Un año. 365 días han pasado desde que SEMANA anunciase en exclusiva la ruptura de una de las parejas más consolidadas de la prensa rosa, la formada por Enrique Ponce y Paloma Cuevas. El matrimonio ejemplar, el tándem perfecto idealizado por los lectores del papel cuché ponía fin a más de dos décadas de relación bajándose de esa suerte de pedestal en el que se había mantenido durante tanto tiempo.
Su ruptura los volvía terrenales, los devolvía a esa vida que ya a todos nos parece más realista. Aunque con reservas. La pareja insistía y se las prometía igualmente felices en su ruptura y anunciaban una cordialidad que el tiempo ha demostrado que no existe. Un año después no hay divorcio, no hay acuerdo siquiera para un evento familiar como el de la comunión de su hija menor y ya se han hecho evidentes los primeros desplantes, los primeros desaires públicos.
Tal y como ha podido confirmar SEMANA, el último gesto de Enrique Ponce dispara contra un pasado que, pese a todo, no puede borrar. El diestro ha decidido, justo un año después de oficializar su separación, borrar a Paloma Cuevas de los agradecimientos que durante años se han podido leer en su página web.
El torero ha borrado a Paloma Cuevas de su página web
Su ventana al público como un profesional de los ruedos estaba adornada hasta hace unos días con bonitas palabras de cariño hacia la madre de sus hijas y con tiernas imágenes familiares en las que aparecía su todavía esposa. Una de ellas de la empresaria posando sonriente con su abuelo Leandro, que también ha sido eliminada. Además de las bonitas fotos, Ponce señalaba a su mujer como un “apoyo insustituible” en su larga carrera taurina y así se lo agradecía ante los ojos de todos. Hasta ahora.
Toda una vida juntos
La semana del 14 de junio era la elegida para borrar a Cuevas de dichos agradecimientos. Mención a su madre, a su padre y a su abuelo Leandro, quien lo inició en los ruedos, pero ni rastro de su matrimonio, a pesar de que Paloma ha estado a su lado prácticamente desde sus inicios como matador. Ponce tomó la alternativa en 1990. A Paloma la conoció dos años después, en 1992. Toda una vida juntos.
Y un dato: tampoco hay rastro de alguien que acompañó a Ponce en su sueño de ser un gran torero y que lo apadrinó, aconsejó y hasta convirtió en la estrella que es hoy: Victoriano Valencia, su suegro. El padre de Paloma Cuevas, torero en los años 60 y desde entonces siempre vinculado al coso, fue quien actuó de Pigmalión con el jovencito de Chiva. “Papá, ayuda al chico”, le pidió Paloma cuando vio torear a Ponce en Algeciras en la que no fue precisamente su mejor tarde. Ahí se fraguó su amistad, la de Enrique y Victoriano, una unión que se hizo profesional cuando el veterano maestro se convirtió en su apoderado y que se hizo también familiar cuando Ponce se casó con Paloma. Desde entonces Valencia ha seguido desde el callejón los embistes de Ponce (dentro y fuera de la plaza, por cierto).
Paloma, cansada
Pese a todo, Ponce ha decidido romper con su pasado e iniciar una nueva etapa personal y profesional. Al lado de Ana Soria ha dicho adiós a 24 años de matrimonio, pero también trata de dar un giro a su carrera taurina empezando por borrar sus redes sociales (cuyo principal atractivo ya no eran sus hazañas en la plaza) y esas partes de su página web que le recuerdan su pasado. Entre ellas, el nombre de Paloma Cuevas.
Desde su entorno deslizan que tan drástica decisión podría incluso partir de la propia Cuevas, cansada también de un circo mediático que se está alargando más de lo esperado. Quizá por eso Ponce solo escribe: “La familia es uno de los pilares más importantes en los que uno puede apoyarse. Es una de las prioridades que uno, como ser humano, debe tener. En mi caso le doy una gran importancia a la familia. Que se permanezca en una unión y en una buena armonía”. Está claro, Paloma ya no es su “apoyo insustituible”.