Daniel Sancho sigue en la cárcel de Koh Samui, Tailandia, donde ingresó el pasado 7 de agosto por orden del juez. Y ahí seguirá, en prisión provisional, hasta que se celebre el juicio por el asesinato y desmembramiento de Edwin Arrieta del que se le acusa. Por el momento, se encuentra en el pabellón médico, aislado del resto de presos, por protocolo Covid. Sin embargo, hay preocupación sobre su estado anímico. Según el responsable del establecimiento penitenciario, no se descarta una posible reacción no deseada por parte de Daniel sobre su propia integridad. De ahí que estén siendo cautelosos.

Daniel Sancho seguirá en la zona hospitalaria cuando finalice la cuarentena

Daniel Sancho, hijo de Rodolfo Sancho, tras ser detenido por presunto asesinato
Daniel Sancho, hijo de Rodolfo Sancho, tras ser detenido por presunto asesinato (Foto: Royal Thai Police)

Al nuevo inquilino de la prisión tailandesa le van pesando los días ahí dentro. Tras pasar sus primeras noches recluido, el español empieza a mostrar signos de nerviosismo que han puesto en alerta a las autoridades del centro. "Tiene que adaptarse a su nueva vida y vamos a protegerlo", ha indicado este miércoles su director al programa 'Así es la vida'.No le está resultando fácil acostumbrarse a su nueva situación. De ahí que esté recibiendo vitaminas y otro medicamento sin especificar para controlar el estrés. A pesar de la preocupación latente, el máximo responsable de la cárcel ha querido recalcar que el joven de 29 años no está recibiendo ningún trato especial. Una información que contrasta con la medida que van a tomar una vez supere la cuarentena de 10 días que se impone a todos los nuevos ingresos. Daniel no pasará entonces a una celda común, como se le presupone al resto de reos, sino que seguirá en la zona hospitalaria. Esto porque no se puede garantizar que "no se haga daño a sí mismo", en palabras del director, que prefiere ser precavido.

"Hace ejercicio y se baña dos veces al día"

Daniel Sancho junto a la policía tailandesa
Daniel Sancho acompaña a la policía a reconstruir los hechos. (Foto: Royal Thai Police Handout)

El hijo de Rodolfo Sancho no está solo en el pabellón. Le acompañan tres presos más y dos asistentes de la prisión, vigilados en todo momento por profesionales médicos y guardias. Ya no luce su melena rubia y viste con un uniforme marrón, compuesto por una camiseta y pantalón corto. Se baña dos veces al día: una al levantarse y otra antes de acostarse. Dentro de todo, ha explicado el responsable del centro penitenciario de Koh Samui, "está bien y entrena por las tardes", aunque no ha querido profundizar el tipo de actividad física que le está permitido realizar.Eso sí, no puede recibir ni hacer ninguna llamada al exterior. Como ha explicado el director, el teléfono está en otra zona del centro penitenciario a la que no puede acceder hasta que pase el periodo de aislamiento de 10 días. Hasta entonces, tampoco puede recibir la visita de nadie a excepción de su abogado. La familia de Daniel ya se ha puesto en contacto con la Embajada española en Tailandia para recibir apoyo de cara a gestionar las visitas en cuanto pase la cuarentena.

Un futuro incierto y nada halagüeño

Mientras continúan las investigaciones, las autoridades policiales no creen, y así se lo hicieron llegar al juez, que el asesinato de Edwin Arrieta se produjera después de un forcejeo entre la víctima y el español. Así lo especifico el nieto de Sancho Gracia durante el interrogatorio, pero las pruebas que manejan los agentes apuntan en otra dirección. Esto hubiera supuesto tratar el caso como un homicidio imprudente que rebajaría su posible condena a un mínimo de tres años y un máximo de ocho. Sin embargo, la familia Arrieta va a solicitar que se trate el caso como homicidio premeditado con el agravante de descuartizamiento. Este es el peor panorama para el joven, que se enfrentaría a una condena de cadena de perpetua o pena de muerte en caso de ser declarado culpable.