En el episodio 8 del documental de Rocío Carrasco, la hija de Rocío Jurado ha relatado con enorme precisión cómo fueron los días más duros que vivió con su hija, Rocío Flores. Episodios en los que las agresiones, los insultos, los descalificativos la hicieron sentirse "aterrorizada" en su propia casa. Y que propiciaron escenas de enorme dramatismo y violencia que supusieron el fin de la relación maternofilial. Una relación completamente rota que ha traído graves consecuencias para la familia. La más significativa y dolorosa, que llevan casi nueve años sin dirigirse la palabra.
La escena que catapultó para siempre la armonía en el hogar de Rocío Carrasco tuvo lugar el 27 de julio de 2012. "Ese día quiere desayunar una nectarina, lo único que hago es decirle que tengo ciruelas que le va a venir para el problema que tienes. Ahí se desencadena....Ella me desafía, se guarda la nectarina y al ir a cogerla me da una... me cruza la cara de lado a lado. Empieza yo no me creía lo que estaba pasando, empieza a pegarme, pero mientras ella me pega ella va gritando 'No me pegues, no me pegues'. Era ella la que me estaba pegando a mí, a mí se me pasó como una película por toda la cabeza. Eso obedecía a algo que no era normal".
Según Rocío Carrasco, su hija "cuenta que yo la llamaba gorda"
Aquel episodio dramático terminó con Fidel reanimándola y, posteriormente, su visita a un centro hospitalario, donde estuvo en observación durante varias horas. Pero, ¿qué llevo a Rocío Flores a actuar así con su madre? Según Rocío Carrasco, su hija ha sido víctima durante toda su vida de la manipulación de su padre, Antonio David Flores. Una situación que ha provocado una enorme dicotomía en su personalidad.
En su docuserie, la hija de Rocío Carrasco ha contado que su hija se autolesionaba y que narraba a su padre "hechos horrorosos como que yo la llamaba gorda, que yo la castigo y que no le doy de comer, que no la quiero, que alguna vez le he dado un bofetón. Narra situaciones que son totalmente falsas en las que vuelve a seguir el patrón paternal". En medio de tan delicado panorama, el malagueño solicitó la modificación de medidas sobre la custodia de la hija. En él se recoge que "la madre echó de casa a la hija el verano pasado" y que la menor "no quiere ir a casa de su madre".
Asimismo, se detalla que cuando se va con su madre "llora, se pone nerviosa, pasando a ser una jovial, cariñosa alegre y activa a una niña triste, con ansiedad". Y se recoge que "tiene problemas de concentración y ansiedad, dificultando seriamente su rendimiento académico. Se evidencian signos de afecto deprimido en la menor, se evidencia un desajuste en el núcleo familiar materno, se evidencian deseos de permanecer en el hogar paterno, se evidencia animadversión a cumplir con las visitas al hogar materno".
Rocío, en su informe psicológico a los 15 años: "Siento pena y lloro"
El informe psicológico de Rocío Flores, realizado cuando tenía 15 años, incluye también testimonios tan duros como: "Me gustaría nacer de nuevo y ser distinta", "a veces tengo ganas de morirme", "si hubiera una catástrofe seguro que moriría" o "casi siempre sueño cosas tristes". También confiesa: "Siento pena y lloro", "a veces siento que soy un desastre" o "me tengo rabia a mí misma alguna vez".
"Luego se demuestra que no está así", se ha lamentado Rocío Carrasco. Rota en llanto, confesaba que le hacía daño pensar que su hija actuase contra ella "fuera capaz de participar en algo tan sumamente cruel para con una madre".