"Si las fotos te han impactado, eso no es nada con cómo te quedarías si escucharas los audios". Este es el mensaje que este miércoles, en cuanto se hacen públicas las imágenes del Rey Juan Carlos con Bárbara Rey, recibo en mi teléfono móvil de una persona que ha tenido acceso aparte del material que se fotografió y grabó en aquella casa de Boadilla del Monte (Madrid) donde Juan Carlos I acudía para verse a escondidas con la vedette.
Efectivamente, las imágenes son impactantes. Y aunque era algo que se había contado y descrito en numerosas ocasiones desde hace años, no es lo mismo imaginárselas que verlas. Sin embargo, según me explican, los audios son lo verdaderamente duro y lo más interesante. De hecho, es lo que los servicios de inteligencia españoles de la época se preocuparon por conseguir. En ellos se escucha al monarca hablar de cosas y de personas que no le dejarían en buen lugar, así como revelar asuntos políticos y del Gobierno que nadie entendería que lo estuviera hablando con una ciudadana de a pie, en este caso con Bárbara Rey.
A Ángel Cristo Jr. se le ha ido este asunto de las manos. Está claro que ha decidido destruir a su madre y que para él el fin justifica los medios. Periodísticamente, estas imágenes son un documento de primer nivel, un gran scoop, y la prueba es que no hay medio en España que no las haya reproducido. Y no solo por el hecho de que se demuestre una infidelidad del jefe del Estado a su mujer, la Reina Sofía, sino también, y más importante, porque estas imágenes suponen el material con el que, según ha contado Emilio Alonso Manglano (exdirector del CESID, actual CNI) y el hijo de Bárbara Rey, se ha chantajeado a un rey, el de España. Pero si informativamente tiene una trascendencia enorme, moralmente es muy reprobable y más que cuestionable que un hijo facilite las fotografías de su madre besándose con el Rey de España para que vean la luz.
Es evidente que no era su intención, pero Ángel Cristo Jr. ha situado a su madre de víctima. Nunca lo ha sido. Al menos en este asunto. Sí, lo fue en el de los maltratos de Ángel Cristo padre. Ella lleva décadas diciendo sin decir lo de su relación con el Rey, hasta que hace poco más de un año decidió abrir la caja de Pandora. Y de aquellos barros estos lodos. No debería ser víctima porque estas fotografías y las grabaciones a las que se sometió al Rey en esa casa son idea suya. Ella quiso tener pruebas de sus encuentros con Juan Carlos I. ¿Para qué? ¿Para qué graba alguien sus encuentros íntimos con el jefe del Estado? ¿Con qué intención?
Pero Ángel Cristo Jr., tras divulgar estas imágenes, la ha situado como víctima mientras que él se ha colocado en un papel que la opinión pública rechaza. No tiene justificación lo que ha hecho.
Pero Bárbara no es la única víctima. No hay que olvidar que detrás de estas imágenes se encuentra un chantaje al Rey y a la Corona. Estas fotografías son la prueba de que se organizó una trampa al entonces jefe del Estado para fotografiarle en una situación que le comprometía personal e institucionalmente. Hace tiempo que Juan Carlos I no es ejemplo de algunas cosas, y aquí le vemos en una de ellas: siéndole infiel a su mujer, la Reina Sofía. Pero lo grave es que esto sucede mientras un niño de 12 años o un fotógrafo amateur (según la versión que se cuente) le estaban haciendo fotografías. Todo muy profesional (nótese la ironía). Pues aun así, ni el Rey se enteró ni, lo más grave, sus servicios de seguridad. Un servidor conoce esa casa de Boadilla. Y las imágenes se hicieron desde fuera, bien desde la zona común de la piscina, bien desde la casa de la vecina. En cualquier caso, ¿qué hubiera ocurrido si en lugar de apuntarle el objetivo de una cámara hubiese sido la mira telescópica de un rifle? Recordemos que en 1994, año en el que se hicieron esas fotografías, en España existía una banda terrorista llamada ETA que estaba en uno de los momentos más activos de su historia. De hecho, un año después, en 1995, un francotirador de esta banda criminal tuvo a tiro en dos ocasiones al Rey en Mallorca y no llevó a cabo el atentado “debido a complicaciones técnicas”.
Tal vez Ángel Cristo Jr. no haya medido la repercusión de todo esto y mucho menos las consecuencias, incluidas las personales. Lo que ahora valoramos como parte del colorín de este país, se trata de un asunto de Estado que tuvieron que afrontar varios presidentes del Gobierno.
La pregunta es por qué si, como ha contado Emilio Alonso Manglano, exdirector del CESID (actual CNI), se pagaron 25 millones de las desaparecidas pesetas (150.000 euros) a Bárbara Rey y se le dio un programa de televisión, los servicios de inteligencia no se incautaron de todo el material y este se quedó en las manos de la familia Cristo Rey. Porque la versión de que el CESID les dejó quedarse con este material a mí me parece poco creíble.
Todavía queda mucho material. Más fotografías, diversos audios e incluso algún vídeo. Habrá que ver hasta dónde se atreverá Ángel Cristo Jr. y si esto se trata de un aviso a navegantes y se queda ahí o si está dispuesto a seguir sacando a la luz más documentos inéditos de su madre con el Rey Juan Carlos. Insisto, lo que a mí me dicen es que lo verdaderamente escandaloso sería escuchar los audios.