El reinado de Carlos III, por bien que se dé, será uno de los más breves de la historia de Reino Unido. El actual rey, que continúa en tratamiento para el cáncer desde hace más de un año, tiene ya 76 años y lo tiene muy difícil para acercarse a la grandiosidad del reinado de su madre. Cuando Isabel II ascendió al trono tenía 26 años y el día de su muerte dejó tras de sí un reinado de más de siete décadas, con sus luces y sus sombras, pero con un peso sobre el reinado de su hijo difícil de asumir para un septuagenario.

Tampoco es un ningún secreto que el actual monarca de Reino Unido nunca ha gozado de la popularidad y cariño que tuvo su madre en vida. En su etapa como Príncipe de Gales subió a los cielos de la popularidad con su matrimonio con Lady Di y descendió a pulso a los infiernos con sus continuas infidelidades y desaires a la princesa más querida por los ingleses. El inesperado y dramático final de la Princesa de Gales tampoco le facilitó al entonces Príncipe Carlos un cambio de imagen a ojos del gran público.

En la actualidad, su relación con su hijo el Príncipe Harry o las cosas que este contó sobre su infancia y adolescencia en su biografía “En la sombra” (Plaza & Janés, 2023) no han ayudado a mejorar la percepción del primogénito de Isabel II, aunque sí es cierto que con el tiempo el pueblo inglés ha ido aprendiendo a apreciar a este excéntrico y volátil Rey. Hoy recordamos su día de la victoria, el momento en el que Carlos III vio más claro que nunca que había vencido: su boda con Camilla, hace ahora 20 años.

Primera aparición pública de Carlos y Camilla como pareja en el año 1999

Primera aparición pública de Carlos y Camilla como pareja en el año 1999.

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El plan para rescatar a Camilla, la amante del Príncipe

Si a los Carlos y Camilla de hace treinta años les hubieran dicho que en 2025 estarían casados y reinando no se lo creerían porque lo cierto es que el camino hasta este punto se mostraba bastante improbable de transitar para ellos. Cuando la situación del matrimonio de Carlos y Lady Di se hizo insostenible para Buckingham se acordó el divorcio “por el bien de las dos partes”. La popularidad de Diana se hacía imposible de manejar para Palacio y la torpeza de Carlos y Camilla los había hecho figurar como los adúlteros mayores del reino después de la filtración de las tórridas conversaciones en las que el Príncipe de Gales fantaseaba con ser el tampón de la entonces señora Parker Bowles.

En ese punto se acordó el divorcio de los Príncipes de Gales y fue cuando Carlos puso en marcha su cruzada para convertir a su amada Camilla en una mujer respetable para los británicos que allanase el camino para algún día poder convertirla en su mujer. Para esta complicada misión contrató a un equipo de relaciones públicas encabezados por Mark Bolland. Desde el primer día el equipo comenzó a trazar un plan para cambiar la imagen pública de “la amante del príncipe”. Esta iniciativa se vio paralizada por la repentina muerte de Lady Di en 1997 y no fue hasta dos años después cuando por primera vez aparecieron juntos en público como pareja Carlos y Camilla. Pero esta primera imagen, si bien era una pica en Flandes, aun estaba muy lejos de ser una victoria.

La redención de los adúlteros

Poco tiempo después de esa primera imagen de la pareja la prensa se hizo eco de que la Reina Isabel II se refería a Camilla como “esa malvada mujer” y trascendían todo tipo de desaires de la monarca hacia la pareja de su hijo Carlos, como negarse a asistir a su fiesta de cumpleaños. Pero nada de todo esto hizo que el Príncipe Carlos se hiciera asequible al desaliento, continúo picando piedra para conseguir hacer de Camilla su consorte. Los escollos eran muchos y si bien ya había conseguido que se aceptase a Camilla como su “novia”, sabía que para asegurarse poder ver a su amada coronada tenían que poder casarse y para casarse tenían que encontrar la formula de redimirse como adúlteros.

Tras muchas reuniones con el gobierno, con equipos especializados en protocolo y estudiosos del derecho eclesiástico y canónico se dio con la fórmula. Si Carlos y Camilla querían convertirse en marido y mujer debían hacerlo por lo civil y para darle el aire regio a esta unión civil se podría hacer una bendición posterior a manos del Arzobispo de Canterbury. Y ese era el siguiente escollo, el Arzobispo de Canterbury se negaba a bendecir el matrimonio de quien estaba llamado a ser Gobernador Supremo de la Iglesia Británica si no realizaba ante una oración de penitencia reconociendo sus muchos pecados de forma pública. Si ese era el último bache que esquivar para conseguir su objetivo, Carlos y Camilla estaban dispuestos. Habían conseguido dar con el formato más adecuado para todas las partes.

Una ceremonia civil de 20 minutos y un escarnio público

El último contratiempo al que la pareja hubo de enfrentarse era algo que no estaba en su mano, la celebración del matrimonio se tuvo que aplazar un día por el funeral de Juan Pablo II. El 8 de abril de 2005 el Príncipe Carlos estaba en la Plaza de San Pedro del Vaticano rindiendo sus respetos al Papa Juan Pablo II y la mañana del 9 de abril en Guildhall, el Ayuntamiento de Windsor, casándose por fin con el amor de su vida. La ceremonia no duró más de 20 minutos y se ofició en uno de los salones del ayuntamiento con la única presencia de los cuatro hijos de la pareja. Por parte de Carlos, los Príncipes Guillermo y Enrique y de Camilla, sus hijos Tom y Laura.

Carlos III y Camilla el día de su boda acompañados por Guillermo y Enrique y Tom y Laura, hijos de Camilla.

Carlos III y Camilla el día de su boda acompañados por Guillermo y Enrique y Tom y Laura, hijos de Camilla.

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A la ceremonia no asistió la Reina Isabel II ni su marido por considerar su presencia inapropiada por su rol de cabeza visible de la Iglesia. Posteriormente, los recién casados se postraron ante el Arzobispo de Canterbury en la Capilla de San Jorge de Windsor para redimirse como pecadores. Allí sí estuvo presente la reina Isabel II. Camilla se casó feliz, pero enferma, la mujer de Carlos III estaba aquejada de una sinusitis, pero ni eso consiguió empañarle el día en que por fin se vio como mujer del Príncipe de Gales. Curiosamente, por matrimonio debería haber llevado el título de Princesa de Gales, pero Camilla no quiso hacer uso del mismo por haber pertenecido anteriormente a Diana de Gales, en su lugar a partir de ese momento pasó a ser Duquesa de Cornualles. Poco antes de la muerte de Isabel II, la monarca anunció en una carta a la nación su deseo de que Camilla fuese considerada Reina, en lugar de consorte del Rey.