir que sé lo que es. Fue un mazazo muy grande, no se lo deseo ni al peor de mis enemigos. Me sentí perdida, me dije ‘Rocío, esto se ha acabado’. La palabra cáncer sigue siendo maldita, pero hay que saber afrontarlo y no mirar para otro lado. No quiero dar la impresión de ser una mujer vencida. Voy a luchar por mi vida y por estar el mayor tiempo posible con mi familia".

Los dos años de ingresos y tratamientos en Houston y Madrid

Y comenzaron entonces los dos años de tratamientos e ingresos, tanto en Estados Unidos como en Madrid, para intentar superar una enfermedad que desde el comienzo no tenía el mejor de los pronósticos, aunque tanto la protagonista como su familia se aferraron siempre a la esperanza de una recuperación.

Rocío Jurado y Ortega Cano

Rocío Jurado y Ortega Cano en Houston.

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Rocío Jurado viajó por primera vez a Houston el 18 de septiembre de 2004 (precisamente el día de su 61 cumpleaños). Allí permaneció hasta el 11 de diciembre, que regresó a España visiblemente más delgada (había perdido 12 kilos), tras las semanas de tratamiento en la clínica Anderson y unos días de recuperación en Miami, donde el matrimonio tenía un apartamento y, además, estaba estudiando en un internado su hijo, José Fernando.

A lo largo de 2005 los viajes se hicieron habituales para seguir con el tratamiento y hacer revisiones. 

A finales de enero de 2006 volvió a someterse a otra cirugía en Estados Unidos y dos meses después regresó a España en un avión medicalizado para ingresar en el hospital de Montepríncipe. Allí permaneció hasta que el 8 de abril los médicos la dejaron volver a casa.

La última vez que Rocío Jurado se subió a un escenario

Rocío mostró su inmensa fortaleza durante todo el duro proceso. Incluso tuvo el valor de subirse a un escenario por última vez. Una despedida a la altura de toda una leyenda del mundo de la canción en España y Latinoamérica que ha quedado para la historia como ‘La más grande’.

Fueron su hija Rocío Carrasco y su pareja, Fidel Albiac, quienes organizaron una gran gala en TVE, Rocío Siempre, en la que la cantante cantó en solitario y también hizo dúos con colegas que la admiraban como Lolita, David Bisbal, Raphael, Chayanne, Mónica Naranjo o Malú. Era diciembre de 2005 y la imponente voz de Rocío Jurado sobre un escenario, que nadie ha podido superar, se apagaba para siempre.


Pero la fortaleza de la Jurado parecía que no tenía fin y todavía un mes después concedió su última entrevista al periodista Jesús Quintero, su gran amigo y admirador. En ella hablaron de arte, de la familia, del amor... de la vida y de la muerte: "Tengo ganas de luchar y si no gano la batalla, cuando me vaya no será porque no haya peleado", le dijo al Loco de la Colina.

Rocío Jurado y Ortega Cano

Esta fue la última imagen de Rocío Jurado. El 28 de abril de 2006 entrando a casa junto a su marido, Ortega Cano.

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Sin embargo, la batalla la perdió definitivamente cinco meses después. A las 05:15h de la madrugada del jueves 1 de junio de 2006 Rocío Jurado falleció en su casa de La Moraleja rodeada del cariño de su familia, que no la soltaron en ningún momento a lo largo de los dos años que duró la enfermedad.

La vida en el clan Jurado sin la presencia de Rocío

Muy diferente ha sido ya la vida sin la presencia de Rocío Jurado. Esa unión familiar que ella mantenía sin fisuras se rompió para siempre y ya nada queda de ese clan Jurado, donde ella reinaba.

La cantante sigue muy presente en la vida de todos la que la quisieron, pero eso no ha evitado los enfrentamientos entre las que fueron las personas más importantes de su vida. Su hija Rocío Carrasco, nombrada heredera universal en su testamento, guarda su legado, que tiene como mayor exponente el Museo Rocío Jurado de Chipiona en honor de la cantante, que tras muchos retrasos y controversias por fin se pudo inaugurar el 2 de julio de 2022.