La relación de Isabel II con los quince primeros ministros con los que coincidió en el ejercicio de sus funciones como Reina de Inglaterra siempre ha estado marcada por férreos protocolos y normas, algunas escritas y otras tácitas. No todos los hombres y mujeres que han ostentado el cargo de primer ministro de Reino Unido han sido del agrado de Isabel II, de hecho, sus desavenencias con Margaret Thatcher fueron públicas y notorias hasta el punto de haber sido reflejadas en películas y series como la mítica ‘The Crown’ de Netflix.
Durante los últimos años de su vida la Reina tuvo que lidiar con algunos de sus primeros ministros más polémicos como Theresa May o Boris Johnson. En esos últimos tiempos, Isabel II vio cómo sus primers protagonizaban polémicas en prensa y polarizaban a la opinión pública, incluso uno de ellos llegó a romper las normas sobre cómo trascurren las audiencias privadas semanales entre la reina y los primeros ministros comentando fuera de ese ambiente las cosas que allí se debatían. Sin duda, no fueron situaciones fáciles para la reina y alguno de ellos tuvo que disculparse con ella. Hoy repasamos las traiciones de Boris Johnson a la Reina durante su tiempo como primer ministro y después de la muerte de Isabel II.
Un comienzo con mala pata
El arranque de la legislatura de Boris Johnson, en julio de 2019, fue convulso, su elección traía consigo el horizonte del incierto Brexit como piedra angular de su gobierno. El lunes tras las elecciones, la tradición británica marca que el ganador de la ronda electoral va a Buckingham Palace para que la Reina en persona le encomiende la formación de un gobierno en su nombre, algo que no es más que una formalidad. Aunque como a todas las formalidades, los británicos le dan suma importancia. En esta primera audiencia privada el primer ministro es recibido por el Lord Chambelán de la Reina que le da las instrucciones a seguir, cuando la monarca está preparada el premier pasa al salón donde lo recibe y comienzan a departir.
Lo ideal es que no trascienda nada de estas charlas privadas entre las máximas autoridades de Reino Unido, pero tras su primera audiencia con Isabel II, Boris Johnson rompió con esta tónica. Después de asistir a Buckingham, en un corrillo con periodistas Boris comentó detalles de su charla con la Reina y uno de ellos terminó siendo publicado. En concreto, se publicó que Isabel II le dijo a Johnson que “no entiendo por qué alguien querría ser primer ministro”. Al instante de revelar este detalle Boris, fue reprendido por un compañero de la prensa inglesa que le recordó que no debería comentar en esos foros detalle alguno de sus conversaciones con la Reina. Boris llamó días después a Buckingham para disculparse personalmente con la monarca por su metedura de pata inaugural.
Más tarde, aquel mismo año, en agosto de 2019 Boris protagonizó su siguiente choque frontal con Isabel II al pedirle a la reina que disolviera las cortes para ganar tiempo para cumplir con el plazo establecido por la Unión Europea para el Brexit. La opinión pública vio en aquello una intención de hacer entrar a la Reina en la política, algo que no puede ocurrir bajo ninguna manera. Finalmente, tras la tormenta provocada por la petición, a la Reina no le quedó más remedio que acceder. Años más tarde, la justicia escocesa deliberó que la reina había accedido tras haber sido mentida por el primer ministro, lo que es de una gravedad extrema.
Siempre en el peor momento
La siguiente gran metedura de para de Johnson con Isabel II se produjo en el peor momento posible. En abril de 2021 falleció Felipe de Edimburgo a los 99 años. El funeral, en plenas restricciones por la pandemia de coronavirus que asoló al mundo en 2020, fue sobrio y con un halo de desencanto, todo Reino Unido recuerda la imagen de la Reina en la Capilla de San Jorge en la mas absoluta de las soledades vestida de luto aguantándose las ganas de llorar mientras despedía al hombre con el que había compartido 75 años de su vida. Tiempo después de esa triste fecha se supo que la noche antes de ese funeral, Boris Johnson celebró una fiesta en Downing Streeten la que estuvo bebiendo junto con otros miembros del gobierno hasta bien entrada la madrugada.
Aquello fue gravísimo ya no solo por el hecho de que, mientras los ciudadanos del país no podían reunirse en condiciones ni para despedirse de un ser querido, el primer ministro se pegaba juergas en la residencia oficial, sino porque las buenas formas inglesas ven fatal celebrar fiestas o brindar en medio del luto por una pérdida. Esa enésima torpeza de Boris se vio no solo como un acto egoísta y desconsiderado sino una falta de respeto hacia la Reina y su pérdida. Finalmente, el primer ministro se vio obligado a disculparse de manera oficial con Isabel II, que una vez más asistía atónita al comportamiento infantil e inaudito de su primer ministro.
Ahora, dos años después de la muerte de la Reina, de nuevo Boris Johnson ha traicionado la intimidad de la monarca. Hace unos días el ex primer ministro publicaba unas memorias que revelaban detalles vergonzosos sobre su lamentable vida política, como por ejemplo que durante la pandemia valoró como una opción viable el invadir Países Bajos en una operación táctica para hacerse con más dosis de las vacunas. En ese ignominioso libro ha vuelto a revelar detalles privados sobre Isabel II que nunca se habían hecho públicos hasta el momento, concretamente que la Reina padecía un cáncer de huesos en el momento de su fallecimiento en septiembre de 2022. Esta última traición a la memoria de la monarca no es sino la confirmación de que no se tratan de deslices, sino de un rasgo más del carácter del infantil Boris Johnson.