El pasado domingo, Tamara Falcó e Íñigo Onieva reaparecieron en España tras una larga temporada de vacaciones. El motivo de su parón en su interminable luna de miel fue la boda de Luisa Bergel y Cristian Flórez, dos de sus mejores amigos. En aquella cita tan especial llamó la atención, como es habitual, el look de la marquesa de Griñón. Estaba preciosa con un vestido de estampado floral que le sentaba como un guante. Pero en el enlace hubo otro detalle que no pasó desapercibido. Y que ha dado muchísimo que hablar sobre la socialité y su pareja...
El detalle en cuestión tiene que ver con el -podría decirse extraño o inusual- modo en que Tamara e Íñigo llegaron a la boda. Resulta que llegaron por separado. Este gesto ha levantado muchas sospechas. Y es que se trata del primer evento al que se han presentado en calidad de marido y mujer. Lejos de lo que muchos pudieran imaginar, uno llegó antes que el otro. Primero llego él. Poco después, ella.
¿Por qué razón no se presentaron a la vez en la boda de la hija del presidente y fundador de Gala Capital, Jaime Bergel? Ninguno de los dos se ha pronunciado sobre ello. Pero ya circulan varias teorías al respecto. Según han comentado en el plató de ‘Fiesta’, el motivo de su escalonada llegada a la ceremonia podría deberse a que ambos actuaron como testigos en el enlace y esto podría requerir la presencia de uno de los dos un poco antes de lo normal.
Una cosa está clara. Separados al llegar o no, Tamara e Íñigo se han convertido en inseparables este verano. Desde que se dieron el 'sí, quiero' en la Finca El Rincón, en la localidad madrileña de Aldea del Fresno, han estado el uno al lado del otro en su honeymoon de auténtico ensueño. Un viajazo no apto para todos los bolsillos que los ha llevado a paraísos como Sudáfrica, Bora Bora o Tahití. Y del que ambos han mostrado imágenes idílicas en sus respectivas redes sociales. Por mucho que lleguen separadamente a un evento, aquí hay amor y 'arrejunte' para rato.