María Edite ha vuelto a casa. Tras un mes ingresada en el Hospital La Salud de Valencia, ha podido regresar a su vida. "Me encuentro bastante bien después de lo pasado. Puedo andar, pero voy con miedo", explica al otro lado del teléfono. La madre de Javier Santos, el hijo no reconocido de Julio Iglesias, comenzó el mes de agosto viviendo una pesadilla y, aunque ya ha recibido el alta, no deja de pensar en lo que pudo haber pasado. 

"Para mis hijos ha sido un gran susto, yo me enteré de poco", dice Edite Santos a SEMANA

"Fue un gran susto, sobre todo, para ellos porque yo me enteré poco", asegura. Durante días perdió el equilibrio, sufrió grandes mareos y constantes vómitos. Ni siquiera podía valerse por sí misma, lo que alertó a sus hijos. Fue extraño. Veía incluso doble. Mis hijos me llevaron al hospital y ya me quedé ingresada". No supo qué dolencia o enfermedad le estaba haciendo sentir así, siendo días más tarde cuando tuvo la respuesta. "Me dijeron que había sido una subida de tensión. He perdido peso porque todo lo que comía, incluso el agua, lo vomitaba", señala. 

La reacción de sus hijos cuando fue ingresada en la UCI

Nada más salir la noticia de su hospitalización, el pasado 10 de agosto, se dijo que su estado era "muy grave". No se exageró ni un ápice, prueba de ello, que incluso uno de sus hijos pensara que su madre ya nunca saldría del hospital. "Mis hijos estaban muy asustados. Al principio le dijeron a mi hijo pequeño que estaba muy grave, él pensaba que no pasaba de esa noche", dice, todavía afligida. 

María Edite vive sola, pero tiene a sus hijos muy pendientes de ella. Admite el grandísimo susto que tanto él como su familia vivieron, pero está optimista. Sobre todo porque sabe que lo peor ya ha pasado. "He estado hasta el gorro. En la Unidad de Cuidados Intensivos estuve 20 días, ahí solo veía paredes. Mi hijo me dio mi móvil al final, pero como veía doble ni eso. Luego me subieron a planta", nos cuenta. 

Intensos días y noches en los que ha tenido mucho tiempo para pensar. En lo bueno, en lo malo y en lo regular. En las cuentas pendientes que sigue teniendo, la más pesada relacionada con Julio Iglesias. Desde cuatro décadas ella ha luchado por reivindicar la paternidad del artista sobre su hijo, del mismo modo que ahora lo hace Javier.

"Pensé que me iba a morir sin que Julio Iglesias reconociera a Javier"

"Pensé que me iba a morir sin que Julio Iglesias reconociera a Javi. Recuerdo a mi madre que me decía lo mismo, ella falleció y Javier no fue reconocido. Nosotros no tiramos la toalla. Esto va para adelante. Tendrá que salir. No sé porque Julio es tan cabezón. La vida es un suspiro...", cuenta a SEMANA. María Edite ahora celebra la vida. No es para menos teniendo en cuenta que llegó a temer por ella hace unas semanas.

María Edite, madre de Javier Santos, siempre ha sido muy deportista y se está cuidando por ser la de antes. No necesita a alguien que le cuide, pero agradece que sus hijos velen por ella. La protejan y le dediquen tiempo siempre que quieran. Por su buena salud, nadie se esperaba que María Edite sufriera este bache de salud. "Están muy afectados y preocupados", dijo su entorno al conocerse su hospitalización. 

Javier y su hermano pequeño están centrado en su progenitora, pero a su vez siguen pendientes del caso de paternidad que nunca han podido sacar de su cabeza. Un caso que de un tiempo a esta parte se encuentra en la Organización de Naciones Unidas, donde confían en que Javier sea reconocido como hijo legítimo de Julio Iglesias. Esta batalla fue iniciada por el valenciano hace la friolera de 33 años, pero no ha habido grandes avances. 

La breve, pero intensa historia de María Edite Santos y Julio Iglesias

Con una prueba de ADN que confirma la coincidencia de un 99% entre Julio José Iglesias y Javier Santos, pocos entienden que Julio Iglesias no haya dado su brazo a torcer. La primera de ellas María Edite, con la que el cantante tuvo un breve romance en el año 1975. "Yo estaba en la sala Las Vegas, él fue allí para una de sus galas y nos conocimos. Él estaba en mi camerino y me preguntó si quería ir a su chalet. Yo le dije que sí, pero no pensaba que me iba a mandar un coche a recogerme. Me fui al chalet y así empezó todo. Duró una semana o diez días", dijo María Edite.