A principios de los años 90 el matrimonio de Antonio Banderas y Ana Leza parecía indestructible. Casados desde 1987 fueron durante un tiempo la viva imagen de la estabilidad. Antonio apostó por su mujer cuando la mismísima Madonna se prendó de sus encantos y junto a ella paseaba por las alfombras rojas de sus primeras producciones hollywoodienses. Sin embargo, en 1995 Antonio se enamoró de Melanie Griffith y Ana desapareció literalmente del mapa. ¿Qué fue de ella?
Su pasado como actriz y “chica Almodóvar”.
Ana y Antonio se conocieron en un bar de la calle Infantas de la capital. Hija de la también actriz Concha Leza, la primera esposa de Antonio era también actriz y contaba con un interesante curriculum profesional en la década de los 80. Tuvo papeles en producciones tan aclamadas como “Lorca, muerte de un poeta”, la inolvidable “Teresa de Jesús” que protagonizó Concha Velasco y coincidió con su marido en la celebrada ‘Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios’ de Pedro Almodóvar.
La pareja se casó seis meses después de conocerse: concretamente el 25 de julio de 1987. Se trató de una celebración íntima pero plagada de famosos que formaban parte de su entorno habitual: Carmen Maura ejerció de madrina y entre los invitados figuraban clásicos a Bibiana Fernández o el propio Almodóvar. La celebración tuvo lugar nada menos que el Hotel Ritz de la capital.
Con el despegue de la carrera profesional de Antonio Banderas en Estados Unidos ambos se trasladaron a Hollywood y el tándem parecía funcionar a la perfección: ella le ayudaba con el inglés y él gestionaba papeles secundarios en sus películas americanas. La madrileña aparece acreditada en películas como “Philadelphia” o “De amor y de sombras” pero, una vez que se separó del malagueño, no volvió a ponerse nunca más delante de una cámara.
Obtuvo una pensión tras el divorcio
Como suele ocurrir en estos casos, la separación matrimonial de Antonio Banderas y Ana Leza no fue sencilla. A pesar de que ambos fueron discretos y nunca hablaron de aquello ante los medios, la realidad es que se enfrentaron a un complicado proceso de divorcio.
Tras un enfrentamiento en los tribunales, la Ana consiguió mantener la vivienda madrileña del actor (valorada en 3,4 millones de euros), una pensión de cerca de 12.000 euros mensuales durante tres años y medio y el 50% de los beneficios por las películas que Banderas rodó en los años en los que permanecieron casados.
"Me dejaron más pelao que... Fueron ocho días de juicio. Es un negocio. Lo que el juez quiere saber es cuánto le vas a pagar a tu pareja. Te agarran de un pie, te sacuden y, cuando se acaba el último dólar, te dejan. Eso es lo que hicieron conmigo", declaró el actor en el año 2004 en una entrevista con Jesús Quintero.
Su nueva vida en Estados Unidos
Ana tardó un tiempo en sanar las heridas de aquella ruptura y encontró en la meditación su mejor medicina. Afincada de manera anónima en los Estados Unidos, Ana abrazó la meditación y el yoga. Precisamente, debido al estilo de vida alternativo por el que apostó no faltaron titulares sensacionalistas que incluso comentaban que había sido captada por algún tipo de secta.
Nada más lejos de la realidad, Ana había encontrado la paz interior y con las meditaciones encontró un nuevo amor: Chris Villareal -conocido por muchos como Dharma, su álter ego budista-, su segundo marido con el que se casó en el año 2000. Carmen Maura volvió a ser la madrina de su boda y tras unir sus destinos la pareja ha tenido dos hijas: Clara María y Sofía Macarena.
A pesar de que hace tiempo que se les ha perdido la pista, en 2020 se publicó que la familia residía discretamente en una pequeña localidad próxima a Nueva York llamada South Fallsburg. Allí el matrimonio disfrutó de una vida tranquila junto a sus dos hijas, que parecen haber heredado la belleza de la actriz.
Las dos jóvenes, de 21 y 17 años respectivamente, también comparten las creencias de sus padres y cuentan con álter egos budistas: la mayor, Clara María se hace llamar Clara Priya, y la pequeña, Sofía Macarena, es Sophia Sindhu.