La reina Isabel contaba con una fortuna personal de más de 426 millones de euros. Por ello, cuesta imaginar que estuviera a gusto en un apartamento modesto. En una estancia donde el lujo no estuviera presente o donde no existan ni siquiera lámparas de araña o techos kilómetros. Mucho más difícil es concebir que ese fuera uno de sus lugares favoritos, un lado desconocido que ahora sale a la luz y que evidencia que no era tan ostentosa como, por ejemplo, su hijo Carlos III (76 años).
Se trata de una casa de los años 70, la cual acaba de abrirse al público. Está situada en el castillo de Kent, donde ella contaba con un espacio privado para ella. Si bien el castillo fue construido por Enrique VIII, la reina Madre creó un lugar solo para ella, uno que va a ser exhibido ante todo aquel que tenga curiosidad por conocerlo. Precisamente debe atravesarse una puerta secreta, un 'escondite' situado dentro de las murallas y que fue decorado por la ya desaparecida soberana.
Consta de tres habitaciones, las cuales tienen el mismo tejido en sus cortinas y paredes. También moqueta y muchas piezas de arte en sus paredes. Habitaciones como su sala de estar, con pocas dimensiones y vestida de colores azules y verdes, demuestran que la reina no dejó nada al azar. Ella utilizaba esta dependencia para ponerse al día, leer los periódicos y ver la televisión.
Reparamos también en una alfombra desgastada en su pasillo, un detalle que demuestra que Isabel II se sentía cómoda en este tipo de ambientes. Incluso en la cocina funcional que posee la vivienda o junto a las tazas familiares que guardaba la monarca en ella. Llama la atención, por otro lado, el comedor privado, donde solo hay espacio para ocho personas. Nada que ver con las cenas de gala en las que el rígido protocolo acompañaba a todos los invitados. Una mesa larga que ocupa el centro de la habitación, una chimenea a un lado y un aparador en el otro conforman la totalidad de esta sala.
El dormitorio de la Reina Isabel
Muy cerca está su dormitorio. Mucho más amplio, con un tocador y unas cortinas un tanto suntuosas. A su lado está el baño, en el cual el mármol está muy presente. Fue decorado por ella misma, pero solo tener una bañera le hizo muy difícil que siguiera utilizándolo en sus últimos años de vida. Recordemos que murió con 96 años. Por ello, prefería utilizar un baño de tonos verdes, que consta de una ducha a ras de suelo.
Es ya fuera de este inmueble tan particular donde encontramos un jardín, que fue diseñado por Penelope Hobhouse. En él tiene un estanque y una estatua de un perro corgi, la raza favorita de la reina y que siempre estuvo presente para ella de un modo u otro. Es justo en un banco en el que ella posó junto a una de sus mascotas donde todavía yace.
Un recorrido que han hecho en el Daily mail' y tras el que han hablado con el personal que trabaja allí. "Sin duda le gustaban las cosas hechas a su manera (...) La visita anual causó un gran revuelo, con plata, vidrio y platos traídos de Londres , sin mencionar las sillas especiales", cuentan.
Las propiedades de la reina Isabel que nada tienen que ver con este modesto apartamento
Son muchas las casas que tenía, pero ninguna como esta. Además del castillo de Balmoral, en Escocia, en su patrimonio había otras muchas repartidas. Desde el castillo de Windsor, donde se enterró al duque de Edimburgo, al palacio de Buckingham, donde albergan un conjunto de obras artísticas, o a Birkhall, una mansión construida en 1715, en la que se refugia en muchas ocasiones el príncipe Carlos.
¿Dónde vivió la madre de Carlos III hasta que aterrizó en el Palacio de Buckingham?
Nació en una residencia privada, en vez de un palacio, algo relevante si analizamos su gusto por las cosas modestas. En el año 1926 vino al mundo en la casa de sus abuelos maternos, unos condes llamados Strathmore. Vivió allí durante unos meses y posteriormente se mudó a White Lodge, para luego volver a cambiar a una propiedad georgiana. Se trataba de un edificio de cinco pisos "sin pretensiones", eso sí, con un espacio poco habitual. Tenía 25 habitaciones y un invernadero, pero se dejó atrás al sufrir grandes daños durante un bombardeo. Años más tarde se instaló en el Palacio de Buckingham, el cual se convirtió en la residencia oficial.