El próximo mes de octubre tendrá lugar la primera visita de Estado de los Reyes de España a Jordania desde su subida al trono. El acto llega como respuesta a una invitación oficial y personal del Rey de Jordania, Abdalá II a Felipe VI y Letizia como demostración de la buena sintonía entre ambas casas reales. La última vez que nuestros Reyes visitaron Jordania lo hicieron como príncipes de Asturias en el año 2011 como parte de una gira que los llevo por distintos paises de oriente próximo, anteriormente habían acudido en un viaje privado en el año 2004 para asistir a la boda del príncipe Hamzah.
En esta ocasión el viaje cuenta con una agenda programada al milímetro como suele ocurrir en este tipo de eventos. La agenda, que aun no se conoce al completo por motivos de seguridad, contará con una cena de gala ofrecida por los monarcas hachemitas en agradecimiento por la visita, también los reyes Felipe y Letizia sacarán tiempo para reunirse con una representación de la comunidad de españoles residentes en Jordania. Posiblemente en esta agenda haya también ocasiones para ver a la Reina Letizia acudir con la Reina Rania a visitar alguna entidad benéfica o alguna escuela.
Antes de que todos los titulares apunten a “duelos de estilo” o “peleas de moda”, cabe recordar que ambas reinas tienen una sintonía estupenda como han comentado ellas mismas en distintas ocasiones y es algo que ha quedado patente en cada ocasión en la que hemos podido verlas juntas. Seguramente no veamos ningún titular sobre el estilo para hablar de Felipe VI y de Abdalá II, pero esa es otra historia.
Esta visita a Jordania en la que se producirá el reencuentro de los reyes de ambos países (que no se ven públicamente desde 2023 en Madrid) llega en un momento dulce para los monarcas hachemitas. Hace tan solo unos meses, y coincidiendo con el 25 aniversario de su coronación, daban la bienvenida a su primera nieta, Iman, hija del príncipe heredero Hussein y la princesa Rajwa. Además, Rania cumple esta semana 54 años. Conozcamos un poco mejor a una de las mujeres más influyentes del mundo árabe.
Demasiado occidental para oriente, muy oriental para occidente
Era el verano de 1970, hacía casi diez años que Kuwait había recobrado su independencia después de medio siglo bajo el protectorado inglés. La noche del 31 de agosto los termómetros tenían sus mercurios por encima de los 30º y el aire era irrespirable, como suele ocurrir en esta época del año en los paises de la península arábiga. Todo aquello poco importaba al médico Faisal Al-Yassin que entre sus brazos acunaba recién llegada al mundo a su segunda hija. La recién nacida recibió el nombre de Rania, que lleva por traducción “encantadora” o “embrujadora”. Rania creció en Cisjordania, donde su padre ejercía de médico y es que, aunque naciera en Kuwait, su familia era de ascendencia Palestina, algo que nunca ha olvidado y que alguna vez le ha traído problemas.
La joven Rania estudió Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Americana de El Cairo y terminó trabajando para la multinacional Apple. En esos años en una cena con amigos conoció a un joven príncipe jordano que no estaba llamado a ser rey. Tal debió ser el flechazo (o el acuerdo) que cinco meses después la pareja se daba el sí quiero, concretamente en junio de 2003. En aquel momento la imagen de Rania dio la vuelta al mundo, resultaba muy occidental para lo que uno imagina cuando piensa en una princesa de Jordania y para muchos fue motivo de crítica. El joven matrimonio no tardó en tener hijos, el primogénito, Hussein, llegó un año después del sí quiero y su hermana Iman, dos después, en 1996.
La sorpresa que les cambiaría la vida llegó en enero del año 1999 cuando Hussein I de Jordania, el padre de Abdalá II nombró a su hijo como príncipe heredero, en detrimento de su tío, quien había ostentado ese cargo desde el año 1965. Este arriesgado movimiento del monarca Hussein no fue visto con demasiado entusiasmo entre los que desconfiaban de su hijo Abdalá por ser hijo de una madre occidental, la princesa Muna Al-Hussein, nacida como Antoinette Avril Gardiner y ciudadana británica. De esta manera, a la muerte de Hussein I, Abdalá II y su mujer, Rania, ascendieron al trono. Normalmente a Rania, como consorte del rey le correspondería el título de princesa, pero el monarca hachemí quiso que su mujer fuese reina y así la proclamó meses después de su propia proclamación. Ya convertidos en reyes, Abdalá y Rania fueron padres dos veces más, en el año 2000 llegó la princesa Salma y en 2005 el príncipe Hashem.
Perseguida por la polémica
Han sido incontables las ocasiones en las que la reina Rania ha sido señalada públicamente, algunas veces por cosas que escapaban a su control y otras por las repercusiones de sus acciones o palabras. Al principio de su vida pública Rania padeció algo que muchas de sus “compañeras de generación”, como la Reina Letizia o la Princesa Victoria de Suecia, también sufrieron. Aunque pueda parecer increíble, el juicio sobre el cuerpo de las mujeres era incluso más cruento a finales de los años noventa y principios de los dos mil y muchos medios de comunicación se permitían sin ningún tipo de sonrojo etiquetar como anoréxicas a todas aquellas mujeres de la esfera pública que exhibieran algún hueso de más. Si bien algunas, como Victoria de Suecia, admitieron sufrir este tipo de trastornos, otras con el paso del tiempo han demostrado que no era así, pero nadie les ha pedido disculpas por someterlas a este tipo de presión desde los tabloides. Ni Rania ni Letizia se libraron de este tipo de hirientes etiquetas, aunque hoy resulte vergonzante, algunos no nos olvidamos.
Los orígenes palestinos de Rania también han sido un motivo de conflicto para la monarca jordana, algunas veces por sus palabras señalando las vergüenzas del conflicto que está diezmando a la población palestina mientras occidente parece mirar a otro lado y otras por ser señalada como un peligro por aquellos que temen que, debido a la ascendencia palestina de la reina, los palestinos obligados a dejar su país por la guerra vean en Jordania un destino en el que establecerse. Además, las investigaciones por el supuesto origen ilícito de la fortuna privada que los monarcas hachemíes atesoran en Suiza también han sido motivo de crítica Abdalá II y su mujer, algo que los medios del país se han visto obligados a acallar. Lo cierto es que, por encima de todo esto, Rania vive un momento vital dulce en el que da la bienvenida a los 54 celebrando 25 años como reina de Jordania, en un matrimonio aparentemente feliz y con su primera nieta, Iman, en brazos.