El hogar en el que los Windsor pasan sus vacaciones navideñas es un enclave cargado de simbolismo y de recuerdos para el clan familiar. El imponente Palacio de Sandringham, enclavado en el condado de Norfolk sirve de refugio para la familia real británica desde que lo adquirieran en el S. XIX. En concreto, la finca y el palacio fueron adquiridos por el Rey Eduardo VII, bisabuelo de Isabel II en 1862. La propiedad ha ido pasando de monarca en monarca, de Jorge VI pasó a Isabel II y a día de hoy pertenece al actual Rey de Reino Unido, Carlos III.
Poco a poco se fue convirtiendo en el lugar de descanso y retiro de la Familia Real. Isabel II se retiraba a ella cuando tenía que meditar una decisión importante o cuando se veía obligada a mediar en algún problema familiar, también Carlos III ha pasado este año temporadas en Sandringham mientras se trata para el cáncer que padece. La propiedad es tan querida para los Windsor que es el lugar en el que se reúnen año tras año para celebrar la Navidad, tradición con la que Carlos III continúa a día de hoy.
Desvelamos todos los secretos de la propiedad con auténtico carácter inglés y por qué es uno de los lugares favoritos de la Familia Real británica para pasar tiempo en familia y reunirse cada vez que pueden.
Enclave histórico que albergó las fiestas salvajes del Príncipe de Gales
Sandringham, ubicada en Norfolk, a algo más de 160 kilómetros al norte de Londres, está compuesta por una finca de más de 8.000 hectáreas de terreno y distintas edificaciones. El edificio principal de la propiedad, Sandringham House, tiene un total de 29 dormitorios, pero no es la única edificación que alberga el complejo de Sandringham, en ella por ejemplo también están residencias privadas de otros miembros de la familia real como la que Isabel III regaló a los Príncipes de Gales, Guillermo y Catalina, con motivo de su boda. De hecho, algunas de las residencias que conforman el complejo de Sandringham se pueden alquilar a través de plataformas de alquiler vacacional.
El primer dueño de la propiedad, Eduardo VII, la recibió como un regalo de la Reina Victoria y la utilizó como patio de recreo para todo tipo de divertimentos. Famosas eran sus fiestas en la época. El entonces Príncipe de Gales, tenía por costumbre actuar como anfitrión en fiestas en la propiedad que se alargaban durante varios días. Una de las más famosas farras de Bertie, como lo llamaban sus allegados, fue sonada en la prensa de la época porque se alargó durante tres días y contó con 16 invitados y más de 100 personas de servicio para atenderlos. Claro que, en aquella época las comodidades de Sandringham no eran como ahora. La propiedad no tenía luz eléctrica, solo lámparas de gas y si uno quería darse un baño caliente el agua debía calentarse previamente en la cocina.
Escenario de las navidades de los Windsor
Las fechas navideñas se suelen desarrollar en Sandringham desde hace varias generaciones. En sus memorias, ‘En la sombra’ (Plaza & Janés, 2023), el Príncipe Harry contaba varios recuerdos navideños de Sandringham. En uno de los pasajes del libro explicaba que mantenían la costumbre alemana de entregar regalos la tarde del día 24. La familia se reunía entorno a una mesa llena de regalos cubiertos por una sábana, al descubrirse la mesa cada uno se sentaba en el montón de regalos que llevaba su nombre y todos los abrían a la vez provocando un sonoro estruendo.
También cuenta que el comedor de Sandringham es como una especie de Infierno de Dante, no se refería en esta ocasión el Príncipe a que en el sucedieran terribles penurias sino a la temperatura que puede alcanzar la estancia. El hijo pequeño de Carlos III se refería a este espacio como una zona “con clima subtropical” y recordaba divertido como él o su padre intentaban siempre abrir una ventana para refrescarse, pero "los corgis siempre nos traicionaban. El aire frío los hacía quejarse y la abuela decía: ¿Hay corriente de aire? Y entonces un sirviente cerraba la ventana enseguida.”
La distribución del palacio de Sandringham
La finca también cuenta con explotaciones de árboles frutales, plantaciones de verduras, zonas de caza, un cementerio de mascotas, una iglesia y hasta con un patio de bomberos propio.Pero, sin duda, el lugar favorito de la Reina Isabel II era el establo donde criaba sus propios caballos de carreras, su gran pasión. Aunque no todo en Sandringham han sido momentos felices, en ella también se han vivido algunas de las horas más tristes de la familia ya que entre las paredes de Sandringham han fallecido varios monarcas como Eduardo VII o Jorge V. Este año, como los anteriores, los Windsor volverán a reunirse en esta finca para celebrar la Navidad y, de nuevo como los años anteriores, la ausencia del Príncipe Harry y Meghan será uno de los platos principales de la cena.