A María Jiménez hoy la han despedido más de 30.000 personas en la capilla ardiente y luego la multitud ha seguido el cortejo fúnebre hasta el cementerio de Sevilla. Una de esas personas ha sido su hermana Isabel, su confidente y mano derecha durante muchos años. Aunque el gran público no la conoce, ha jugado un papel fundamental en la vida y en la carrera profesional de la artista.
Una vida discreta
Isabel, cariñosamente llamada “Isa” por sus más allegados, eligió un camino distinto al de su hermana. A diferencia de María, siempre optó por un perfil bajo, alejado de los escenarios. Sin embargo, aquellos que la han tratado la definen como una mujer alegre, sincera y con gran personalidad, casi tanto como la de su hermana María. De ahí que dijeran de ellas que parecían “dos gotas de agua”.
El barrio de Triana en Sevilla y la devoción por la Virgen del Rocío son pasiones que ambas han compartido. No obstante, sus trayectorias vitales presentan numerosas diferencias. Mientras María se encumbraba en la música y el espectáculo, Isabel llevaba una vida más tranquila. Casada y centrada en su hogar, nunca ha buscado la fama ni la notoriedad en las redes sociales. Eso sí, era frecuente verla con su hermana María peinándola si hacía falta, atendiendo sus llamadas telefónicas y llevando su agenda para que atendiera sus compromisos profesionales. Es verdad que, en ocasiones, se enfadaban, pero gracias al apoyo de Isabel, María Jiménez pudo brillar aún más en su carrera.
Desencantada de la política
Isabel, además de ser un pilar en la vida de María, sus propias inquietudes, como el hecho de haber mostrado su apoyo inicial al partido Ciudadanos cuando Albert Rivera estuvo al frente de la formación política. Después lo dejó desencantada y se volcó en otro proyecto que le hace mucha ilusión: Asociación Mujer y Tauromaquia.
La muerte de María Jiménez, ha dejado un gran vacío en su hermana Isabel. “Pensé que iba a superar esto, pero no ha podido ser”, ha confesado con evidente dolor. Aunque su sonrisa no la abandona, la tristeza se refleja en sus ojos. Mientras rememora los momentos vividos con María, destaca su valentía, su espíritu luchador, y, por supuesto, su genio. Isabel, como nadie, sabe de las luchas y triunfos de su hermana.
Sin embargo, también ha señalado su descontento con los reconocimientos oficiales hacia María, que considera llegan demasiado tarde. Una de las mayores tristezas fue que María no recibió la medalla de Andalucía en vida. “La ciudad de Sevilla se ha volcado con nosotros, pero se ha ido sin la medalla. Dicen que va a ser póstuma, pero ya veremos…”