Durante las últimas semanas todos hablamos de la miniserie de Netflix que ha conseguido sacudirnos: ‘Adolescencia’. Los que son padres, se cuestionan qué tanto conocen a sus hijos y si serían capaces de pasar por alto las señales que Jamie Miller, el personaje principal, probablemente mostraría en casa antes de verse involucrado en tan oscuro suceso. Como sociedad nos ha obligado a reflexionar acerca de los vínculos, la educación o el aumento de la masculinidad tóxica en las redes sociales; algo a lo que un chico de 13 años es especialmente susceptible. El impacto ha sido tal, que el gobierno de Reino Unido ha anunciado su difusión de forma gratuita en todos los institutos del país, para luchar contra discursos radicales y machistas a través de redes sociales.

En SEMANA hemos hablado con Rebeca Cáceres Alfonso, directora de Tribeca Psicólogos y profesora de la Universidad Internacional de Valencia, quien nos da las claves para comprender mejor lo que sucede durante esta etapa vital, cómo afecta el entorno a los adolescentes y cómo podemos acercarnos a ellos y servir de soporte.

'Adolescencia': del aislamiento y la insatisfacción a la violencia

Stephen Graham como Eddie Miller, Owen Cooper como Jamie Miller,

Netflix © 2024

PREGUNTA: ¿Cómo es la adolescencia?

RESPUESTA: La adolescencia es una etapa de transformación. Ya no son niños, pero aún no son adultos. No solo es un reto para ellos, también para su entorno más cercano. Empiezan a cuestionar normas, a querer tomar sus propias decisiones, a tener opiniones distintas. Viven una montaña rusa emocional: lo que hoy les encanta, mañana puede parecerles aburrido. Buscan pertenecer, pero también diferenciarse; quieren ser escuchados, pero con frecuencia se encierran en su mundo poniendo barreras infranqueables. En realidad, es un proceso en el que están reafirmando su identidad y que necesita ser comprendido con una amplia perspectiva. 

PR: ¿Qué necesita un adolescente de sus padres?

R: Sin duda, que estén emocionalmente disponibles, incluso cuando parezca que los rechazan. Esa presencia constante y sin condiciones les hace saber que pueden alejarse y volver sin temor. Esta es la base del vínculo seguro. También necesitan límites claros, no en forma de castigos, sino como una estructura base que les ayude a no perderse. Deben ser firmes a la vez que van acompañados de comprensión. Los adolescentes necesitan sentir que pueden equivocarse sin miedo a decepcionarnos. No necesitan que les impongamos a través del miedo, sino que les guiemos desde la conexión.

Es importante que observemos, que nos acerquemos a su mundo con curiosidad, sin invadir ni controlar. Que escuchemos más y que les demos menos discursos, validando lo que sienten, aunque a veces no entendamos del todo sus reacciones, y, sobre todo, que estemos ahí para sostenerles.

Acompañar la adolescencia es un arte de difícil equilibrio: se trata de soltar el control sin soltar el vínculo. De dejar de ser quien dirige, para convertirse en quien acompaña, incluso cuando su camino nos genere dudas. Lo que más les ayuda no es tener padres perfectos, sino padres que presentes desde el amor y el sostén. Padres que se equivoquen y sepan reparar. 

rin Doherty como Briony Ariston, Owen Cooper como Jamie Miller

Courtesy of Ben Blackall/Netflix © 2024

PR: ¿Por qué le sucede esto al protagonista de la serie ‘Adolescencia’?

R: Esto no es algo que ocurra de la noche a la mañana —salvo que estemos ante un episodio agudo relacionado con una enfermedad mental, como por ejemplo un brote psicótico—. Cuando los factores de riesgo coinciden con determinadas situaciones, si no le sabemos acompañar, puede acabar con una desregulación emocional intensa. Hay quienes, tras haber vivido experiencias adversas (trauma, violencia, familias multiproblemáticas…), pueden desarrollar mecanismos de defensa profundos. Uno de ellos es la disociación, una desconexión entre lo que sienten, lo que piensan y lo que hacen. Esta suele estar estrechamente ligada al trauma y puede dar lugar a una frialdad y a una especie de anestesia que, en realidad, es un intento de protegerse del sufrimiento.

