Poco a poco Carlos III va definiendo algunas líneas rojas en su reinado y en las obligaciones y competencias heredadas de su madre, Isabel II. Por todos era sabido que el hijo favorito de la desaparecida monarca era el díscolo y abyecto Príncipe Andrés. Rodeado siempre de la polémica, todo llegó a su punto álgido cuando Isabel II pagó de sus fondos privados el silencio de una menor abusada sexualmente por su hijo evitando así ver a un Windsor sentado en el banquillo de los acusados. Antes de ese momento eran muchas las que habían asegurado haber pasado por su cama y muy cuestionables las amistades del círculo íntimo del Príncipe Andrés, como por ejemplo el infame Jeffrey Epstein.

La figura de Andrés no es una presencia cómoda para su hermano, que de hecho hasta ha cortado toda relación personal con las hijas del mismo con las que tuvo buena sintonía en su infancia. A día de hoy Andrés es una suerte de problema heredado que ocupa una propiedad familiar en el complejo real y del cuál Carlos no sabe muy bien cómo desembarazarse. El último movimiento del monarca para obligarle a buscarse nuevas fórmulas de habitabilidad ha sido retirar la asignación de tres millones de libras anuales para sufragar su seguridad, una decisión que esconde el ánimo de obligarle a abandonar el Royal Lodge, la residencia en la que pasa sus días.

La extraña afición del Príncipe Andrés

El día a día de Andrés Windsor trascurre alejado de la primera plana de la familia real británica convertido en un hermano incómodo del monarca con el que ni la enfermedad ha propiciado un acercamiento. Ahora, según ha publicado el diario The Sun el príncipe dedicaría sus horas muertas, que son las veinticuatro del día, a chequear despegues y aterrizajes de aviones de forma amateur con una aplicación de rastreo. Para entender esta extraña forma de matar al tiempo cabría conocer antes que el Príncipe Andrés fue en su juventud piloto de helicóptero de la Marina Real llegando incluso a combatir en la Guerra de las Malvinas en las islas Falkland en el año 1982.

El Príncipe Andrés pilotando un helicóptero en su juventud

El Príncipe Andrés pilotando un helicóptero en su juventud

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Como rememorando un tiempo pretérito en el que todo le resultaba más sencillo Andrés chequea los despegues del vecino aeropuerto de Heathrow con un puesto de control amateur que ha montado en su propia resistencia. El príncipe dispone de monitores en los que puede ver el vuelo de distintas aeronaves en tiempo real y es a lo que dedica el total de sus días en el Royal Lodge en el que reside. A sus 64 años el Duque de York tiene buena relación con sus hijas Beatriz y Eugenia, fruto de su matrimonio con Sarah Ferguson, con quien también mantiene un cordial trato hasta el punto de que conviven bajo el mismo techo.

La real disputa por la propiedad en la que vive

El Príncipe Andrés vive actualmente en el Royal Lodge junto a su esposa, una imponente propiedad que cuenta con un total de 31 dormitorios perteneciente a Carlos III dentro del complejo de Windsor. Según han publicado distintos tabloides británicos como The Sun, Carlos III habría pedido sin éxito hasta un total de tres veces a su hermano que abandone este palacio ya que, según considera el monarca, no se adecúa a su estatus en la familia real ni es adecuado para alguien con su problemático historial jurídico. Así las cosas, el hermano de Carlos III se habría convertido en una especia de okupa real con el que el rey estaría empezando a perder la paciencia.

El Duque de York y el Rey Carlos III en el funeral de su padre el Duque de Edimburgo en 2021

El Duque de York y el Rey Carlos III en el funeral de su padre el Duque de Edimburgo en 2021

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Andrés vive en esta propiedad desde el año 2002 y es precisamente a ese año al que remite a su hermano cada vez que lo invita a irse, ya que asegura tener en su poder un contrato firmado por el que se le otorgaría el usufructo de la propiedad durante 75 años, lo que le autorizaría a residir allí hasta el 15 de junio de 2078.   Aun y con todo, la última oferta de Carlos III a su hermano para liberar el complejo sería mudarse junto a su exmujer a Frogmore Cottage, la que fuera residencia de Harry y Meghan en Windsor, ahora en desuso. Una oferta que no ha tenido respuesta alguna por parte del Duque de York, que consideraría el cambio una devaluación de su modo de vida, modo de vida que sufraga en su totalidad su hermano, el Rey Carlos III.

Según han comentado al diario The Sun fuentes cercanas al monarca inglés, la paciencia del marido de Camilla estaría llegando a su límite y estaría valorando cortar toda asignación económica destinada a la manutención de su hermano, con quien parece dispuesto a cortar todos los lazos tras el enésimo motivo de fricción. Hasta ahora, si bien Andrés estaba absolutamente alejado de la función pública, si era bienvenido en celebraciones familiares privadas, algo que podría cambiar debido a su tozudez con el tema de la ocupación del Royal Lodge.