Desde niña soñó con ser artista y ha tenido que pagar un duro precio. Y lo sigue haciendo hoy, envuelta en la polémica tras las durísimas declaraciones de su hijo, el único hombre que pensó que nunca la traicionaría.
Buceando en el archivo de SEMANA, hemos dado con un documento excepcional, publicado en mayo de 1990, unas memorias de Bárbara Rey en las que quería que se la conociera tal y como era, y desgranaba, en primera persona, su vida, sueños, desilusiones y amores.
Y ya entonces nos decía una frase que, 30 años después, resulta casi profética: "La vida me ha obligado a envolverme en un caparazón contra el que, ahora mismo, choca casi todo".
Bárbara era, y es, una mujer ‘de bandera’, y desde muy jovencita causaba sensación por su altura y por su aspecto, que parecía más nórdico que español. Y eso llamaba la atención. A los 17 años tuvo a su primer novio formal, Eugenio Carlos, vecino en su pueblo, Totana, pero lo dejó antes de viajar a Madrid dispuesta a triunfar.
Los comienzos no fueron fáciles. Trabajó como modelo e incluso gogó en discotecas. Y poco después comenzó a salir con el dueño de una de ellas, Nicolás, su primer ‘amor serio’. Estuvieron juntos un año, hasta que un día Bárbara lo pilló con otra y se acabó la historia.
El guapo Delon
En 1974, Bárbara comenzó un romance con Alain Delon, uno de los actores más guapos del mundo, y que estaba en nuestro país rodando El Zorro. Él salía con otra actriz famosa, Mireille Darc, pero se quedó prendado de Bárbara, a quien llamaba ‘payasito’. Fue un romance secreto condenado al fracaso: "Era un hombre maravilloso. Procuraba mostrarse alegre, pero en el fondo siempre fue un solitario".
Soltera y sin compromiso, Bárbara disfrutaba de su libertad, hasta que en otoño de 1976 se cruzó en su vida el futbolista del Barcelona Carlos Rexach. Estuvieron viéndose hasta la primavera de 1977. "Mi relación con él fue problemática desde el comienzo hasta el final. Fue una etapa de mi vida de la que no guardo recuerdos agradables", resumía.
Su breve aventura pero duradera amistad con Pedro Ruiz
Meses después conocía a Pedro Ruiz, que acababa de perder a su padre; tuvieron una breve aventura y ese fue el comienzo de una buena amistad que aún dura.
Tentada por la política y convertida en musa de UCD en la campaña electoral de 1979, trabó amistad con el diputado Joaquín Garrigues Walker. Él era 17 años mayor que ella y llegó a confesarle que le gustaba mucho y que era una pena que la hubiera conocido tan tarde. Bárbara siempre le recordó con cariño y lloraría su muerte poco después, en julio de 1980.
Paquirri tampoco se resistió a sus encantos, pero aún seguía enamorado de Carmina Ordóñez. "Era muy atractivo y me gustaba, pero no tardé en darme cuenta de que nuestra relación no tenía futuro porque nuestras ideas chocaban mucho", contaría Bárbara en sus memorias.
Cuando llegó Ángel y lo cambió todo
La aparición de Ángel Cristo en su vida transformó a Bárbara. Él hizo que se enamorara como una quinceañera, tanto que en enero de 1980, apenas dos meses después de conocerse, se casaban.
El matrimonio, lejos de ser una preciosa historia de amor se acabó convirtiendo en una pesadilla de malos tratos, peleas... Siete años más tarde, la pareja, que tuvo dos hijos, ya estaba separada.
Bárbara juraba entonces que no quería saber nada de los hombres, y conocer en el verano de 1989 al futbolista del Real Madrid Pedro de Felipe (que murió en mayo de 2016) la ayudó a superar los malos momentos. Cuando se separaron no hubo reproches, solo el adiós de dos buenos amigos.
Poco después retomaba su relación con el Rey Juan Carlos, llevada en secreto, y hasta febrero de 1998 no volvimos a verla ilusionada de un empresario con quien vivió un romance que tampoco duró. ¿Su último amor? en mayo de 2000 conoció a Frank Francés, extenista y campeón de pádel. Un hombre 14 años más joven que ella y por quien perdió la cabeza. Su amor solo duró cinco meses, pero fue tan intenso y problemático que aún hoy Bárbara se niega a hablar de él.