Es importante subrayar que no todos los adolescentes que han atravesado situaciones traumáticas desarrollan disociación, y aún menos llegan a cometer actos tan extremos como agredir o matar a un compañero como es el caso de la serie. Debemos tener en cuenta las diferencias individuales. Para esto es fundamental hacer una evaluación exhaustiva del caso y no caer en explicaciones simplistas que solo alarman a la población. 

PR: ¿Cuáles son los peligros de las redes en este momento en el que eres tan vulnerable?

R: En este momento vital, donde la identidad aún se está construyendo y la necesidad de pertenencia es enorme, las redes pueden convertirse en una fuente constante de comparación, validación externa y exposición. Si a esto le sumamos la falta de presencia emocional por parte de la familia o la ausencia de límites claros, el riesgo se multiplica.

Muchos adolescentes buscan en las redes lo que no encuentran en casa: atención, comprensión, conexión o un lugar donde sentirse importantes. Hay que tener en cuenta que están diseñadas para enganchar. La dopamina que se genera crea un circuito adictivo que refuerza la necesidad de estar constantemente conectados. Las familias deben interesaste por el mundo digital de sus hijos sin invadirlo, y enseñarles a usarlas desde la conciencia y con tiempos limitados que no excedan lo que el cerebro de un adolescente puede asumir. Necesitan saber que pueden parar, que hay otras formas de regularse emocionalmente, y que no están solos frente a una pantalla que les atrae, pero que también puede desbordarlos. 

PR: Muchos adolescentes se encierran en su habitación. Los padres piensan que allí están seguros, aunque en realidad no saben lo que hacen. ¿Qué opinas de esto?

R: Muchos adolescentes viven una soledad que pasa desapercibida. No salen, no generan conflictos aparentes, y eso lleva a muchos padres a pensar que están bien. Sin embargo, tanto el aislamiento como el silencio son factores a los que debemos estar atentos, ya que pueden ser indicadores de problemas realmente serios en los adolescentes. 

Puede pasar horas con el móvil, el ordenador, los videojuegos o las redes, pero en realidad está solo. Esa soledad tiene una causa y suele desencadenar vacío, insatisfacción, tristeza y, a veces, en casos extremos, conductas autolíticas fruto de la ansiedad, la frustración y no tener herramientas de manejo de esos estados emocionales.

Desde fuera no siempre se nota. Los padres pueden dar por hecho que todo está bien porque “no molesta”, “no pide nada” o “es muy independiente”, cuando en realidad está gritando en silencio, que necesita ser mirado, escuchado, tenido en cuenta y hablar. 

Aprendizajes que podemos extraer de la serie

  • El silencio también habla: Muchos adolescentes no expresan su malestar de forma directa. Están en casa, no causan conflictos, pero emocionalmente están completamente desconectados. 
  • Conocer de verdad al adolescente que tenemos en casa: No basta con saber qué colegio va o qué notas saca. Hay que acompañarlos en su transición de la infancia a la adolescencia. Conocer muy bien en qué persona se está convirtiendo, saber sobre su identidad y sobre las cosas que le pasan. Hemos de convertirnos en expertos en nuestros hijos. Para eso es fundamental la comunicación y el vínculo seguro. 

  • Los límites son contención, no castigo: La falta de límites claros generan confusión, frustración y, en muchos casos, más soledad. 
  • Adolescentes y sociedad: ‘Adolescencia’ pone el foco en un tema de actualidad como es la salud mental de nuestros jóvenes. La serie nos obliga a preguntarnos: ¿qué está pasando con ellos?, ¿qué está nos está pasando como sociedad?, ¿qué estamos haciendo mal? No cabe duda que la serie pone el dedo en la llaga de una sociedad donde los problemas de salud mental y los suicidios se están multiplicando. 
  • Modelos de masculinidad y emocionalidad: Uno de los grandes aciertos de la serie es que pone sobre la mesa la crisis de modelos masculinos que muchos adolescentes viven hoy. Si no encuentran referentes emocionales sanos, pueden acabar adoptando formas de relacionarse basadas en el control, la insensibilidad o incluso la violencia. Me parece uno de los mejores puntos de la serie, cómo muestra la frustración Jamie Miller, por no sentirse como sus iguales, sobre todo a la hora de relacionarse con las chicas. 

Por último, destacaría la manera en la que muestra de manera muy acertada la diferencia entre el amor y la utilización de la mujer como instrumento. Aquí el papel de la psicóloga es fundamental.