La Reina Isabel II ha dado un golpe en la mesa y ha expulsado de su protección a aquellos miembros de la familia que han dejado de ayudar a la corona o, peor aún, le ha perdido el respeto a la misma. Esta ha sido su decisión más drástica hasta ahora
A la reina Isabel II se le ha acabado la paciencia y no está dispuesta a dejar que personas que ya no quieran prestar sus servicios y sacrificarse por la corona británica sigan ‘chupando del bote’. Es por ello que ha decidido dar un paso al frente y dejar claro que, en el caso de los duques de Sussex, no son ellos los que se van, sino ella quien les echa, al menos así es en la página oficial de la Casa Real británica, en la que ya no figuran los nombres del príncipe Harry, de Meghan Markle, así como el del polémico príncipe Andrés, que tantos disgustos les está causando a la institución monárquica al verse inmerso en un escándalo de corrupción de menores, protagonizado junto a su íntimo amigo, Jeffrey Epstein.
Como ya hiciese el Rey Felipe con su hermana, la infanta Cristina, cuando le salpicó el escándalo del caso Nóos y trató de desvincularla de la familia real española, la reina Isabel II también se ha quitado de encima las ovejas negra de la familia. Al menos eso es lo que pretende dejar ver de cara a la galería y de manera institucional, porque ha decidido prescindir de los perfiles institucionales de su hijo, el príncipe Andrés, y el de su nieto, el príncipe Harry, y la esposa de este, Meghan Markle, de la página web oficial de la casa real británica. Con ello, la soberana se desvincula por completo de sus quehaceres más allá de las labores que realizaban cuando estaban acogidos bajo el seno de la corona. Es decir, ahora lo que hagan será exclusivamente responsabilidad de ellos y la casa no deberá rendir cuentas sobre sus actos ante nadie, ya sea un juez, la prensa o la opinión pública.
En las últimas horas, la página oficial de la familia real británica ha eliminado las pestañas que redirigían a las redes sociales de los duques de Sussex o el príncipe Andrés. Tan solo puede accederse a las páginas oficiales de la Reina Isabel II, el del heredero al trono, el príncipe Carlos de Inglaterra, y su sucesor, el príncipe Guillermo, así como sus respectivas mujeres. Es decir, a las casas de Clarence House y Kensington, respectivamente. Ya no hay ni rastro de las pestañas que antes informaban sobre los movimientos de los duques de Sussex y el príncipe Andrés. Espacios en los que se ofrecía información institucional sobre sus labores de representación de la corona y la reina Isabel II cuando a ella le es imposible hacerlo personalmente. Espacios en los que se informa, además, de las acciones benéficas que amadrinan y aquellos puntos fuertes que les hacían dignos merecedores de un hueco al lado de la soberana. Hasta que dejaron de serlo y pasaron a la trastienda de palacio, a la sombra, al menos, de su página web.
Dos motivos muy distintos para expulsarles
No es la misma motivación que ha empujado a la reina Isabel II a expulsar a su hijo y a su nieto de su seno de confianza. Por un lado, su vástago, el príncipe Andrés, ha ensuciado el buen nombre de la familia al verse envuelto en un escándalo de corrupción de menores, al estrechar lazos con el magnate y proxeneta infantil Jeffrey Epstein. Los devaneos corruptos de su amigo y la posibilidad de que su grado de implicación sea mayor al que se ha reconocido oficialmente han hecho que su papel de representación de la corona sea inapropiado, motivo por el cual se eliminó su página oficial como duque de York, en un intento de desvincularle de la familia. El príncipe Andrés ha dejado de acudir a actos públicos y se le echa en falta también en algunos privados de la familia, pero es que este escándalo sexual ha supuesto un antes y un después en la relación de este con sus seres queridos.
No obstante, este caso es extremo y dista mucho del que ha provocado que el príncipe Harry y Meghan Markle dejen de formar parte de la página web de la familia real británica, por petición expresa de la reina Isabel II. Los duques de Sussex decidieron marcar distancias con la familia real para comenzar una nueva vida sin el apelativo de ‘royal’. No estaban conformes con el acoso al que se veían sometidos por parte de la prensa y la prohibición implícita a que desempeñen su propio trabajo para ganarse la vida lejos del amparo familiar. Ellos deseaban hacer de su nombre un imperio, pero para eso debían dejar de representar el nombre de la reina Isabel II. Y así hicieron. Hicieron las maletas, cruzaron el charco y se han instalado con su hijo Archie en Los Ángeles, donde siguen siendo objeto de interés para la prensa, pero al menos ya pueden rentabilizar su condición mediática a golpe de talonario.